GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS (1618-1648)

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FERNANDO III se casa con su segunda esposa María Leopoldina de Habsburgo-Médicis


En 1648, FERNANDO III se casa con su segunda esposa María Leopoldina de Habsburgo-Médicis, Archiduquesa de Austria. Ella es una hija de Leopoldo V, Archiduque de Austria y Claudia de Médicis. Ellos son primos segundos como los nietos por la línea masculina de Carlos II de Estiria, Archiduque de Austria y María Ana de Baviera. Tendrá un solo hijo:

España firma un tratado de paz con las Provincias Unidas a las que reconoce su independencia.


España, de una manera independiente a los demás países que han participado en la Guerra de los Treinta Años, firma, en la fecha, un tratado de paz con las Provincias Unidas a las que reconoce su independencia. Este tratado y el que se firmará en octubre de este mismo año, consagrarán el fin de la hegemonía española en Europa y del Imperio español europeo.

Se disputa la célebre batalla de Lens. El ejército francés derrota las tropas de los ejércitos alemán y español.


Se disputa, en la fecha, la célebre batalla de Lens. El ejército francés derrota las tropas de los ejércitos alemán y español. Lens es una ciudad fortificada en la región de Henao de Bélgica de hoy en día. La ciudad ha sido capturada por los franceses en 1647. A medida que Francia comienza a experimentar una rebelión de la nobleza contra el liderazgo del Cardenal Mazarino, conocida como la Fronda, los españoles ven una oportunidad de retomar Lens y posiblemente ganar terreno. La infantería española repele a los franceses, pero la superior caballería francesa es capaz de derrotar a la caballería italiana de los tercios y envolver el centro. Es la última gran batalla y marca el fin de la Guerra de los Treinta Años que ha enfrentado a las grandes potencias europeas por motivos religiosos.

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Francia ofrece a España devolver Catalunya, incluido el Rosellón, a cambio del sur de Flandes.


Terminada la Guerra de los Treinta Años, Francia ofrece a España devolver Catalunya, incluido el Rosellón, a cambio del sur de Flandes, que lindaba con su país. Es un modo fácil para España de salirse del conflicto, conservando la integridad peninsular, aunque se sacrifiquen unas posesiones lejanas y costosas, que un día u otro deberán abandonarse. Los delegados españoles en las conversaciones preliminares de la paz de Münster, no aceptan la propuesta que hace Francia en relación a Catalunya.

INOCENCIO X denuncia el tratado de paz de Westfalia. Ninguno de los dos bandos le presta atención.


INOCENCIO X denuncia el tratado de paz de Westfalia que, firmado en la fecha sin su participación, pone fin a la guerra de los Treinta Años y del que surgirá una nueva Europa. Para ello emite la bula Zelo domus Dei en la que declara nulas todas aquellas cláusulas que a su juicio se oponen a los preceptos de la Iglesia y socavan la fe. Sin embargo su oposición al tratado de paz no tiene ninguna consecuencia ya que la opinión papal, en materias de ordenamiento internacional y de circunscripción territorial de las naciones, han dejado de tener la influencia que gozaba en épocas anteriores.

Se firma la Paz de Westfalia que termina la “Guerra de los Treinta Años”.


En esta fecha, se firma en Münster, el segundo de los dos tratados que constituyen el Tratado de Westfalia -o la Paz de Westfalia- que rubrica el final de la “Guerra de los Treinta Años” (El primero es firmado el 15/5/1648 en Osnabruck). Las negociaciones correspondientes han tenido lugar, a lo largo de los pasados cinco años, en las localidades de Münster y Osnabruck, en la provincia alemana de Westfalia, al noroeste de Alemania. La “Guerra de los Treinta Años” ha sido el último conflicto significativo por causas religiosas. Unos ciento treinta años después de que Martín Lutero iniciara la Reforma, Europa se rendía por fin a lo inevitable: que el continente iba a quedar permanentemente dividido entre católicos y protestantes. El poder imperial es de hecho eliminado.

En Münster se consagra la separación de la corona de España de la rama europea de los Austrias.


A pesar de todo, la monarquía hispana, en las negociaciones de Westfalia, no sale lo mal parada que su posición de debilidad parecía indicar, pues lo que realmente se consagra en Westfalia es un sistema de equilibrio basado en las interrelaciones de los estados europeos, en lugar de la hegemonía de un estado apoyado en el Papado y en el Imperio. Por otra parte España reconoce “de derecho” la independencia de las siete “Provincias Unidas” de Holanda, concediéndoles el libre comercio con las Indias Orientales y Occidentales. España entrega el Brabante del Norte y la plaza fuerte de Maastrich. Además accede a cerrar la desembocadura del Escalda, lo que arruina a Amberes y favorece a Amsterdam. Se consagra la separación de la corona de España de la rama europea de los Austrias. No obstante, la guerra con Francia continuará durante once años más, lo cual afectará a Catalunya en sus territorios del norte de los Pirineos.

Tras la Guerra de los Treinta Años el poder político del título imperial queda mermado


Tras la Guerra de los Treinta Años el poder político del título imperial queda mermado, al obtener los estados alemanes la plena soberanía para administrar sus asuntos. Desde entonces se obliga al emperador a tener que contar con el visto bueno de estos estados a través de la Dieta para poder llevar a cabo las escasas atribuciones que ha retenido como cabeza del imperio. En efecto, según los términos del tratado, la soberanía y la independencia de cada estado del Sacro Imperio Romano Germánico se reconoce completamente, al quedar el emperador prácticamente sin poderes; además, la religión de cada Estado alemán será determinada por su príncipe; se acepta la situación existente en 1 de enero de 1624 en el aspecto religioso, al establecer que las propiedades de los Habsburgo, el sur y el oeste de Alemania sean católicos, se reconoce la fe reformada y los protestantes pueden mantener las propiedades adquiridas. Políticamente, el Sacro Imperio Romano Germánico (ó I Reich), continúa con tal denominación, pero ha perdido todas las pretensiones a la universalidad o efectividad del gobierno centralizado.

En la Paz de Westfalia, se olvidan de los derechos de la Iglesia y los príncipes le arrebatan sus propiedades.


En la Paz de Westfalia el principio mantenido en la Dieta de Augsburgo (1555) -cuius regio, eius religio- se aplica a la letra, y como en el Sacro Imperio (o I Reich) hay por lo menos trescientos cuarenta y tres príncipes soberanos, el país se convierte en un rompecabezas de principados, ducados, etc., cuyos? gobernantes son a la vez dueños y señores tanto en lo político como en lo religioso. El Sacro Imperio se convierte en una república de monarquías. Se olvidan de los derechos de la Iglesia y los príncipes le arrebatan sus propiedades. En el tratado ni se menciona al Papa; sus protestas caen en el vacío. La voz de la Iglesia, tan respetada en otros tiempos, no halla ningún eco. Se inicia la época de los exacerbados nacionalismos que debilita la autoridad imperial. El Papa se niega a ratificar los tratados e incluso los declara “perpetuamente nulos”. La Paz de Westfalia, por otra parte, concede la mayoría de Alsacia al reino de Francia, y asegura la división de los territorios alemanes.