BLAS INFANTE escribe en 1919 el «Manifiesto Andalucista de Córdoba, 1919-Ideario de la nacionalidad», en él desarrolla la idea de Andalucía como auténtica nacionalidad, enmarcada en una idea federal de España. A lo largo de su vida, escribirá varios libros sobre el tema andaluz y unos mil doscientos manuscritos.

Como en el resto del mundo, la agitación social alcanza su punto culminante en 1919 y va acompañada de la violencia. Los sindicatos españoles que han tenido una escasa importancia hasta el año 1914, crecen de una forma muy considerable hasta llegar a desempeñar un papel político importante. Se constituye un fuerte movimiento obrero anarcosindicalista que, aunque ha tenido su origen con anterioridad, logra ahora la plenitud de su desarrollo y constituye el vehículo fundamental de la protesta obrera. La mayor fuerza del anarquismo en España se logra a partir de este momento a través del sindicalismo, que hasta entonces no ha pasado de estar formado por unos grupos insignificantes. De unos 15.000 afiliados que tenía la CNT en 1915 se pasa a más de 700.000 en 1919, con una clara supremacía de los catalanes.

En enero de 1919, Francesc Macià funda la Federació Democràtica Nacionalista (FDN), formación política que aglutina los partidarios del nacionalismo más izquierdista (CADCI, Unión Catalanista, etcétera) y defiende el derecho a la autodeterminación.

Para combatir a la Lliga y frenar el catalanismo, en enero de 1919, una parte de los dinásticos catalanes, liberal y conservador, crea el partido Unión Monárquica Nacional (UNM), dirigido por el industrial de Terrassa Alfons Sala, conde d’Egara, y que cuenta con monárquicos conservadores como el conde de Fígols, el marqués d’Olèrdola y P. Milà i Camps, así como con el apoyo del diario La Vanguardia y del capitán general de Catalunya Joaquín Milans del Bosch.

BLAS INFANTE, en 1919, se casa en Peñaflor con Angustias García Parias. El matrimonio reside entre Sevilla y Cantillana y tendrá cuatro hijos.

La agitación social también prende con intensidad en Andalucía durante los tres años comprendidos entre 1918 y 1920, que podrán ser denominados como el trienio bolchevique. La agitación empieza por el estallido de huelgas pero acaba por manifestarse en la pura reivindicación de la abolición de la propiedad. Con el transcurso del tiempo, los motivos reivindicativos casi desaparecerán o se convertirán en fútiles, con el resultado de que los sindicatos, cuya afiliación ha crecido de forma muy considerable, acabarán por verla reducida a un mínimo.

La empresa eléctrica Riegos y Fuerzas del Ebro, filial de La Canadiense, que pretende una disminución de los salarios, despide algunos trabajadores.  Los sindicatos, a su vez, piden un reconocimiento de su papel en la empresa. Empieza una huelga de 44 días en esta empresa que se convertirá es un hito fundamental de la historia del movimiento obrero.  Por fin, se conseguirá, por primera vez, la jornada de ocho horas y se demuestra la fuerza de la CNT.  Se llega a un acuerdo y la empresa acepta las reivindicaciones de los obreros, que vuelven al trabajo. La huelga resulta especialmente grave porque de hecho supone la paralización de la industria barcelonesa en su totalidad. El enfrentamiento provoca una airada reacción en las clases conservadoras, que como primera manifestación crean un cuerpo armado de la clase media (el somatén). La dureza de la lucha social empuja a los anarquistas militantes en los sindicatos hacia el maximalismo mediante el uso de la violencia.

El recurso a elementos de las fuerzas armadas para suplir al personal obrero en la Huelga de la Canadiense es asazmente utilizado por los gobiernos desde esta famosa huelga, cuando soldados de Ingenieros deben suplir al personal de los transportes públicos y al de los servicios de agua, gas y electricidad.

ROMANONES firma en la fecha, el «Decreto de la jornada de ocho horas».

Desde muy jóvenes, los obreros trabajaban en las fábricas, donde hacen largas jornadas laborales. La jornada de ocho horas supone disponer de tiempo por mejorar la vida mediante la educación y el ocio. El 14 de abril de 1919 el gobierno decreta para todo España la jornada de ocho horas para los trabajadores en general, y la jornada de siete horas, para los trabajadores del sector minero.