Después de celebrarse en Agadir el día 8/11 una última entrevista entre Carro Martínez, subsecretario español de la Presidencia y el monarca alauita, el día 9, HASSAN II da por cancelada la “Marcha Verde”. En principio, el hecho se interpreta como un éxito de la firmeza española. El Sáhara por fin podrá optar libremente por la independencia o la vinculación a alguno de sus países limítrofes, Marruecos y Mauritania.

Antes, el Gobierno español ha intentado todo para borrar la personalidad del pueblo Saharaui, imponiendo la sedentarización a poblaciones nómadas, favoreciendo los matrimonios mixtos, decretando la prohibición de la lengua Saharaui, en favor de la “del imperio”, prohibiendo sus fiestas tradicionales, deteniendo, deportando y haciendo desaparecer, a manos de las tropas coloniales españolas, los dirigentes Saharauis. Sin olvidar la mascarada del PUNS, cuyos representantes en las Cortes españolas eran simples marionetas del franquismo.

Habiendo aprobado las Cortes españolas la descolonización del Sáhara Occidental, se firman, en la fecha, siendo Jefe de Gobierno ARIAS NAVARRO, seis días antes de la muerte del general FRANCO, los “Acuerdos de Madrid” entre España, Marruecos y Mauritania. Estos acuerdos, que no serán revelados hasta el día 21, conceden la administración del Sáhara Occidental a Marruecos (las dos terceras partes del Norte) y Mauritania (un tercio del Sur) a cambio de una participación española de un 35% del capital de la compañía mixta hispano-marroquí que explota los fosfatos de Bu Craa y garantías para las pesquerías andaluzas en la zona sahariana. España, por su parte, se compromete a tener evacuado el territorio el 28/2/1976 abandonando el compromiso adquirido ante las Naciones Unidas para celebrar un referéndum entre los saharianos y se desentiende del Sáhara, que se reparte entre Marruecos y Mauritania.

Carlos Arias Navarro

El 20 novembre de 1975, a las cinco y veinticinco minutos, el ‘equipo médico habitual’ certifica la muerte del ‘Generalísimo’. Tenía 83 años. Mientras Carlos ARIAS NAVARRO lee el comunicado por televisión –¡Españoles!¡Franco ha muerto!-, el escultor Santiago de Santiago saca un vaciado del rostro del caudillo y posteriormente se procede a embalsamar y amortajar su cadáver con el uniforme de  gala de capitán general. La capilla ardiente se instala en el palacio de Oriente y durante tres días innumerables españoles desfilarán ante ella para dar su último adiós al caudillo. Por singular casualidad, hoy se recuerda el aniversario del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera.

El final del dictador, con su postrero adiós de juicios y ejecuciones, vuelve a hacer de ETA la referencia simbólica y política dominante para toda una serie de núcleos, organizaciones populares, movimientos culturales pro euskaldunización, desprovistos de marco político central y válido para las nuevas formas de lucha que con la reforma política se prevén. A otro nivel, ETA ha conseguido que las organizaciones no nacionalistas asuman no pocos de los planteamientos culturales, ideológicos y políticos del nacionalismo. La llamada “cuestión nacional” se ha convertido en un imán para todas las organizaciones antifranquistas y el derecho de autodeterminación para las nacionalidades es teorizado y defendido por todas las alternativas políticas de izquierdas.

Finalmente Franco es solemnemente enterrado en el Valle de Los Caídos, en medio de una impresionante multitud. El sepelio está presidido por D. JUAN CARLOS y es oficiado por el cardenal Tarancón, presidente de la Conferencia Episcopal Española. Su despedida de este mundo hace visible la soledad y el aislamiento internacional del dictador y su régimen. FRANCO se va en medio del reproche público y universal generado por su dictadura y acrecentado a última hora por los fusilamientos habidos en España en el pasado mes de septiembre. Sólo los más ultras no han querido ver la realidad del régimen: su desconexión con el mundo libre que ha acudido al entierro con representaciones diplomáticas de tercer nivel.

En la fecha, se legaliza el Partido Comunista de España. La detención de Santiago Carrillo, presidente del PCE, el pasado mes de diciembre precipita los acontecimientos. En el mes de febrero los comunistas, acogiéndose a la Ley de Reforma Política, han presentado su petición de legalización. Al tiempo, mientras en el seno del gobierno, en los ejércitos, y en los poderes fácticos surgen tensiones por la petición de legalización, los comunistas se dedican a demostrar por todo el país, mediante declaraciones de sus líderes y simpatizantes, sus deseos de participar pacíficamente en el proyecto de reforma español.

Durante los primeros cuatro meses del año 1977 se legalizan los sindicatos y casi todos los partidos políticos, a la vez que se concede una amplia amnistía. Antes de ser legalizados, la mayoría de partidos ya han disfrutado de una creciente permisibilidad e incluso han organizado actos públicos. El primer mitin político tolerado en Barcelona lo hizo el PSC(Congreso) el junio de 1976 al Palacio Azulgrana, casi un año antes de ser legal. La legalización de los partidos extiende las fiestas y actos políticos y hace conocer los nombres y las caras de los líderes hasta entonces clandestinos: Joan Reventós, Gregorio López Raimundo, JORDI PUJOL, Heribert Barrera, Felipe González o Santiago Carrillo. Se inscribe un auténtico alud de organizaciones y siglas. Así, el Partido Comunista es legalizado el 9 de abril de 1977 y provoca el primer enfrentamiento directo con el estamento militar, aunque sin consecuencias, en el proceso de reforma política.

En 1980 la salud de DALÍ se deteriora seriamente. Con su mujer, Gala —que ya manifiesta síntomas de senilidad—, supuestamente consume un cóctel de fármacos que daña seriamente su sistema nervioso, con la consecuencia de incapacitarle prácticamente para la creación artística. Con 76 años, el estado de DALÍ es lamentable, y su mano sufre constantes temblores que evidencian el progreso de la enfermedad de Parkinson.

En 1982 el rey JUAN CARLOS I concede a DALÍ el título de marqués de Púbol, que el artista agradece con un dibujo, titulado Cabeza de Europa, que a la postre resultará ser su último dibujo, y que le entregará tras la visita real a su lecho de muerte el 5 de diciembre de 1988.