A pesar del Concordato de 1737 y de que Carlos III había reforzado las prohibiciones de que las “manos muertas” adquiriesen nuevos bienes, los eclesiásticos españoles se habían resistido. La primera desamortización efectiva comienza en 1798 con un Real Decreto de fecha 19/9/1798 de CARLOS IV que es motivada por la necesidad de atender los gastos de las guerras contra Francia y contra Inglaterra. No serán, pues, los liberales quienes iniciarán la desamortización en España, de hecho es CARLOS IV quien lo hace aunque sus razones son más fiscales que ideológicas.

La alianza de España con la primera república francesa, hecha por CARLOS IV por imperativos de paz, provoca la ruptura con Inglaterra y la consiguiente ocupación, por tercera vez, de la isla de Menorca (1798-1802). La Paz de Amiens (1802) la reintegrará definitivamente a España.

A finales del siglo XVIII España se acerca a los doce millones de habitantes.

Durante el siglo XVIII, consumada la unidad política española y anulada por la fuerza de las armas la legalidad catalana, se produce una curiosa paradoja: la unidad política española, con su imperio ultramarino, se convierte en una gran oportunidad para los derrotados de 1714. El dinero excedente de la agricultura catalana es invertido en el comercio americano, cuyos rendimientos favorecen la modernización de las viejas manufacturas. Así empieza la revolución industrial, que marcará la historia contemporánea catalana. Y, sin embargo, tan importante como el desarrollo comercial e industrial catalán es este otro factor: en el centro peninsular, donde reside el poder político, no se produce un desarrollo parecido. De manera que la moderna polaridad española se fundamenta en dos núcleos contradictorios y, a la vez, complementarios: una Barcelona burguesa y un Madrid político.

El 25 y el 26 de agosto de 1800 tiene lugar un enfrentamiento bélico entre tropas británicas y españolas, con victoria de las segundas, durante la guerra napoleónica de la Segunda Coalición, en diversos puntos cercanos a la Ría de Ferrol. Uno de ellos, el pueblo de Brión, da nombre a la batalla, a la que también se denomina en ocasiones Batalla de Doniños, por ser esta una de las dos playas en las que desembarcaron los atacantes. Como parte de los planes militares contra sus enemigos franco-españoles, altos mandos del ejército británico han recomendado a su gobierno ejecutar un ataque por sorpresa contra un objetivo estratégico lo más desprotegido posible. Por ello, el Secretario de Estado para la Guerra Henry Dundas ordena en 1800 una incursión en el puerto español de Ferrol (en la actual Provincia de La Coruña, Galicia), que dispone de unas defensas sumamente deficientes, a pesar de ser uno de los más relevantes de la Armada Española y de albergar un valioso arsenal. Para España, la mayor consecuencia positiva de esta victoria táctica es haber salvado in extremis un arsenal y unos barcos cuya pérdida habría sido de gran importancia para el desarrollo de la guerra. El Reino Unido intentó posteriormente otro ataque a la costa española: en octubre de ese mismo año, una escuadra se presentó frente a Cádiz, pero desistió de sus intenciones ante la inminente llegada de una tormenta.

Se firma el Tratado de S.Ildefonso, entre España y Francia, el 1 de octubre de 1800. NAPOLEÓN Bonaparte promete la creación de un Estado en Italia que dependerá directamente de España, a cambio de tener a su disposición la Armada Real Española para la guerra con Inglaterra y la recuperación de la Luisiana (en poder de España desde 1763). Francia recupera (al menos temporalmente) parte de su Imperio norteamericano, perdido cuarenta años antes. Por otra parte, España se compromete a declarar la guerra a Portugal, tradicional aliado del Reino Unido, comenzando así la que se denominará “Guerra de las Naranjas”.

Debido al incumplimiento portugués del bloqueo continental decretado por Francia contra Gran Bretaña, España y Francia, en virtud del Convenio de Aranjuez, suscriben un tratado de invasión de Portugal, para obligar a este país a romper la Alianza Luso-Británica y a cerrar sus puertos a la navegación Británica. Así, pues los antecedentes de este enfrentamiento hay que buscarlos en la política exterior francesa, enfrentada a Inglaterra. Ésta, además de una gran flota, disfruta de una posición envidiable en la península ibérica, al dominar Gibraltar y tener como aliada a Portugal, que le cede el uso de sus puertos, circunstancia a la que desea poner fin NAPOLEÓN. Para ello, apela el emperador francés al Tratado de San Ildefonso (1800), que establece el compromiso de ayuda mutua entre Francia y España, esgrimiendo el peligro que para Francia, aliada de España, supone la influencia y presencia británicas en Portugal. CARLOS IV de España trata de solucionar pacíficamente el problema, enviando cartas a su hija Carlota Joaquina y a su yerno Juan, regente de Portugal. Pero ante su escaso éxito y bajo las presiones francesas declara la guerra a Portugal el 27/2/1801.

En España, la política llevada a cabo por el valido Manuel GODOY depende cada vez más de los dictados franceses. GODOY es nombrado “generalísimo de mar y tierra” del ejército formado por 60.000 españoles y unos 20.000 franceses. NAPOLEÓN promete a GODOY un reino en el Algarve portugués a cambio del permiso necesario para atravesar la península e invadir el país vecino. Las ansias de poder del valido no le permiten contemplar la realidad y ese permiso se concede. El ejército hispano-francés invade Portugal por el Miño, por el Algarve y por Extremadura, donde se concentra el grueso del ejército, al frente del cual está el mismísimo Godoy. A los franceses se les ha reservado la margen derecha del Tajo. La resistencia portuguesa es mínima. Por otra parte, a la débil organización militar (no más de 20.000 hombres), Portugal ha de añadir la indolencia de los ingleses, que se niegan a ayudarle a pesar de las peticiones de socorro hechas desde Lisboa.

En su enfrentamiento armado con los portugueses, los españoles penetran el 20 de mayo por los territorios de Olivenza y Juromenha, que capitulan. Por el contrario, la guarnición de Yelves mantiene la resistencia gracias a su artillería, lo que no impide que las avanzadillas españolas penetren en los jardines de sus fosos, donde cortan un ramo de naranjas, que ofrecen a Godoy y que éste se apresura a remitir a la reina, por lo que esta guerra será conocida con el nombre de “Guerra de las Naranjas”

La campaña es fácil en Portugal para los españoles. Un postrero ataque de GODOY el día 29/5 produce la desbandada portuguesa.