Estas fortificaciones, pese a tener un carácter propio, están inspiradas en otras construcciones mediterráneas (las turri y nuragas de Córcega y Cerdeña) que sin duda debieron conocer. Los talayots baleáricos son torres circulares con los muros exteriores en talud construidos con grandes piedras. Pudo tener utilidad defensiva o de vigilancia. Las navetas adoptan la forma de tronco de pirámide rectangular invertida que debió desempeñar funciones comunales: almacén, defensa, asambleas, etc.

En Menorca destaca el Asentamiento de Trepucó, a 2 km. de Mahón, considerado como el más importante monumento prehistórico. En él se encuentran una taula y un talayot de gran importancia. Merecen también una visita el Talayot de Trebaluger en las cercanías de Villacarlos, por su importancia y fácil acceso, y la Naveta des Tudoms , cera de Ciudadela, el monumento prehistórico más grande y menor conservado de Menorca. En Mallorca merece mencionar el Talayot de Sa Canova, los asentamientos de Ses Paises, Capocorb Vell y Claper dels Gegants.

Las islas Baleares nos sorprenden por sus orígenes antiquísimos, que se remontan al Megalítico. De esta época se han conservado innumerables restos de gran importancia a la hora de estudiar la prehistoria europea. Tan sólo en la isla de Menorca, encontramos unos 500 monumentos prehistóricos, es por lo que se ha denominado un museo al aire libre. Estos monumentos sorprenden por sus colosales dimensiones, por su extraordinario estado de conservación y por levantar la incógnita de cómo pudieron ser erigidos con la tecnología de que se disponía en épocas tan remotas. Estas huellas se concretan en los célebres talayots, taulas y navetas.

A partir del siglo VII aC. las influencias del Mediterráneo oriental llegan al archipiélago balear introduciendo modas litúrgicas y constructivas. En Menorca se construyen centros ceremoniales alrededor de monumentos religiosos, donde se celebran cultos y sacrificios religiosos. Las cabezas de toro hechas en bronce, son el motivo principal de la escultura balear de esta época y sin duda tienen una clara función sagrada.

Los Cartagineses -herederos de la obra de los fenicios- se establecen en la isla de Ibiza donde fundan la colonia de Ebessus. El interés por dominar esta isla radica, sin duda, en el valor estratégico de su posición que permite obstaculizar el comercio tartesso (al sur de la Península Ibérica) con el griego e intentar controlar el Mediterráneo central donde fundarán pequeñas factorías de distribución de ánforas como la d’Aldovesta en el valle del Ebro.

Roma se plantea la necesidad de conquistar las Islas Baleares. Éstas son refugio de piratas y de aventureros que dificultan la navegación comercial de los barcos romanos. El cónsul QUINTO CECILIO METELO dirige la expedición que se apodera de las islas en el 123 aC. Los indígenas reciben a los romanos con una lluvia de piedras que lanzan con gran puntería con sus hondas. El cónsul ha previsto el peligro y tapa las cubiertas con grandes piezas de cuero. Palma y Pollença son las primeras poblaciones fundadas por los romanos en Mallorca.

El vándalo silingo GUNDERICO pasa a las Baleares y devasta las islas pero no se establece en ellas.

El archipiélago balear, después de la dominación romana, es conquistado por los vándalos en el año 526.

Las Islas Baleares, que están en poder de los vándalos, pasan a manos del emperador JUSTINIANO del Imperio de Oriente que mantendrá su control sobre ellas.

Por estas fechas, las Islas Baleares son frecuentadas por los musulmanes establecidos en las antiguas posesiones bizantinas del norte de África. Éstos, los musulmanes, organizan expediciones terrestres y navales por las regiones vecinas, tanto para comprobar la solidez de sus defensas como para conseguir cuantiosos botines. Al parecer es en el curso de una de estas expediciones navales, cuando, después de haber saqueado Sicilia y Cerdeña, en el año de la fecha, la flota árabe desembarca en Menorca y Mallorca, posiciones que constituyen una avanzada magnífica de cara a una futura intervención en la Península Ibérica. Parece que los musulmanes capturan a numerosos prisioneros y consiguen un gran botín. Además, se trata, sin duda, de menoscabar la actividad pirática tradicional de los habitantes de las islas, que significa un peligro potencial para las evoluciones de la escuadra musulmana por este rincón del Mediterráneo.