En septiembre de 1696, CARLOS II de España experimenta una grave recaída que hace pensar a toda la Corte que que se muere, por lo que el Consejo de Estado se reúne de urgencia resolviendo obligar al Rey a firmar el testamento de junio que no se consigue. El Rey, que parece haber recuperado la salud, tiene una nueva recaída el 9 de octubre por lo que el Consejo de Estado vuelve a reunirse. En dicha reunión los bavieristas -los que proponen a José FERNANDO- consiguen sacar adelante el testamento de junio y al concluir el Consejo el cardenal Portocarrero entra en la cámara del Rey y obliga a CARLOS II a firmar aquel testamento en el que se decreta heredero universal de la Monarquía al príncipe alemán JOSÉ FERNANDO de Baviera, sobrino-nieto del rey CARLOS II. Entre tanto, la situación de los austracistas -los que proponen al archiduque CARLOS hijo de LEOPOLDO- en el Consejo de Estado empeora de manera notable: el cardenal Portocarrero ha conseguido imponer el testamento a favor del Príncipe Electoral de Baviera y solo el Almirante de Castilla, el Condestable y tres consejeros apoyan al archiduque CARLOS.