En la fecha, el príncipe JUAN CARLOS de España, jefe de Estado en funciones por incapacidad del general FRANCO desde el 20 de octubre, visita El Aaiún y las posiciones militares españolas en el territorio del Sáhara Occidental. Repetidas veces Madrid ha garantizado que los peregrinos de la “Marcha Verde” no verán autorizado su paso hasta aquella capital, donde HASSAN II se ha jactado de que pronto “tomaría el té”. El propio JUAN CARLOS dice en el Casino Militar de El Aaiún: “España cumplirá sus compromisos y tratará de mantener la paz… Deseamos proteger también los legítimos derechos de la población civil saharaui, ya que nuestra misión en el mundo y nuestra historia nos lo exigen”… Pero JUAN CARLOS zanjará la cuestión contribuyendo a convencer a los militares españoles de que el pulso está perdido.

Los días 6 y 7 de noviembre, 350.000 andarines civiles marroquíes de la Marcha Verde consiguen pasar la frontera norte del Sáhara Occidental para acampar a la vista de la primera línea de fortificaciones españolas, que obviamente sólo recurrirán a la fuerza en caso de choque fronta. Franco, mientras tanto, agoniza y el gobierno de Carlos Arias Navarro no sabe afrontar las presiones de Rabat y de los independentistas del Frente Polisario.

Después de celebrarse en Agadir el día 8/11 una última entrevista entre Carro Martínez, subsecretario español de la Presidencia y el monarca alauita, el día 9, HASSAN II da por cancelada la “Marcha Verde”. En principio, el hecho se interpreta como un éxito de la firmeza española. El Sáhara por fin podrá optar libremente por la independencia o la vinculación a alguno de sus países limítrofes, Marruecos y Mauritania.

Habiendo aprobado las Cortes españolas la descolonización del Sáhara Occidental, se firman, en la fecha, siendo Jefe de Gobierno ARIAS NAVARRO, seis días antes de la muerte del general FRANCO, los “Acuerdos de Madrid” entre España, Marruecos y Mauritania. Estos acuerdos, que no serán revelados hasta el día 21, conceden la administración del Sáhara Occidental a Marruecos (las dos terceras partes del Norte) y Mauritania (un tercio del Sur) a cambio de una participación española de un 35% del capital de la compañía mixta hispano-marroquí que explota los fosfatos de Bu Craa y garantías para las pesquerías andaluzas en la zona sahariana. España, por su parte, se compromete a tener evacuado el territorio el 28/2/1976 abandonando el compromiso adquirido ante las Naciones Unidas para celebrar un referéndum entre los saharianos y se desentiende del Sáhara, que se reparte entre Marruecos y Mauritania.

Antes, el Gobierno español ha intentado todo para borrar la personalidad del pueblo Saharaui, imponiendo la sedentarización a poblaciones nómadas, favoreciendo los matrimonios mixtos, decretando la prohibición de la lengua Saharaui, en favor de la “del imperio”, prohibiendo sus fiestas tradicionales, deteniendo, deportando y haciendo desaparecer, a manos de las tropas coloniales españolas, los dirigentes Saharauis. Sin olvidar la mascarada del PUNS, cuyos representantes en las Cortes españolas eran simples marionetas del franquismo.

En la fecha, en cumplimiento de los Acuerdos Tripartitos de Madrid, es arriada en el Sáhara Occidental, en medio de una impresionante tormenta de Siroco, la última bandera española en tanto abandonan el territorio los últimos soldados españoles a las órdenes del general Gómez de Salazar. Inmediatamente después de ser arriada la bandera española es izada la bandera marroquí. Tras la firma de los Acuerdos Tripartitos de Madrid en 1975, el Sáhara Occidental, antigua colonia española, fue entregado a Marruecos y Mauritania a cambio de compensaciones políticas y económicas. De esta manera el estado español desobedecía el mandato internacional que le instaba a organizar un Referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental, conduciendo a su población a la guerra y al exilio. La población autóctona inicia la resistencia contra las fuerzas mauritanas y marroquíes. Surge el Frente Polisario.

El decreto español 267/1976 del 5/3/1976, relativo a la delimitación de los espacios marítimos españoles en el Mediterráneo, no hace mención alguna al islote de Perejil (Leila) en tanto que territorio español. Los instrumentos jurídicos de España y Marruecos relativos a la delimitación de su espacio marítimo respectivo han sido registrados debidamente en la secretaría general de la ONU y puestos en conocimiento por tanto de todos los estados miembros de esta organización.

Coincidiendo con el tercer aniversario de la “Marcha Verde”, HASSAN II jura sobre el Corán que defenderá la unidad territorial de Marruecos “desde el estrecho de Gibraltar hasta el Sáhara”. De nuevo, pues, sale a relucir el tema de Ceuta y Melilla. Desde que en 1975 España se viera obligada a ceder el Sáhara a Marruecos, el monarca alaui supedita la “recuperación” de Ceuta y Melilla a que Gran Bretaña devuelva Gibraltar a los españoles. En más de una ocasión ha afirmado que reivindicando Gibraltar, “España trabaja para nosotros, porque si recupera el Peñón, nosotros recuperaremos Ceuta y Melilla”. En concreto, Rabat utiliza el mismo argumento que Madrid -el principio de integridad terrritorial de los estados- para hacer valer sus pretensiones ante el Comite de Descolonización de la ONU.

Tras el régimen franquista, la constitución española de 1978 otorga a Ceuta y Melilla un diputado en el Congreso y dos representantes en el Senado.

Marruecos durante estos años se ha limitado a lanzar veladas referencias al supuesto conflicto territorial como las que tuvo que oir Felipe González en Rabat, en marzo de 1983, durante su primera salida oficial al extranjero como presidente. En medios políticos españoles se interpreta la prudencia de Rabat sobre este contencioso, a la incomodidad que supone exigir la descolonización de Ceuta y Melilla mientras, en ese mismo foro internacional, Rabat se niega a celebrar un referéndum sobre la autodeterminación en el Sahara.