Al acabar la Guerra Civil, el afán represor fue tan grande que desbordaba los centros de reclusión. A los soldados republicanos que eran detenidos se los confinaba en campos de concentración hasta que se recibían avales que demostraban que la persona en cuestión no había tenido ningún tipo de actividad política de significación antifascista. Por otro lado, las denuncias traían a la prisión miles de ciudadanos que esperaban un juicio. Esto hacía que hiciera falta habilitar muchísimos espacios por recluir esta cantidad de personas sospechosas. Las prisiones se multiplicaron y fueron ubicadas en espacios bien diversos, sobre todo antiguos seminarios, en Lleida y Girona. La prisión Modelo de Barcelona quedó totalmente colapsada y los campos de concentración se extendieron en Catalunya.

En esta fecha, recuperada y restaurada la imagen de la Virgen de la Mercè de Barcelona, retorna a su basílica.

Las unidades marroquíes encuadradas en el cuerpo de regulares, bajo mando español, han tenido una importante participación durante toda la Guerra Civil española, desde el asedio de Madrid hasta la conquista de Barcelona. Como muestra cabe destacar que el propio FRANCO, una vez llegado a generalísimo y caudillo, tuvo a gala rodearse durante años de una exótica guardia personal conocida como la «guardia mora».

La identificación entre el régimen franquista y las dictaduras italiana y alemana será total en los años 1939 y 1940. Italianos y alemanes han sido fundamentales en la victoria de FRANCO. Por otra parte, el régimen español está en la etapa más falangista, con Serrano Suñer en Asuntos Exteriores. Por eso las visitas de altos cargos tienen una repercusión muy importante. La más evidente es la del conde Ciano, ministro de asuntos exteriores de Italia, que llega, en la fecha, a Barcelona, donde es recibido en el puerto con un gran arco triunfal. En una ciudad adornada para la ocasión, visita las sedes falangistas y presencia desfiles. Posteriormente se traslada a Tarragona. En el trayecto desde Barcelona, Ciano es recibido en diferentes poblaciones con arcos triunfales. En Tarragona, tiene lugar una gran concentración falangista de bienvenida y se aprovecha para remarcar la identificación histórica de la ciudad con la Roma imperial.

Tras la guerra civil y bajo el nuevo régimen franquista, el escudo de F.C.Barcelona tiene que someterse a dos modificaciones forzosas: las cuatro barras de la parte superior derecha se reducen a dos y las siglas FCB se convierten en CFB, como consecuencia de la castellanización del nombre del club, que pasa a denominarse oficialmente Club de Fútbol Barcelona.

Durante su reclusión, Lluis COMPANYS es sometido a interrogatorios, hasta que el 3 de octubre es trasladado al castillo de Montjuïc de Barcelona para ser juzgado en consejo de guerra. Como ha sido juzgado en rebeldía en aplicación retroactiva de la Ley de Responsabilidades Políticas por un tribunal especial de Barcelona sólo tiene que ser juzgado y sentenciado en una jornada en consejo de guerra por un tribunal militar sumarísimo sin garantías. A COMPANYS se le designa como abogado defensor de oficio un militar, Ramon de Colubí quien años después dirá: «A mí me tocó cubrir las apariencias para que el proceso pareciese legal, cuando todos sabíamos que aquello respondía a una orden concreta de Franco para que COMPANYS fuera fusilado». Colubí tiene seis días, «los más largos de mi vida», para preparar la defensa.

La vista del consejo apenas dura una hora. El tribunal condena a muerte al presidente de la Generalitat, Lluís COMPANYS, por adhesión a la rebelión militar. El capitán general, general Orgaz, aprueba la sentencia, que es leída al reo. COMPANYS no hizo ningún comentario; pide la presencia de un sacerdote y es asistido por un capellán castrense y un jesuita. Se confiesa, asiste a misa y recibe la comunión. Colubí -su defensor- envía un telegrama a Franco pidiendo la conmutación de la pena. No recibirá respuesta. COMPANYS puede despedirse de sus hermanas y luego pasa la noche en vela con Colubí hablando «de todo» y consumiendo una botella de champán.

La vista del consejo de guerra a Lluis COMPANYS se celebra el 14 de octubre en una dependencia del patio de armas del castillo, en un Montjuïc tomado militarmente. La compostura del presidente COMPANYS, traje gris, corbata y pañuelo blancos, alpargatas, es en todo momento de una enorme dignidad. Colubí explica al tribunal en su turno de defensa que gracias a COMPANYS, se le conmutó la pena de muerte a la que fue condenado por sumarse a la rebelión militar del 18 de Julio y que luego fue intercambiado por otros prisioneros. «Mi madre y mi mujer pudieron salir de Barcelona gracias a los pasaportes expedidos por el gobierno que él presidía», añadió Colubí. El tribunal invita a COMPANYS a tomar la palabra. Con voz serena y firme, y ante la segura condena a muerte, dice a los miembros del tribunal … «ustedes no tienen la culpa de mi muerte». Se declara responsable de su actuación y de la de sus colaboradores. «La historia nos juzgará a todos en nuestra intención». Y añade que morirá serenamente, muy tranquilo, por sus ideales «y sin sombra de rencor».

A las seis de la mañana del día 15 de octubre de 1940, una difusa luz marina da tonos plúmbeos a las nubes. En la oscuridad de un foso del castillo de Montjuïc permanece formado, como cada amanecer, un pelotón de ejecución. Un reo, Lluís COMPANYS, está a punto de ser fusilado. Cuando el día clarea, tal como dispone la ley, COMPANYS, escoltado por militares, dos sacerdotes y su defensor, marcha hacia el foso de Santa Eulàlia. Ya ante el piquete, rechaza que le venden los ojos. COMPANYS lleva un traje sencillo, de color blanco, y calza alpargatas. Se descalza. Después le disparan. Grita: Per Catalunya! y cae al suelo, muerto. (Otras versiones dicen que muere pronunciando la célebre frase: «Asesináis un hombre honrado por Catalunya»).

Después del fusilamiento del presidente LLuis Companys, es sustituido -en el exilio- por Josep Irla. Era miembro de Izquierda Republicana y presidente del Parlamento desde 1938. Así, pues, institucionalmente le atañía ahora asumir la presidencia de la Generalitat en un momento especialmente crítico. Antoni Rovira y Virgili lo sustituye como presidente del Parlamento. El octubre de 1940, en Francia ocupada bajo el dominio nazi, los dirigentes republicanos catalanes están totalmente dispersos. Po eso, Josep Irla forma un gobierno de personalidades en el exilio. Nombra consejero primero del Gobierno a Josep Tarradellas.