CARLOS insiste a su hijo LUIS I el Piadoso para que intente de nuevo la conquista de Barcelona. Preparado un buen ejército bajo las órdenes efectivas de Guillermo de Tolosa, inicia, en la fecha, el asedio de la ciudad. El asedio se prolongará hasta la primavera siguiente.

Barcelona -en la fecha- es tomada a los musulmanes después de un asedio de siete meses, por LUIS I el Piadoso, el Conde Guillermo de Tolosa y el Conde Rostany de Girona. Tras la conquista de Barcelona por los francos, se estabiliza la frontera de la Marca Hispánica en el eje Llobregat – Cardener – Segre mitjà – Conca de Tremp (Garraf, Montserrat i el Montsec). Queda establecida la «Catalunya Vella», (con una frontera que limita con lo que al cabo de los siglos será «Catalunya nova», que aún permane­cerá dominada por los musulmanes varios siglos).  Parece ser que la idea inicial era que la Marca Hispánica comprendiera toda la zona pirenaica hispana hasta el Ebro, enlazando por el norte con el reino cristiano de Asturias. Pero lo cierto es que la reconquista franca queda paralizada tras la conquista de Barcelona. Al norte y al este se extienden las tierras conquistadas por los francos. Al sur y al oeste, el dominio musulmán. \”Francos\” serán para los hispanos, los habitantes de aquellas tierras y, por otra parte, todas las fuentes francas se refieren a estos hombres como «hispanos». Los Pirineos desaparecerán prácticamente como límites hasta 1653. CARLOMAGNO otorga a sus habitantes una amplia carta de libertades. BERÀ, noble de origen godo, que ya es conde de Rosselló, recibe de LUIS I el Piadoso, rey de Aquitania, el gobierno de la ciudad de Barcelona con el título de Conde de Barcelona (801-820).

Durante estos años, se producen diversas razzias o intentos por parte de las fuerzas del Emirato de recuperar los territorios perdidos en el nordeste de Hispania, y así -en la fecha- se produce un ataque contra Barcelona que es resistido por BERÀ, conde de Barcelona.

En abril de 815, poco después de la creación del condado de Barcelona, el emperador de los francos LUIS I, promulga un precepto destinado a la protección de los habitantes del condado de Barcelona y otros condados subalternos. En el texto se habla, literalmente, de los “hispanos” Juan, Chintila y un largo etcétera. Se dice: “Muchos hispanos, no pudiendo soportar el yugo de los infieles y las crueldades que éstos ejercen sobre los cristianos, han abandonado todos sus bienes en aquel país y han venido a buscar asilo en nuestra Septimania o en aquella parte de Hispania que nos obedece”.

Durante estos años, siguen las razzias o intentos por parte de las fuerzas de al-Ándalus de recuperar los territorios perdidos en el nordeste de Hispania, y así -en la fecha- se produce un ataque contra Barcelona y otro contra Girona que son repelidos con mayor o menor fortuna.

La referencia más antigua que se conoce de los judíos barceloneses está documentada a finales del siglo IX: se trata de una consulta de los judíos de la ciudad al maestro Rab Amram, de Babilonia, sobre temas religiosos y legales.

Desde los primeros siglos del cristianismo existe, poco más o menos en el lugar que ahora ocupa la Catedral de Barcelona, una iglesia que lleva por nombre “Santa Cruz” (Parece que su situación es en la plazuela frente a la puerta principal de la actual basílica). En 850-851, es saqueada la ciudad y destruido el templo por una invasión sarracena que llega también hasta Girona.

La iglesia de la Santa Cruz (primitiva iglesia anterior a la catedral de Barcelona) que fue destruida en 856 por una invasión sarracena, es reconstruida de nuevo, en la fecha, por CARLOS II el Calvo.

Habiéndose encontrado por el obispo Frodonío de Barcelona, escondido el cuerpo de Sta. Eulalia en Sta. María de las Arenas, éste es trasladado en un tosco sepulcro a la iglesia de la Santa Cruz. A partir de este momento se llama a esta iglesia de la Sta Cruz y Sta Eulalia.

Toda esta época de desarrollo y progreso territorial coincide con una situación de paz con al-Ándalus y ello lleva a que Barcelona se convierta en importante centro intermediario en el comercio entre Francia y la nación musulmana. Pero este auge es precisamente la causa que provoca la alarma de los gobernadores de la Frontera Superior andaluza. Los BANU QASI, por ello, proceden a fortificar Lleida, en torno a 882, que VIFREDO ataca infructuosamente, el 884, en un intento para impedirlo.