Pero los ministros del joven TOLOMEO XIII buscando ganarse el favor de CÉSAR, en el que ven al nuevo amo de Roma, hacen decapitar -en la fecha- a POMPEYO en la misma playa donde ha desembarcado.

En su persecución de POMPEYO, CÉSAR llega a Egipto ayudado por tropas hebreas -que en agradecimiento disfrutarán, posteriormente, de ciertos privilegios: exención del culto oficial y del servicio militar-. TOLOMEO le envia a CÉSAR un lujoso cofre, con la cabeza y el anillo de su rival Pompeyo. El hecho produce un efecto opuesto, ya que CÉSAR disgustado, le depone y pretende castigar a los criminales. TOLOMEO XIII sale huyendo del campamento y trata de refugiarse en una nave, mas perece ahogado sin poder conseguirlo. CÉSAR consigue, en la fecha, dejar fuera de combate al ejército egipcio. En estas acciones se incendia la Biblioteca de Alejandría.

Parece ser que CLEOPATRA se encuentra acampada más allá de Pelusio y las tropas de su hermano TOLOMEO XIV le impiden avanzar. Una noche CLEOPATRA atraviesa las líneas enemigas y consigue que un barquero la lleve hasta Alejandría. CÉSAR se encuentra en sus aposentos cuando se le comunica que ha recibido un regalo: un alfombra. Cuando esta es desenrrollada, ante los ojos de aquel cincuentón aparece una jovencita de veinte años con el grado justo de desaliño. Es la mismísima CLEOPATRA.

La muerte de Pompeyo hace desaparecer la causa pública que justifica la presencia de CÉSAR en Egipto. Pero CÉSAR se queda, en una decisión controvertida y criticada desde Roma. Los historiadores antiguos lo atribuirán a los irresistibles encantos de CLEOPATRA. Mas bien parece que CÉSAR quiere que la rica Egipto le ayude financieramente, como antes lo ha hecho con Pompeyo. La tensión en que se encuentra el país le obliga a convertirse en amo y señor si quiere asegurarse este soporte. Por otra parte, está claro que para sobrevivir políticamente CLEOPATRA tendrá que contar con la colaboración de Roma y con su asentimiento. Su alianza con JULIO CÉSAR se explicará desde esta perspectiva con independencia de los recursos que CLEOPATRA utilice para llevarla a cabo y de la posible interferencia de sentimientos que resulltarán dificiles de valorar.

A CÉSAR y CLEOPATRA les nace un hijo, TOLOMEO CESARIÓN, o sea, pequeño César.

CÉSAR decide, pues, poner en orden las disputas dinásticas y erigirse en árbito del conflicto egipcio. Muertos Potino, Aquilas y el propio Tolomeo XIII, CÉSAR interviene, en la fecha, en la disputa por el trono egipcio a favor de la reina CLEOPATRA, hija de TOLOMEO XII, y de otro de sus hermanos, el más joven de ellos, TOLOMEO XIV, de trece años de edad, con quien ha de casarse siguiendo la costumbre egipcia y la decisión de CÉSAR. Ahora, sin embargo, tal como atestiguan las inscripciones de la época, se sitúa a CLEOPATRA en primer lugar. Es, en definitiva, la auténtica reina de Egipto porque constituye la apuesta de JULIO CÉSAR. A la menor de las hijas de TOLOMEO XII, Arsinoe, en cuyo nombre ha iniciado su tiránico reinado Ganómedes, la manda expulsar del reino enviándola a Roma.

Es evidente que la joven reina de Egipto alberga la ambición de inaugurar con CESARIÓN una dinastía juliotolemaica de una Roma y Egipto que reine sobre el mundo civilizado. Cuando todo parece encaminarse hacia este fin el asesinato de César da al traste con todas estas ambiciones. CLEOPATRA regresa a Egipto donde probablemente hace matar a su hermano y marido TOLOMEO XIV ya de quince años y que se ha vuelto contra ella, pues su nombre deja de aparecer en documentos oficiales y asocia al trono a CESARIÓN como TOLOMEO XV.

CLEOPATRA decide conquistar a MARCO ANTONIO porque ha apostado a que él será el nuevo César. MARCO ANTONIO se proponía obtener dinero y ayuda de ella para sus campañas, pero acaba enamorándose. ANTONIO se desplaza a Alejandría y parece olvidarse tanto de los partos como de que tiene una esposa en Roma, Fulvia. En la capital egipcia, CLEOPATRA le ofrece un carrusel de placeres sin fin. CLEOPATRA juega sus cartas con inteligencia. Sólo la consolidación de sus dominios y el refuerzo de su posición diplomática pueden garantizar su superviviencia. Lo intentará por todos los medios tratando de aprovechar las debilidades de la convulsionada política interna de Roma.

Marco ANTONIO, gobernador de la parte oriental del Imperio, se instala en Tarso (Cilicia) en la costa meridional de Asia Menor. Desde allí manda llamar a CLEOPATRA, tanto para reprenderla por no haber apoyado a su bando durante la reciente guerra civil como para asegurarse su colaboración en la lucha contra los partos. MARCO ANTONIO no llegará a pronunciar una sola de las duras palabras que le tiene reservadas. La reina de Egipto guarda una sorpresa que va a dejarlo mudo y a sus pies. CLEOPATRA llega a Tarso remontando el río Cidno. La embarcación lleva velas púrpuras, el más escandalosamente caro de los tintes. Los remos son de plata. La tripulación está formada exclusivamente por mujeres, ataviadas como nereidas, y niños encarnando a amorcillos. CLEOPATRA, a imagen y semejanza de la diosa del amor Afrodita, está sentada en un trono dorado. Invita a MARCO ANTONIO a subir al barco y le ofrece las legendarias perlas disueltas en vinagre. La astuta reina da al romano, a quien le gusta compararse con el orgiástico dios Dionisio, el espectáculo que precisa.

El tórrido romance entre MARCO ANTONIO y CLEOPATRA parece tocar a su fin. Tras la partida del romano, ella da a luz dos gemelos, Cleopatra Selene y Alejandro Helios. Él, sin embargo, no acude a Egipto a conocer a sus hijos.