El apoyo financiero que ISABEL I de Inglaterra presta a los rebeldes de los Países Bajos, así como la expulsión, en la fecha, del embajador español en Londres, Bernardino de Mendoza, acusado de pretender el derrocamiento de la reina ISABEL I, decide a FELIPE II a declarar la guerra a Inglaterra.

Los ingleses que temen los designios de FELIPE II a propósito de su propia nación protestante, ayudan abiertamente a los holandeses. La ayuda es sobre todo financiera, pero en 1585 la reina ISABEL I de Inglaterra manda a las Provincias Unidas un fuerte ejército al mando de su favorito Robert Dudley, conde Leicester, para que, unido a los rebeldes, combata en Flandes contra los agotados tercios españoles de Alejandro FARNESIO. De hecho, se frena el avance español. Por todo ello, la guerra entre España e Inglaterra parece inminente.

A raíz de la victoria sobre los turcos en Lepanto, FELIPE II concibe un peligroso sentimiento de su propia invencibilidad. El hecho de que Inglaterra haya mandado un fuerte ejército a las Provinicas Unidas para ayudar a los rebeldes a frenar el avance español, decide a FELIPE II a empezar a reunir los barcos y el material para invadir Inglaterra si los acontecimientos se siguen agravando.

Al finalizar el año 1586 y obedeciendo órdenes del rey, es grande la actividad en todos los puertos de la península, construyendo naves de gran capacidad, sin conocerse el verdadero destino de tal armamento. Más adelante se sabrá que el rey FELIPE II quiere enviar una gran armada contra Inglaterra.

Quitada la máscara de paz y amistad con la que durante tanto tiempo se han cubierto la reina inglesa ISABEL I y su antiguo cuñado FELIPE II (ella apoyando secretamente las expediciones de castigo tanto en Flandes como en el Atlántico y él intentando sublevar de un modo más o menos subrepticio la católica Irlanda o interviniendo solapadamente en Escocia para ponerla en contra de Inglaterra) se declara la guerra abierta entre las dos naciones, -oficialmente jamás declarada- que no terminará hasta 1604. Se expulsan los embajadores de ambos reinos y FELIPE II se dispone a dar el golpe de gracia, invadiendo las Islas Británicas.

Durante el reinado de ISABEL I, los barcos ingleses llevan a cabo una guerra no declarada contra las posesiones españolas en América y contra los navíos españoles que transportan mercancías (incluyendo oro y plata) a Europa. Esta actividad es muy provechosa para los corsarios ingleses y FELIPE II se ha quejado amargamente a ISABEL de Inglaterra, pero ésta insiste que nada tiene que ver en el asunto. FELIPE II está enfurecido por la complacencia de ISABEL ante la actuación de los corsarios ingleses.

La invasión de Inglaterra que FELIPE II ha planeado en tantas ocasiones alcanza una justificación que los príncipes de los estados católicos no pueden censurar. Se trata de vengar un acto criminal y arbitario, de frenar la herejía, de hacer valer los derechos de la soberana difunta. De nuevo catolicidad se opone a protestantismo. El Papa SIXTO V promete, aunque tibiamente, su ayuda a FELIPE II contra la reina excomulgada. Francia se halla envuelta en sus contiendas civiles, Alemania ejerce su neutralidad implacable y España toma la antorcha de la venganza.

En la fecha, una flota inglesa compuesta de 30 naves al mando del pirata DRAKE ataca la bahía de Cádiz y destruye 33 barcos españoles. Después saquea Lisboa, se apodera de un barco español que transporta un tesoro, y destruye buena parte de los suministros destinados a la Armada, incluida gran cantidad de duelas de madera desecada destinadas a construir barriles en los que transportar el agua y las provisiones. Los barcos pueden ser reemplazados, pero aquella madera no. Aun así, el proyecto no es abandonado. Este ataque es una muestra de la guerra encubierta que emprende Inglaterra con España, ya que utiliza para ello a corsarios y piratas, por la hegemonía naval en el Atlántico.

La ejecución de María Estuardo, colma la paciencia de FELIPE II quien empieza a reivindicar su propio derecho al trono de Inglaterra. La idea de la llamada Armada Invencible, dispuesta por FELIPE II contra Inglaterra, es que pudiese trasladar a las costas inglesas (para desembarcarlo allí) el ejército preparado en los Países Bajos por el talento y la incansable energía de Alejandro FARNESIO que ya se había cubierto de gloria en aquel escenario. Este ejército destronaría a ISABEL I y colocaría en su trono a ISABEL CLARA EUGENIA, hija de FELIPE II. Todos los planes resultarán fallidos.

Para empeorar la situación, fallece, en la fecha, el prestigioso Álvaro de Bazán, el marqués de Santa Cruz, a causa de una epidemia de fiebre tifoidea, muy extendida en Portugal. Álvaro de Bazán tenía que dirigir la flota de FELIPE II.