En una procesión que se efectúa por el interior de la catedral de Huesca, pidiendo que se acabe la peste, el Cristo del crucifijo suda mojando a quien lo porta. Este crucifijo -que desde entonces se llama el crucifijo de los milagros- se venera en la catedral de Huesca (capilla a la derecha del altar mayor)

Los milagros no comienzan a ser cuestionados hasta el siglo XVII. A partir de entonces, ni el panteísmo, ni el deísmo, ni el escepticismo, los consideran necesarios ni verosímiles. Mientras que el protestantismo -salvo el de tipo liberal- concede veracidad absoluta sólo a los contenidos en la Escritura (aunque no niegue la posibilidad de otros posteriores), el catolicismo insiste también en la realidad de sucesos milagrosos asociados a lugares como Lourdes.

En 1624, al tiempo que finalizaba la actividad volcánica del Etna, después de su erupción iniciada en 1614, la peste llegaba a Palermo. Los restos mortales de santa Rosalía fueron llevados a la catedral, donde fue declarada patrona de Palermo y se sucedieron muchas curaciones milagrosas. Al año siguiente las reliquias fueron llevadas por primera vez en procesión, después de la cual terminó la epidemia. Desde entonces, del 9 al 15 de julio se celebra en Palermo la gran fiesta popular (u Fistinu), dedicada a Santa Rosalia (la Santuzza), con el desfile del carro triunfal que lleva la estatua de la patrona y una procesión solemne animada por un colorido espectáculo de fuegos artificiales.

El Gran milagro del Cojo de Calanda (1640) se trata de un hombre a quien le han amputado una pierna. Años después, en la fecha, mientras sueña que visita la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna vuelve a su sitio. Es la misma pierna que ha perdido. Miles de personas son testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro.

“Juzgamos que la aparición de la Santísima Virgen a dos pastores, el 19 de septiembre de 1846, en una montaña de la cadena de los Alpes, situada en la parroquia de La Salette, del arciprestazgo de Corps, contiene en sí todas las características de la verdad, y que los fieles tienen fundamento para creerla indudable y cierta”, así escribe en 19 de septiembre de 1851, Mons. Filiberto de Bruillard, Obispo de Grenoble.

Desde el 11 de febrero en que la Virgen se apareció a Bernadette por primera vez, se sucederán las apariciones por un total de dieciocho veces, hasta el viernes, día 16 de julio del mismo año -fiesta de Ntra. Sra. del Carmen- en que se aparecerá por última vez. La Virgen la hizo depositaria de un mensaje muy especial (confirmación del Dogma de la Inmaculada Concepción) y derramar innumerables gracias sobre toda la humanidad. La fuente milagrosa que ella descubrió por indicación de Nuestra Señora, en una visión, atrajo enseguida, y sigue atrayendo, a infinidad de peregrinos de todo el mundo, algunos de los cuales resultan milagrosamente curados de sus enfermedades.

La reina Isabel II de España interviene para que el Padre Palau regrese a la península. Así, Francisco Palau permanece en Ibiza hasta que, en la fecha, logra la libertad. Dotado por Dios con el don de profecía y milagros, tiene que soportar varias denuncias y juicios por las numerosas curaciones que hace sin ser facultativo. En varias ocasiones practica los exorcismos con el más cumplido éxito.

A las diez de la mañana los habitantes de Tumaco, pequeñísima isla del Pacífico, sintieron un fuerte terremoto que duró alrededor de 10 minutos. Entonces, todo el pueblo corrió a la iglesia para suplicar al párroco, el padre Gerardo Larrondo y al padre Julián, que organizaran inmediatamente una procesión con el Santísimo Sacramento. Así lo hicieron y se dirigieron a la playa donde una inmensa ola parecía iba a engullírselos
El párroco hizo una advocación a Jesús Sacramentado y la potente ola que amenazaba con borrar de la tierra al pueblo de Tumaco inició su retroceso, mientras el mar regresaba a su nivel normal. Por todo el mundo se supo del acontecimiento que fue considerado un milagro y el padre Larrondo recibió también del continente europeo numerosas cartas que pedían oraciones.

El 13 de octubre de 1917, unas cuarenta mil personas presencian en Fátima el milagro anunciado del sol. Última aparición en Fátima: Esta lloviendo…”Antes de despedirse la señora, cesa la lluvia. El sol apareció como un inmenso globo de plata o nieve, empezó a dar vueltas, esparciendo luces amarillas, rojas, azules y moradas y coloreando de modo hermosísimo las nubes, las rocas y los rostros de la gente (…) El sol volvió a su sitio y miles de peregrinos con sus ropas empapadas por la lluvia vieron sus vestidos instantáneamente secos. Aquel día hubo muchas sanaciones y conversiones”. Durante diez minutos el sol danza alrededor de sí mismo produciendo un espéctaculo envidiable.

Ver Noticia en O Seculo de Lisboa

El periódico O Seculo de Lisboa escribe sobre el milagro del sol de Fátima: “Ante los admirados ojos de este pueblo, cuya actitud nos traslada a los tiempos bíblicos, y que, presa de espanto, descubierta la cabeza, mira hacia el cielo azul, el sol ha temblado, ha realizado unos movimientos bruscos nunca vistos fuera de todas las leyes cósmicas; el sol “ha danzado”, según la expresión típica de los campesinos… Subido sobre un estribo del coche de Torres Novas, un anciano, cuya estatura y fisonomía suave, y a la vez enérgica, recuerdan las de Paul Déroulède, reza, vuelto hacia el sol y con grandes voces, el credo, desde el principio hasta el fin.”