Fallece el teólogo y obispo holandés Cornelius Otto Jansen. Jansen era católico, pero abominaba de los jesuitas y de la Contrarreforma; en ciertos aspectos su pensamiento estaba teñido de protestantismo. La pugna entre jansenistas y jesuitas dividirá especialmente a Francia, de forma casi tan negativa (aunque sin llegar a la guerra) como la disputa entre hugonotes y católicos. Pascal, el célebre filósofo y matemático, que es jansenista, pasará los últimos días de su vida escribiendo ensayos en defensa de los puntos de vista jansenistas, y su libro Pensées («Pensamientos») será tan brillante como para impresionar a las generaciones sucesivas en la misma medida que sus trabajos matemáticos.
JANSENIO / JANSENISMO
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URBANO VIII condena el jansenismo. Esta herejía toma el nombre del Obispo de Yprés, CorneÍio Jansenio.
El Papa URBANO VIII condena el jansenismo. Esta herejía toma el nombre del Obispo de Yprés, CorneÍio Jansenio, quien tal vez nunca ha sido consciente de que su libro «Augustinus» contiene serios errores teológicos, aunque no deja de ser sospechoso que no haya querido publicarlo en vida. El jansenismo ha sido llamado «calvinismo católico» y descrito como «la doctrina de San Agustín vista a través de Calvino». Encontramos en él, una vez más, la idea de la absoluta depravación del hombre y de la impotencia de la voluntad humana para obrar el bien, unida a la convicción de que Cristo no ha muerto para salvarnos a todos. El Concilio de Trento ha estimulado la práctica de la comunión frecuente, pero Jansenio enseña que es una recompensa para los justos, no medicina para los pecadores. Es una doctrina rígida y pesimista que el Santo Oficio ha condenado ya en 1641. Pero los jansenistas no se someterán y la herejía revivirá a comienzos del siglo XVIII, extinguiéndose casi por completo tras la muerte de su último epígono, el Cardenal de Noailles.
En las luchas del siglo XVII, la Compañía de Jesús es el blanco de numerosas hostilidades.
En las luchas del siglo XVII, la Compañía de Jesús es el blanco de numerosas hostilidades, debidas, ciertamente, a una serie de factores, como su visión enteramente centralista, papista y eclesiástica, su gran poderío, manifestado principalmente en: 1) La enseñanza superior de Europa está en sus manos; 2) muchos jesuitas son confesores influyentes en las cortes europeas y 3) el «estado jesuita» del Paraguay. Cabe señalar también, junto a tales factores, la labor financiera del padre La Valette, la aceptación de donaciones desmesuradamente ricas y los ataques jansenistas (Provinciales, de Pascal) y de los ilustrados, de carácter ridiculizador.
Publicación de la bula «Cum occasione» del papa INOCENCIO X.
La más importante de las decisiones doctrinales de INOCENCIO X es la condena del jansenismo mediante la publicación, el 31 de marzo de 1653, de la bula «Cum occasione».
El Papa Alejandro VII, publica la bula Ad Sanctam Beati Petri Sedem, acerca de las proposiciones de Jansen.
ALEJANDRO VII se decanta por los jesuitas en su conflicto con los jansenitas, cuya condena ya ha apoyado ardientemente en su etapa como consejero de Inocencio X. Los jansenitas franceses afirman que las proposiciones condenadas por Inocencio X en 1653 no pueden encontrarse en el libro Agustinus, escrito por Cornelius Jansen, pero no sólo no logran que ALEJANDRO VII levante dicha condena, sino que es confirmada mediante la publicación, el 16 de octubre de 1656, de la bula Ad Sanctam Beati Petri Sedem, en la que declaraba que cinco de las proposiciones de Jansen, en su mayoría aquellas concernientes a la gracia y a la naturaleza pecaminosa del hombre, son heréticas. También envía a Francia su famoso «formulario», que ha de ser firmado por todo el clero como manera de detectar y extirpar el Jansenismo.
Dentro de la controversia jansenista, en 1657, los obispos franceses asumen su sumisión al pontífice vaticano.
Dentro de la controversia jansenista, en 1657, los obispos franceses asumen su sumisión al pontífice vaticano, excepto Arnauld y sus partidarios de la abadía de Port-Royal, lo que mantiene abierta la brecha en el seno del catolicismo.
El rey, gracias al poder de nombrar a los obispos, consigue un dominio firme sobre la jerarquía eclesiástica.
El rey, gracias al poder de nombrar a los obispos, consigue un dominio firme sobre la jerarquía eclesiástica. El monarca gobierna como representante de Dios en la tierra, y la obediencia del clero le proporciona la justificación teológica de su derecho divino. Un movimiento disidente, el jansenismo, que se desarrolla en el siglo XVII, constituye una amenaza política por el énfasis que da a la supremacía de la conciencia individual, por lo que LUIS luchará contra él desde sus comienzos.
El evento más memorable de CLEMENTE XI, es la publicación en 1713 de la bula papal Unigenitus
El evento más memorable de la administración de CLEMENTE XI, es la publicación en 1713 de la bula papal Unigenitus, la cual perturba la paz de la iglesia en Francia. En este famoso documento, 101 proposiciones de las «Reflexiones morales» del jansenista Pasquier Quesnel son condenadas como herejías, como ya habían sido condenados los escritos de Cornelio Jansen. La resistencia de muchos eclesiásticos franceses y la negación del parlamento francés a registrar la bula llevan a controversias que se extienden por la mayor parte del siglo XVIII. Debido a que los gobiernos locales no reciben oficialmente la bula, no es, técnicamente, aceptada por estas áreas.
INOCENCIO XIII prohíbe a la Compañía de Jesús la admisión de nuevos miembros.
Inocencio XIII prohíbe a la Compañía de Jesús la admisión de nuevos miembros. Esta indicación de sus simpatías animó a siete obispos franceses a formularle la petición para derogar la bula Unigenitus de Clemente XI (1713) por la cual las ideas del jansenista Pasquier Quesnel, enemigo frontal de los jesuitas, habían sido condenadas. INOCENCIO XIII no sólo rechaza la petición, sino que exige la escrupulosa sumisión a la bula.
Durante el pontificado de BENEDICTO XIII se opone tenazmente al jansenismo, que condena mediante la nueva bula Unigenitus (1726).
Durante el pontificado de BENEDICTO XIII se opone tenazmente al jansenismo, que condena mediante la nueva bula Unigenitus (1726), homónima y en idéntico sentido de la promulgada por Clemente XI en 1713.