El episcopado español suscribe, en julio de 1936, una carta colectiva -al parecer inspirada por el cardenal Gomá- a favor del levantamiento antirrepublicano. En el documento se afirma que la sublevación es un «plebiscito armado que ellos no desean» y en el que los cristianos españoles han tomado «bajo su responsabilidad personal» la necesidad de alzarse en armas «para salvar los principios de la religión». El documento va firmado por cuarenta y cinco obispos residenciales y cinco vicarios capitulares. No lo suscriben, por diversas razones, cinco obispos, entre los que cabe destacar al arzobispo de Tarragona, cardenal Vidal i Barraquer, y al obispo de Vitoria, monseñor Mújica. El cardenal Vidal i Barraquer está exilado en Roma y no considera apropiado que los obispos se decanten en guerra de forma excluyente a favor de una de las partes beligerantes, motivos que conducirán, terminada la guerra, a que sus actividades se consideren antiespañolas por el bando vencedor, por lo que no se le permitirá volver a su diócesis de Tarragona. Monseñor Mújica se niega a firmar porque hace responsables a las autoridades franquistas del fusilamiento de catorce sacerdotes nacionalistas vascos en septiembre del pasado año.

Incorporación a filas de la quinta de 1939.

En conmemoración del primer aniversario del asesinato de CALVO SOTELO esta fecha es declarada día de luto en la zona nacional.

Obligatoriedad semanal en la zona franquista del «Día del plato único» y del «Día sin postre».

A partir del 18 de julio las fuerzas franquistas atacan Brunete por tres frentes, mientras que la Legión Cóndor hace estragos en los cielos y deja caer sus bombas en las posiciones republicanas. La batalla se prolongará hasta el día 25 bajo unas temperaturas extremas por el abrasador sol del verano. En el enfrentamiento de Brunete, los muertos entre los dos bandos ascienden a casi 40.000 hombres. Quien se lleva la peor parte en esta cruenta lucha son las Brigadas Internacionales. Los batallones Lincoln y Washington tienen que rendirse ante las numerosas bajas y entre ellos se producen violentos episodios de desobediencia. Las tropas republicanas se ven obligadas a retroceder a sus posisicones iniciales. En la zona franquista se añade a los documentos oficiales la indicación «II Año Triunfal».

La victoria franquista en la localidad madrileña de Brunete tiene lugar el 25 de julio de 1937, permite a los alzados preparar detenidamente el definitivo avance hacia los territorios del norte peninsular que todavía permanecen fieles al gobierno republicano. La Guerra Civil española toma así un derrotero significativo a favor de los intereses de los autodenominados ‘nacionales’.

Inicio de la ayuda francesa a la República española en guerra.

El Ejército nacional del Norte reanuda su ofensiva sobre Santander.

La responsabilidad directa y esencial de Carrillo en millares de crímenes ha sido confirmada de manera irrefutable tras la apertura de los archivos de la antigua URSS. Al respecto, existe un documento de enorme interés emanado del puño y letra de Gueorgui Dimitrov, factótum a la sazón de la Komintern o Internacional Comunista. El texto, de 30 de julio de 1937, está dirigido a Voroshílov y en él le informa de la manera en que prosigue el proyecto de conquista del poder por el PCE en el seno del Gobierno del Frente Popular. El documento reviste una enorme importancia, pero nos vamos a detener en la cuestión de las matanzas realizadas en Madrid que Dimitrov menciona en relación con el peneuvista Irujo: “Pasemos ahora a Irujo. Es un nacionalista vasco, católico… Quería detener a Carrillo, secretario general de la Juventud Socialista Unificada, porque cuando los fascistas se estaban acercando a Madrid, Carrillo, que era entonces gobernador, dio la orden de fusilar a los funcionarios fascistas detenidos”.

Posteriormente, después del recibimiento de los que serán llamados «Niños de Morelia» se permite e impulsa la llegada a México de una generación de intelectuales que participarán activamente en la vida nacional y universitaria mexicana. A estos intelectuales se le ha facilitado la llegada a México para trabajar con entera libertad en el país, donde el idioma y las costumbres no les serán muy extraños. Para acogerlos se ha creado la Casa de España -desde 1940 se convertirá en el Colegio de México, una de las instituciones más acreditadas en México en el área de Estudios Sociales- como centro donde los intelectuales puedan trabajar hasta que encuentren puestos docentes o de investigación en otras instituciones mexicanas. La lista en principio de treinta personas, se fue ampliando a cien intelectuales.