Desde hace unos años, Austria domina completamente Italia. La región nororiental, Lombardía y Venecia, forman parte en realidad del Imperio austríaco desde los tiempos del Congreso de Viena. El resto de Italia se halla bajo gobernantes locales sometidos por completo a Austria. La única parte que conserva algo de su independencia es Cerdeña, en el Noroeste, y ha sido derrotada por Austria en 1830. Sin embargo, se alzan demandas por toda Italia en favor de un país unido bajo alguna forma de gobierno representativo. La voz que más se deja oír es la de Giuseppe Mazzini, que ha estado conspirando durante años para derribar los diversos despotismos que atenazan Italia. Ahora se encuentra exiliado en Inglaterra, pero continúa tratando de encender la rebelión en su país en favor de una república unitaria y democrática. Aunque nunca logrará este propósito, mantendrá viva la esperanza que aumenta en 1846 cuando, el 21 de junio, es entronizado el Papa Pío IX. Se le tiene por algo liberal, y después de una serie de pontífices reaccionarios parece personificar un soplo de aire fresco. De inmediato introduce diversas reformas en la censura,en la amnistía y en las estructuras financieras u jurídicas.

Pío IX tiene fama de ser un hombre culto. En la fecha, proclama una amnistía para los presos con delitos políticos e instituye La Consulta, una cámara deliberante de representación popular (pero elegida no por sufragio universal, sino censitario) que propicia una mayor participación ciudadana en el gobierno de los Estados pontificios. También anula el antiguo gueto judío de Roma. Para sus propósitos liberalizadores tiene que pugnar arduamente con la propia curia romana, hasta el punto que en dos años tiene no menos de siete secretarios de Estado. En su papado prohibe la creación de asociaciones para la prevención de la crueldad animal.

En 1846, nace en Les Cabanyes (Alt Penedés, Barcelona) el que será obispo y escritor español Josep TORRAS I BAGES. Si admirable será su actividad apostólica, no lo será menos su labor literaria. Sus documentos pastorales serán modelos de doctrina y de literatura. El pensamiento de Torras i Bages se alinea en el ala derecha de los movimientos políticos e intelectuales de la Catalunya de su época. El lema de su obra, Catalunya será cristiana o no será, ha sido asumido por diversas generaciones del catalanismo político conservador y está esculpido en la fachada del monasterio de Montserrat. Esta frase, sin embargo, no se encuentra en ninguno de sus escritos.

Pío IX en «Qui Pluribus», encíclica del 9 nov. 1846, condena la afiliación a la masonería.

El papa PÍO IX reorganiza la Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro que sigue viva todavía. Los Caballeros del Santo Sepulcro, con sus capas blancas y la quintuple cruz roja de Godofredo de Bouillon en el hombro izquierdo (símbolo de las cinco llagas de Cristo), son de gran ayuda del Patriarca de Jerusalén; construyen iglesias, conventos y seminarios y actúan como guardias de honor de los altos dignatarios de la Iglesia.

Obligado por la revolución, PÍO IX otorga una Constitución en Roma.

El Papado se une a Piamonte en la lucha contra el dominio austriaco.

El 8 de julio de 1848 el Papa Pío IX nombra segundo Obispo de San Salvador al Canónigo Deán Don Tomás Miguel Pineda y Saldaña, consagrado al año siguiente en Ocotepeque por Mons. Compoy y Pérez.

En Portugal, el 21 oct. 1848, el conde de Tomar, ministro de la reina María II, firma con el internuncio un concordato, ampliado en 1857 para los territorios de Ultramar, que, a pesar de ratificar la confiscación de los bienes eclesiásticos y la supresión de los diezmos, permite el regreso de los religiosos expulsados y concede una subvención para el mantenimiento de los párrocos. El movimiento anticlerical, sostenido por la masonería, se hace, sin embargo, sentir nuevamente, sobre todo a partir de 1865, año en que tuvo lugar una violenta campaña en favor del matrimonio civil.

NARVÁEZ se enfrenta a una doble crisis; por una parte, la propia crisis económica que vive el país, y junto a esto, la cada vez mayor presión ejercida por los liberales a raíz de los movimientos revolucionarios que sacuden Europa durante 1848. Se ocupa, entre otras cosas, de prestar su ayuda al papa PÍO IX, que ha sido expulsado por los revolucionarios, propiciando con ello la firma del Concordato de 1851, aunque no se lleve a cabo hasta el gobierno de Bravo Murillo. Pero, al mismo tiempo, se vive una situación política de euforia, porque finaliza la guerra carlista.