GONZALO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA (El Gran Capitán)

Total de piezas: 21

Después de tres años de campaña, regresan de Nápoles las tropas españolas.


Después de tres años de campaña, en 1498 regresan a España las tropas españolas, dejando el reino de Nápoles en manos de FEDERICO II. En esta campaña GONZALO FERNÁNDEZ de Córdoba gana su sobrenombre de El Gran Capitán (sobrenombre dado públicamente por los propios franceses) y el título de Duque de Santángelo.

Creyéndose el rey de Francia con derecho a la corona de Nápoles, no duda en ceñírsela.


Creyéndose el rey de Francia con derecho a la corona de Nápoles, aprovecha las desavenencias de FERNANDO II de Nápoles, pariente de FERNANDO el Católico, con sus súbditos para ir a ceñirla. FERNANDO el Católico envia a GONZALO FERNÁNDEZ de Córdoba a socorrer a su pariente (Segunda expedición a Italia de GONZALO FERNÁNDEZ de Córdoba). El Gran Capitán vence a los franceses en Ceriñola (1503). Al ejército de tipo medieval, donde la caballería desempeña el papel principal, lo sustituyen formaciones donde domina la infantería: las «coronelías», compuestas por cuatro compañías de doscientos cincuenta a trescientos hombres, apoyados por elementos de caballería y de artillería. Una armadura ligera protege a los soldados, provistos de picas, de lanzas y jabalinas, mientras que un cuerpo de arcabuceros opone su poder de fuego al enemigo. Son tropas así equipadas y compuestas las que toman fácilmente ventaja sobre los ejércitos franceses durante la batalla de Ceriñola.

Segunda batalla de Seminara. Gonzalo Fernández de Córdoba derrota a Aubigny.


Segunda batalla de Seminara. Gonzalo Fernández de Córdoba, derrotado en la primera por única vez en su vida, se desquita y derrota ocho años después a Aubigny, que se refugia en la Roca de Anguito, aunque es finalmente apresado. Los franceses huyen dejando tendidos en el campo más de dos mil muertos y los españoles hacen algunos centenares de prisioneros. Libre de franceses, Calabria quedará en manos de los españoles.

Derrota del duque de Némours en la batalla iniciada el día anterior, en Cerignola, por Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.


Derrota del duque de Némours en la batalla iniciada el día anterior, en Cerignola, por Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, que no había aceptado suspender las hostilidades contra Francia pese al acuerdo firmado por Felipe el Hermoso con Luis XII de Francia, que a su vez se oponía a la política de Fernando el Católico, suegro de Felipe. Luis deberá renunciar a sus pretensiones sobre Italia.

CÉSAR BORGIA huye a Nápoles con el resto de la familia BORGIA.


Tras la elección del papa JULIO II, enemigo de los BORGIA, CÉSAR BORGIA huye a Nápoles con el resto de la familia BORGIA. El Gran Capitán lo encarcela por orden de FERNANDO el Católico y lo envía al castillo de Chinchilla. Posteriormente es trasladado al castillo de la Mota, en Medina del Campo.

HUG ROGER III gobernador del Castell Nou de Nápoles, es capturado y encarcelado por el Gran Capitán.


HUG ROGER III -último conde de Pallars-, que en el último tramo de su vida es gobernador del Castell Nou de Nápoles, es capturado en Nápoles por las tropas de GONZALO FERNÁNDEZ de Córdoba, el Gran Capitán, siendo conducido, con los grilletes puestos, a Barcelona, donde llega el 14/12/1503. HUG ROGER III sobre el que pende la pena de muerte, ve que por su avanzada edad, ésta le es conmutada por reclusión perpetua. Es trasladado a los calabozos de la prisión de Xàtiva, capital de la comarca valenciana de la Costera. Su pecado ha sido enfrentarse a la monarquía de los Trastamara: primero a la del rey Juan II y, posteriormente, a la de su hijo FERNANDO II el Católico.

Manda LUIS XII un nuevo ejército a Italia, que es igualmente vencido a orillas del Garellano .


Manda LUIS XII un nuevo ejército a Italia, que es igualmente vencido a orillas del Garellano (28–29 de diciembre de 1503), y los franceses tienen que rendir la plaza fuerte de Gaeta y dejar libre el campo a los españoles. El Gran Capitán. en su segunda campaña italiana, no sólo ha derrotado en toda regla al enemigo, sino que ha consolidado un nuevo orden europeo. Su recompensa es ser nombrado virrey de Nápoles, donde, en la fecha, entra victorioso.

Francia cede Nápoles a la Corona de Aragón tras las victoriosas campañas de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.


Francia cede Nápoles ala Corona de Aragón tras las victoriosas campañas de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. Luis XII retira sus aspiraciones sobre Italia.

En Nápoles, GONZALO FERNÁNDEZ de Córdoba se acostumbrará al lujo y a ser eso, un vicerrey, prácticamente un monarca.


En Nápoles, GONZALO FERNÁNDEZ de Córdoba se acostumbrará al lujo y a ser eso, un vicerrey, prácticamente un monarca, y tal vez por ello, tal vez porque siempre fue hombre de Isabel y de Castilla y no tanto de FERNANDO II de Aragón, éste lo apartará del poder y le retirará el mando de tropas y hombres. Ahí es donde surge la leyenda de que el Rey Católico le pide cuentas a FERNÁNDEZ de Córdoba de sus gastos de campaña y sobre sus derroches en la gestión del virreinato napolitano. Las cuentas del Gran Capitán son eso, una leyenda sin base histórica, pero alcanzaron gran difusión durante todo el XIX, hasta el punto de que en el actual Museo del Ejército, en Madrid, pueden leerse unas ¿cuentas del Gran Capitán? probablemente tan poco auténticas como la Tizona del Cid Campeador que el mismo museo luce con orgullo. Las cuentas, además, han tenido varias versiones, y ello demuestra que carecemos de documento original y que nos hallamos ante una tradición oral que hizo fortuna…

Cuentas del Gran Capitán.


En cualquier caso, cuando el rey Fernando le pide al Gran Capitán la justificación de los gastos de la conquista de Nápoles y las cuentas de su gestión al frente del reino italiano, el general responde con una relación de partidas que la leyenda quiere que diga algo así como: \»Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las armas españolas. Cien millones en picos, palas y azadones (para enterrar a los muertos del adversario). Cien mil ducados en guantes perfumados para preservar a las tropas del mal olor de los cadáveres de sus enemigos. Ciento sesenta mil ducados en poner y renovar campanas destruidas por el uso continuo de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo. Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino\». Es sólo una de las versiones de este inverosímil episodio, pero ejemplifica por qué desde que la leyenda cobra fama, las cuentas del Gran Capitán han pasado a ser sinónimo de gasto o de relación contable hecho de forma arbitraria y sin justificación alguna. La altanería y el desprecio implícito al monarca brillan adornando la leyenda de quien, tras ganarse el ducado de Santángelo y una inmensa popularidad entre sus hombres, acabó sin mando y sin plaza y sin el favor del rey.