DICTADURA DE MIGUEL PRIMO DE RIVERA. (1923-1930)

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El capitán general de Catalunya, Miguel PRIMO de RIVERA, se propone solventar los problemas del país, a través de un golpe de Estado.


El capitán general de Catalunya, Miguel PRIMO de RIVERA, que goza de grandes simpatías en la región y que comprende el problema regional, se propone -con la ayuda del ejército peninsular y apoyado por la burguesía catalana, a la que ha prometido la resolución del pleito regional- solventar los problemas más inmediatos del país, a través de un golpe de Estado de carácter regeneracionista. El rey ALFONSO XIII no interviene en el golpe de Estado pero debe estar informado porque hay testimonios que ponen de manifiesto las palabras que sostuvo el rey con el ministro de Instrucciòn Pública “considero inevitable la formación de un gobierno militar”. Dada la situación de anarquía del país, la población se muestra favorable al golpe de Estado.

Pronunciamiento en Barcelona de Miguel Primo de Rivera.


El general Miguel Primo de Rivera (53 años), capitán general de Catalunya, se rebela contra el gobierno, y proclama la suspensión de la Constitución y la creación de un Directorio Militar, lo que es aceptado por el rey Alfonso XIII. Los obreros e intelectuales se oponen sin éxito. El pronunciamiento de Miguel PRIMO DE RIVERA de septiembre de 1923 cuenta inicialmente, en Barcelona, con la adhesión condicional del propio presidente de la Mancomunidad de Catalunya, Josep Puig i Cadafalch. Pero enseguida llega el decreto dictatorial contra el uso de la bandera y la lengua catalanas en las corporaciones oficiales. CAMBÓ está en Atenas cuando se produce el golpe y aconseja por cable: “Crois devons, garder réserve et abstention” (“Creo que debemos mantener una actitud de reserva y abstención”). Pero el Consejo de la Mancomunidad ya ha dado el resbalón. Por otra parte, durante la dictadura, Macià pasa al exilio y empieza a buscar apoyos para la causa catalana, incluso en el Komintern.

ALFONSO XIII no tiene más remedio que aceptar el hecho consumado.


El golpe de Estado protagonizado por Miguel PRIMO DE RIVERA deja sin vigencia el régimen constitucional instaurado en 1876. Ante la situación planteada, ALFONSO XIII no tiene más remedio que aceptar el hecho consumado. Al hacerlo rompe la legalidad constitucional en la que la monarquía basa sus derechos, pero el rey piensa que negarse es entregar a España a la guerra civil y la disolución como nación. Cosa perfectamente posible.

PRIMO de RIVERA toma el tren de Barcelona camino de Madrid, donde ALFONSO XIII ha requerido su presencia.


La noche misma del 14, apenas 24 horas después del Manifiesto, PRIMO de RIVERA toma el tren de Barcelona camino de Madrid, donde ALFONSO XIII ha requerido su presencia con la intención de encargarle la formación de un nuevo Gobierno. La Dictadura ha comenzado su andadura. ALFONSO XIII le hace jurar como Ministro único y así, en apariencia, mantiene la normalidad constitucional. Así, el general jura el cargo ministerial como responsable único de un gobierno integrado únicamente por militares. El Directorio militar está compuesto por un general de brigada por cada región militar y un contralmirante, en total nueve personas: Luis Navarro y Alonso Celada, Dalmiro Rodríguez Pedré, Mario Muslera Planes, Luis Hermosa y Kith, Francisco Ruiz del Portal y Martínez, Antonio Mayandía Gómez, Francisco Gómez Jordana, Adolfo Vallespinosa, Antonio Magaz y Pers (Marqués de Magaz).

En los días inmediatamente posteriores al golpe de Estado es perceptible una clara popularidad de PRIMO de RIVERA.


Los días inmediatamente posteriores al golpe de Estado es bien perceptible en la prensa madrileña una clara popularidad de PRIMO de RIVERA, excepto en la de tendencia republicana que muestra ciertas reticencias. De una manera inmediata ningún político que hubiera sido sustituido por la dictadura condena el nuevo régimen. Los socialistas aparecen en situación de expectativa frente al golpe y tampoco muestran su apoyo hacia la clase política que ha sido desplazada. En cuanto al resto del movimiento obrero, los comunistas tienen una fuerza muy escasa y también los anarquistas que, a causa del terrorismo, han destruido la suya. Al principio entre el mundo intelectual, que con el paso del tiempo se convertirá en la más clara oposición al régimen primorriverista, los opositores son pocos, tan sólo Miguel de UNAMUNO, Manuel AZAÑA y Ramón Pérez de Ayala se muestran de forma inequívoca en contra del Dictador. A la vista de la situación descrita cabe pensar que si el rey ALFONSO XIII se hubiera opuesto al golpe de Estado del 13 de septiembre hubiera puesto su trono en peligro.

PRIMO de RIVERA suprime las libertades democráticas y reprime con energía el anarco-sindicalismo.


PRIMO de RIVERA suprime las libertades democráticas y reprime con energía el anarco-sindicalismo. Su gobierno coincide con un período de expansión económica internacional que le permite llevar a cabo un plan de obras públicas que casi termina con el paro, y establece una política de carácter paternalista que es bien acogida por una parte de la UGT, principalmente por el grupo dirigido por Largo CABALLERO. El nuevo régimen se implanta sin violencia y sin combates no tardando el país en recuperar la tranquilidad y el bienestar.

La dictadura de MIGUEL PRIMO DE RIVERA promulga un Real Decreto dictando medidas y sanciones contra el separatismo.


En la fecha, la dictadura de MIGUEL PRIMO DE RIVERA promulga un “Real Decreto dictando medidas y sanciones contra el separatismo”, donde se prohibe la “senyera” y hace obligatorio el castellano en actos oficiales. Se clausurarán unas 150 entidades catalanistas entablándose conflictos con muchas de ellas: Colegio de abogados; el Orfeó català, el FC Barcelona; grupos excursionistas, etc…, se instaurará una estricta censura y muchos diarios republicanos y catalanistas serán multados o cerrados, se cambiarán los rótulos de las calles y se prohibirá la predicación y el catecismo en catalán y, en 1924, los Jocs Florals.

Constituyen un motivo de asombro para muchos, las escasas dificultades que PRIMO de RIVERA encuentra frente a los movimientos obreros.


Para los opositores a la Dictadura constituyen un continuo motivo de asombro las escasas dificultades que PRIMO de RIVERA encuentra frente a los movimientos obreros, cuando éstas han sido tan grandes durante la monarquía constitucional. A partir del año 1923, el número de huelgas disminuye de una manera vertiginosa y sólo se produce un aumento en la fase final de la Dictadura. Es cierto también que la situación económica mejora y lo mismo la asistencia social, pero, vistos los antecedentes, el hecho causa perplejidad. PRIMO de RIVERA no lleva a cabo una represión muy dura o indiscriminada: solicita y consigue colaboración de los socialistas y sólo respecto a los anarquistas y comunistas su actitud es más severa, pero también discriminada y no son ilegalizados todos los sindicatos de esta significación. Es posible que juegue un papel importante en la paz social vivida durante el período dictatorial tanto la sensación de autoridad desde arriba como la de cansancio por la práctica del terrorismo en los medios anarquistas. Se produce una drástica disminución de la conflictividad durante el período, perceptible en la radical disminución del número de atentados: se pasará de 1.259 en los años anteriores a 1923 hasta una cifra de sólo 51 en los cinco posteriores.

Los políticos de la oposición liberal y conservadora tratan de influir en el ánimo del rey ALFONSO XIII para marginar al dictador.


Durante los primeros meses, los políticos de la oposición liberal y conservadora tratan de influir en el ánimo del rey ALFONSO XIII para marginar al dictador. Poco a poco va viéndose con más claridad que los políticos de turno no iban a conseguir desplazar a PRIMO de RIVERA a base de influir en el monarca por lo que se empiezan a plantear la posibilidad de recurrir al Ejército.

PRIMO de RIVERA insinúa que podría crear un nuevo sistema de partidos cuyos ejes fundamentales fueran la Unión Patriótica y el socialismo.


En algunos momentos PRIMO de RIVERA insinuará que podría llegar a crear un nuevo sistema de turno de partidos cuyos ejes fundamentales fueran la Unión Patriótica y el socialismo. Pero esta relación con la Dictadura crea un importante elemento de división interna entre los socialistas. Siempre serán opositores a la Dictadura Indalecio PRIETO y Fernando de los Ríos; en cambio, practicarán el colaboracionismo desde fecha muy temprana los sindicalistas de aquellas regiones donde existen graves problemas por la readaptación económica de la posguerra, como es el caso de Manuel Llaneza, principal dirigente del sindicalismo minero asturiano. Largo Caballero irá adaptando su postura a los cambios producidos en el movimiento obrero: al principio fue muy colaboracionista y acabará siendo partidario de la República.