LEÓN I el Magno (Papa) (440-461)

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A partir del papa LEÓN I Magno el poder de los papas irá adquiriendo un mayor influjo político y civil.


A partir de LEÓN I Magno el debilitamiento de la autoridad imperial traerá consigo otra consecuencia: el poder de los papas irá adquiriendo un mayor influjo político y civil, porque ese poder será la única autoridad que en alguna manera podrá oponerse a los invasores bárbaros, conservar el centro de unidad y socorrer la miseria de las poblaciones. Pero es que, por otra parte, LEÓN I está convencido de que el sucesor de Pedro en la sede romana tiene el poder de primacía que Jesús otorgó a Pedro (Mt 16;18). De hecho interviene en asuntos de la Iglesia tanto en España (priscilianismo) como en el Norte de África. No admite discusión sobre la primacía. Los obispos son llamados a participar en la solicitud pastoral del obispo de Roma, pero no en su plenitud de poderes. Todos tiene idéntica dignidad, pero diferente rango. Esta doctrina no plantea problemas especiales en Occidente y, salvo raras excepciones, nadie la discute. En Oriente la cuestión es bien distinta. Allí ni los legados de Roma son bien recibidos ni se aceptan las protestas del obispo de Roma.

LEON I Magno (o el Grande) es elegido Papa. Será uno de los más grandes sucesores de Pedro.


LEON I Magno (o el Grande) -papa- (29.9.440-10.11.461) De origen toscano, este papa será uno de los más grandes sucesores de Pedro, uniendo en su persona una religiosidad acendrada, una inteligencia notable y admirables dotes de negociador político. Primero de los tres papas apodados «El Grande», LEÓN era hijo de Quintianus y los datos históricos más antiguos lo sitúan como diácono en Roma bajo el pontificado de Celestino I convirtiéndose en un destacado diplomático con el papa Sixto III quien, a petición del emperador Valentiniano III, lo envía a la Galia con la misión de resolver el enfrentamiento entre Aecio, el comandante militar de la provincia, y el magistrado Albino. En esta misión se encuentra LEÓN, cuando tras fallecer el papa Sixto III, conoce su elección como nuevo pontífice. Se dirige entonces a Roma donde, en la fecha, es consagrado. Combatirá exitosamente, mediante la celebración de varios concilios, el maniqueísmo que desde África se ha extendido por Italia, el pelagianismo que ha rebrotado en Aquilea, y el priscilianismo que se mantiene en España.

Los obispos de Hispania se reúnen en concilio y redactan una Regla de Fe contra el priscilianismo.


Los obispos de Hispania se reúnen en concilio, animados por el Papa LEON I el Magno, y redactan una Regla de Fe contra el priscilianismo.

Aparece una nueva doctrina -monofisismo-, opuesta a la de NESTORIO y defendida por EUTIQUES.


La unión y reconciliación entre los obispos de Alejandría y Antioquía aprobada en 433, deja insatisfechos a los extremistas de los dos partidos. Así, en la fecha, aparece una nueva doctrina -monofisismo (de «monos»=una y «fisis»=naturaleza)-, opuesta a la de NESTORIO y defendida por el archimandrita EUTIQUES, que afirma en Cristo la presencia de solamente la naturaleza divina que habría absorbido a la humana. Según esta doctrina es imposible que Jesucristo haya padecido y muerto por nosotros, pues no ha tenido un cuerpo humano como el nuestro, sino sólo una apariencia humana fantasmal. Durante las controversias religiosas que surgirán, la Iglesia egipcia se inclinará por el monofisismo quedando aislada del resto de la cristiandad.

El papa LEÓN I en su «Tomo a Flaviano» condena la postura de EUTIQUES


Ante las afirmaciones de las herejías que sostienen la separación entre el Padre y el Hijo, considerado como inferior al Padre, el papa LEÓN I restablece -en la fecha- la tradición ortodoxa en su célebre dogmática “a Flaviano, Tomus Leonis”. El papa LEÓN I condena la postura de EUTIQUES formulando al mismo tiempo la teología ortodoxa de las dos naturalezas de Cristo.

Concilio en Efeso para tratar del monofisismo. Sólo partidarios de Eutiques y el Obispo de Roma.


TEODOSIO II asume la defensa de EUTIQUES -padre del monofisismo, también llamado eutiquianismo- y convoca -contra la voluntad del papa- un Concilio en Efeso (Asia Menor) al que invita casi exclusivamente a los partidarios de EUTIQUES y al Obispo de Roma. Participan 130 obispos. El papa LEON I envía sus legados quienes tienen el encargo de presidir la asamblea y de dar a conocer la carta en la cual el papa expone claramente la doctrina ortodoxa sobre la encarnación ya aprobada. DIÓSCORO de Alejandría, sucesor de Cirilo, que lleva una muchedumbre de monjes vocingleros, no permite que se lea la comunicación papal –ya que, entre otras razones, los representantes del obispo de Roma no saben griego- y retiene para sí la presidencia del Concilio. El Concilio da la razón a EUTIQUES -que es rehabilitado y su teoría declarada como ortodoxa- en medio de gran confusión y hasta violencia física, que cuesta la vida a FLAVIANO, obispo de Constantinopla. Cuando el papa LEÓN I se entera de lo ocurrido, declara, indignado, nulo el Sínodo negando toda validez al concilio, y escribe una carta a la emperatriz Pulqueria en la que lo califica de «latrocinio». (Como el «latrocinio de Éfeso» pasará a la historias).

IV Concilio ecuménico en Calcedonia a orillas del Bósforo.


Habiendo sido detenido el empuje de los hunos de ATILA, la emperatriz PULQUERIA influye para que el emperador MARCIANO convoque ahora un nuevo Concilio Ecuménico. En efecto, el Concilio se reúne en Oriente, en Calcedonia (IV Concilio Ecuménico) a orillas del Bósforo. El Papa LEÓN I es invitado a que presida el Concilio. LEÓN I no puede desplazarse por la invasión de los hunos. El obispo de Roma envía tres legados. Es la primera vez que el obispo de Roma preside un concilio ecuménico. Más tarde se convertirá en la condición requerida para que un concilio sea reconocido como ecuménico. La carta del papa LEÓN I, traza claramente y para siempre, la doctrina ortodoxa: «Creemos firmemente en un Cristo único, en el cual hay dos naturalezas, no confundidas, no transformadas, no divididas, porque la unión de las naturalezas no ha quitado la diferencia en cuanto que cada una de ellas ha conservado sus respectivas propiedades y se ha unido con la otra en una única Persona y en una única hipóstasis». Los padres conciliares saludan las conclusiones proclamando: «¡Ésta es la fe de nuestros padres!» «¡Pedro ha hablado por boca de León!”

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A pesar de su equilibrada formulación, el Concilio Ecuménico de Calcedonia no trae la paz.


A pesar de su equilibrada formulación, el Concilio Ecuménico de Calcedonia no trae la paz. Y es que se toman algunas disposiciones disciplinarias con las que LEÓN I no está de acuerdo, Así, el canon 28 deja establecidas las cuatro circunscripciones orientales de Constantinopla, Antioquía, Jerusalén y Alejandría, a las que se añade la de Roma en Occidente. Estos son los cinco patriarcados que recibirán posteriormente -en 550- una existencia jurídica bajo Justiniano. A veces se hablará de «pentarquía» (gobierno de cinco). Constantinopla, tiene el mismo rango que Roma, lo que es inceptable por el papa LEÓN I, provocando el retraso de su adhesión a las decisiones finales del concilio. Posteriormente aceptará la postura doctrinal del concilio y se convertirá en uno de sus grandes valedores, pero seguirá rechazando el canon 28. Como es obvio, las reivindicaciones de la primacía de Roma, en los términos en que los papas han comenzado a formularla, siguen encontrando resistencia en Oriente.

El Concilio Ecuménico de Calcedonia es famoso por las importantísimas decisiones dogmáticas tomadas.


El Concilio Ecuménico de Calcedonia, que finaliza en la fecha, será famoso no sólo por las importantísimas decisiones dogmáticas tomadas, sino también, por la cantidad de sus participantes: 630 obispos -cifra que no se superará hasta 1870 (Concilio Vaticano I)- lo que da una idea del gran interés que ha suscitado. Este Concilio invalida el de Éfeso de 8/449 y condena definitivamente las doctrinas del monofisismo de EUTIQUES formulando el dogma de las dos naturalezas en Cristo y deponiendo a DIÓSCORO, obispo de Alejandría. Quedan, pues, aceptadas definitivamente las tesis de LEÓN Magno. No todos los monofisitas aceptan las decisiones del Concilio de Calcedonia. Por otra parte, el Concilio de Calcedonia somete a los monjes a la vigilancia de los obispos. Esta disposición se repetirá en algunos sínodos posteriores, v. gr., en el de Aquisgrán (802). El emperador MARCIANO aprueba todas las decisiones conciliares. El Papa reconoce solamente las decisiones dogmáticas.

Entrevista entre ATILA, el papa LEÓN I y unos cuantos eclesiásticos. ATILA se retira de Roma.


Al saber que se acerca ATILA, el emperador romano de Occidente VALENTINIANO III que se encuentra en la corte situada en Rávena, huye hacia Roma. ATILA se acerca a Roma. El papa es LEÓN I el Grande quien revestido con sus ornamentos pontificales, se dirige al encuentro de ATILA, y en Mantua, sobre el río Mincio, se celebra una entrevista entre ATILA, el papa LEÓN I y unos cuantos eclesiásticos. Impresionado ante la personalidad del pontífice, y aceptando su ruego de clemencia y paz, ATILA se retira de Italia con su ejército, salvándose Roma. No parece muy probable esta reacción de ATILA; resulta mucho más fácil creer que el Papa le entrega una considerable cantidad de oro. De todos modos, la historia del papa LEÓN yendo al encuentro de ATILA contribuirá en gran medida a incrementar el prestigio papal.