Continuando su trayecto, TARIK llega, pasando por Amaya, hasta Astorga, capital de la provincia visigoda Asturiensis o Autrigonia, donde de nuevo une sus fuerzas con MUSA, y llegan juntos hasta Lugo, capital de la provincia de Gallaecia, ciudad fuertemente amurallada que es sometida. En aquella zona recibe pacto de sumisión de diversas ciudades de ambas provincias visigodas, entre las que cabe destacar a Gijón (ciudad fundada por los romanos), en la misma costa de Asturias.
Con la toma de Lugo, los árabes se han apoderado ya no sólo de la capital del reino visigodo, sino también de la cabeza administrativa de más de la mitad de las provincias visigodas, excepto las ciudades de Tarragona y Narbona, y la aún sitiada Mérida. Antes de llegar a Lugo, MUSA ha recibido una orden del Califa para ir a Damasco. Desde Lugo, MUSA se dirige otra vez a Toledo, pero esta vez por Salamanca, sometiendo igualmente las poblaciones a su paso.
DOCTRINA Y EXPANSIÓN DEL ISLAM
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Muchas regiones y ciudades aún no reconocen el dominio de los invasores árabes. Mérida, por ejemplo, no se rinde hasta la fecha.
Muchas regiones y ciudades aún no reconocen el dominio de los invasores árabes, estando bajo el control de nobles o de otras autoridades locales que capitanean la resistencia. Entre ellas destaca Mérida, la segunda ciudad del país por población y riqueza. Mérida lleva muchos meses resistiendo (casi un año), abastecida por su puerto fluvial y protegida por una fuerte muralla, restaurada por los visigodos y que causa admiración a los invasores árabes. Es ABD EL AZIZ, hijo de MUZA, quien, aún bajo el gobierno de su padre, acaba el asedio de esta ciudad, que se rinde el 30 de junio de 712. El convenio de capitulación (llamado por los árabes sulh) respetaba la vida y bienes de los emeritenses, permitiéndoles celebrar sus cultos, mientras que los árabes se apropiaban de los bienes de todas las iglesias (que servían para mantener hospitales, escuelas y viudas, y al propio clero) y de quienes hubiesen huido.
MUSA proclama la soberanía del Califa omeya de Damasco sobre toda la Península.
MUSA proclamará en Toledo, la soberanía del Califa omeya de Damasco sobre toda la Península, declarandola waliato o emirato del Califato Omeya, con capital en Sevilla, rompiendo un acuerdo anterior con AGILA II a quien se le obligará a renunciar a la corona. MUSA parte hacia Damasco a finales del 712, llamado por el califa Walid para rendir cuentas. Deja al frente del ejército a su hijo ABD EL-AZIZ. MUSA y TARIK viajan con buena parte del riquísimo Tesoro Real visigodo y otro botín, así como con algunos nobles visigodos. En Damasco caerá en desgracia con el siguiente califa, Sulayman, por la forma en que ha repartido el botín, y será condenado a muerte mediante crucifixión por un delito -del que ya es reincidente- de malversación de fondos. Dicha pena se le conmutará por el pago de una fuerte multa. MUSA morirá asesinado en una mezquita de Damasco en el año 716. TARIK morirá en la miseria.
ABD EL AZIZ, hijo de Musa, se dedica a extender el control árabe en la península.
A lo largo de 713, ABD EL-AZIZ , hijo de Musa, se dedica a eliminar los focos de resistencia existentes en el centro y sur de la península, tanto en centros urbanos como en las zonas montañosas, con el fin de asentar su control en el extenso territorio conquistado, y evitar situaciones de peligro en su retaguardia. Así, avanza por la Bética oriental, sometiendo de nuevo Málaga y Granada, y siguiendo por Guadix hasta llegar a Lorca y Orihuela, en el sureste peninsular. Para extender el control árabe en la península, y dado lo limitado de sus fuerzas militares, ABD EL AZIZ, además del recurso de la fuerza, establece también acuerdos y alianzas en determinadas regiones con los nobles visigodos. Aunque estos acuerdos, en general, no se respetarán por los árabes mucho tiempo, servirán para posibilitar y facilitar la conquista, que de otro modo habría sido aún más larga y costosa. Así, por ejemplo, el 5 de Abril de 713, firma un acuerdo con el conde Teodomiro, gobernador de Orihuela y de una extensa demarcación a su alrededor. Este Teodomiro es un noble con fama de culto y con prestigio de buen guerrero.
A la muerte de AL WALID I, SULEIMAN se convierte en califa Omeya.
A la muerte de AL WALID I, SULEIMAN se convierte en califa Omeya (715-717), y en su tiempo el califato alcanzará su máxima extensión: más de 7.000 km de Este a Oeste.
Dada la situación del mundo árabe, parece oportuno realizar otro intento de tomar Constantinopla.
Dada la buena situación del mundo árabe con la placidez de la conquista de Hispania, parece entonces oportuno realizar otro intento de tomar Constantinopla. Desde el último ataque cuarenta años antes, se han sucedido siete emperadores en aquella capital, que no ha dejado de ser escenario de luchas. Pero en el momento en que los musulmanes llevan adelante su segunda ofensiva, asciende al trono el vigoroso emperador, LEÓN III. Reorganiza el Imperio y dispone una sólida defensa, que completa con el uso del «fuego griego».
OMAR es el nuevo califa omeya (717-720).
OMAR II es el octavo califa omeya (717-720).
Los musulmanes toman Tortosa, Tarragona, Barcelona y Empúries llegando hasta Girona.
El emir AL-HURR desde el otoño de 716 y en los dos años siguientes realiza sucesivas campañas por la parte noreste de la península. Así, pues, a finales de 716 y principios de 717, los musulmanes, en su avance por la parte oriental de la península ibérica, toman Tortosa, Tarragona, Barcelona y Empúries llegando hasta Girona. En realidad, sólo alguna ciudad opone resistencia, por ejemplo Tarragona, pero sufre daños espantosos. Empúries también es destruida. Barcelona, en cambio, no parece que se resista demasiado. Si Tarragona no había podido con los sarracenos, es de ilusos esperar que los consiga una pequeña población como Barcelona. En realidad todos los reductos de posible resistencia se encuentran en el norte, hacia los Pirineos, hacia donde se dirige la gente de los lugares llanos.
En un año, los musulmanes son repelidos con lo que el avance del Islam queda frenado en Oriente.
En un año, los musulmanes son repelidos con lo que el avance del Islam queda frenado en Oriente. Desde entonces Constantinopla y Anatolia gozarán de relativa seguridad, aunque seguiran ataques intermitentes hasta mediados del siglo IX y en algunos de ellos los árabes llegarán muy cerca de Constantinopla. (El primer ataque con el consiguiente asedio se produjo en 674). Una vez expulsados los musulmanes de Constantinopla, LEÓN III reforma la vida religiosa del Imperio. Se opone a la superstición y a la comercialización de la milagrería que se ha apoderado de la cristiandad bizantina en esta época, así como al elevadísimo número de monjes que escapan al servicio militar y a los impuestos. En consecuencia, LEÓN prohibe las estatuas y pinturas que sirven de base a aquellos milagros, y pide adhesión a la condena bíblica de la idolatría. O sea que toma una postura «iconoclasta» («rotura de imágenes»)
El califa Omar II decide continuar en Hispania y nombrar un nuevo gobernador, al-Samh ben Malik.
El califa Omar II, en 718, un año después del inicio de su reinado, estudia el abandono de las conquistas en Hispania. Aunque se desconocen los motivos exactos, estas dudas parece que tienen que ver con la continuidad de las acciones bélicas que proporcionaban escasos ingresos, pues se los comía el gasto de sostener un numeroso ejército; por lo lejano de las operaciones, con comunicaciones difíciles; y por la fragilidad aún existente de la conquista. Un hecho importante para estas dudas del Califa son también los primeros enfrentamientos en la península entre los bereberes del norte de África, recién islamizados, y los árabes. Los segundos ven a los primeros como musulmanes de segunda, y estos han recibido una parte muy pequeña del botín. Los aproximadamente 35.000 soldados bereberes no se sienten bien pagados, y entre 716 y 718 han habido dos nuevas migraciones de bereberes hacia la península, lo que ha aumentado gravemente la tensión entre los invasores. Finalmente, sin embargo, Omar II opta por continuar en Hispania y nombrar un nuevo gobernador, al-Samh ben Malik (718–721).