CRUZADA DE FRANCIA CONTRA PEDRO III el Grande (1285-1288)

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El papa ofrece al rey de Francia, los reinos de Pedro el Grande para un hijo que no sea el heredero.


El papa MARTÍN IV, ofrece -en la fecha- al rey de Francia, los reinos de PEDRO el Grande para un hijo que no sea el heredero.

CARLOS de Valois, tiene la orden de promover una cruzada contra PEDRO III. El rey de Francia le ayuda.


CARLOS de Valois, segundogénito del rey de Francia FELIPE III, es investido, en la fecha, en París, como rey de Aragón por inducción del papa MARTÍN IV, irritado por la presencia del rey catalán en Sicilia. (Jamás pudo ocupar el trono aragonés y renunciará al título en 1295, en los términos del Tratado de Anagni). Por otra parte, recibirá la orden de promover una cruzada contra PEDRO. El rey de Francia le ayudará. El cardenal de Santa Cecilia predicará la cruzada antiaragonesa.

El ataque de Pedro III sobre el señorío de Albarracín, decide a Felipe III invadir los reinos de Aragón.


PEDRO III el Grande lanza, en la fecha, un fuerte ataque contra Navarra, apoderándose del señorío de Albarracín cuyo señor se ha puesto al lado de los franceses y de una parte importante de la comarca de Tudela. Este ataque parece ser el desencadenante de la decisión de FELIPE III de Francia de invadir los reinos de Aragón a fin de imponer a CARLOS de Valois en el trono que el Papa le ha concedido. PEDRO III, tras asegurar la defensa de sus fronteras con Navarra, se va a Barcelona donde se están produciendo motines y revueltas encabezadas por Berenguer de Oller. Ëste acabará ahorcado en las calles de Barcelona junto a varios de sus partidarios.

SANCHO IV se reúne con PEDRO III y reafirman, una vez más, su amistad y el compromiso de mutua ayuda.


SANCHO IV vuelve a reunirse con PEDRO III en Uclés (Cuenca) y reafirman, una vez más, su amistad y el compromiso de mutua ayuda. Esta vez, sin embargo, vislumbrándose ya el enfrentamiento franco-aragonés, SANCHO IV de Castilla deja claro que sólo acudirá en ayuda de PEDRO el Grande si sus compromisos en el frente musulmán se lo permiten.

JAIME II firma un pacto secreto de alianza con FELIPE III el Atrevido, rey de Francia, casado con su hermana.


JAIME II de Mallorca, molesto por la sumisión que PEDRO el Grande, su hermano, le exige, no quiere ayudarle de ninguna manera a luchar contra los cruzados que el Papa está reclutando contra él por haberse hecho con el reino de Sicilia perjudicando a los Anjou, segundones de la Casa Real francesa pero de la que el Papa es fiel aliado. JAIME II hasta firma un pacto secreto de alianza con FELIPE III el Atrevido, rey de Francia, casado con Isabel de Aragón, hermana de PEDRO y de JAIME II. Así, JAIME, el Rey Bueno, se convierte de repente en el Rey Traidor, pues en esta crisis opta por apoyar a su cuñado antes que a su hermano y, entre la inquietante alianza con uno de sus poderosos vecinos, prefiere a los franceses antes que a los aragoneses y catalanes y les facilita el paso de los Pirineos por el Rosellón.

Pedro III exige a su hermano Jaime II un acuerdo a su favor. Éste le traiciona y da paso a los franceses.


PEDRO III, ante la actitud de su hermano, resuelve la situación, finalmente, de una manera expeditiva. El mes de abril de 1285, entra de repente en el Rosellón, se presenta en Perpinyà y hace suyo el palacio en el cual se encuentra JAIME II enfermo y acompañado de su familia. PEDRO III toma prisioneros a la reina ESCLARAMUNDA y a sus hijos y exige un acuerdo ante la inminente invasión. JAIME II pide unas horas para pensárselo; horas que aprovecha para huir por una alcantarilla y, una vez libre, pide al rey de Francia, que invada el Rosellón. Éste saldrá de Perpinyà el 13 de mayo.

Felipe III el Atrevido de Francia pide a Sancho IV que no intervenga cuando invada la Corona de Aragón.


Cuando se produce el ataque francés a la Corona de Aragón, FELIPE III el Atrevido de Francia pide a SANCHO IV que no intervenga. SANCHO IV se acoge a lo pactado unos meses antes con PEDRO el Grande para mantenerse al margen. Aunque esta excusa no es aceptada por PEDRO y la amistad entre ambos reinos se resentirá de ello, lo cierto es que la amenaza benimerí sobre Castilla es importante.

El ejército francés con cien mil hombres y Felipe III a la cabeza, invade Catalunya.


El rey de Francia tiene concentradas su tropas en Tolosa, nada menos que cerca de doscientos mil hombres, que quieren participar en la cruzada contra el excomulgado y teóricamente desposeido rey PEDRO el Grande. FELIPE III el Atrevido, rey de Francia, y sus hijos FELIPE IV el Hermoso (rey de Navarra) y CARLOS de Valois (rey de Aragón), se ponen al frente de las tropas y salen -en la fecha- hacia la frontera, a través del condado de Rosellón instalándose en los alrededores de Perpinyà. El condado del Rosellón, que según las órdenes de JAIME II de Mallorca, ha de facilitar el paso a los cruzados, se muestra hostil a los invasores, pero no pueden evitar su suerte porque el rey PEDRO no puede acudir en su ayuda. Algunas plazas del Rosellón resisten, otras capitulan, pero los cruzados avanzan con decisión hacia el sur.

Por fin, se reúne el ejército catalán cuando ya hace dos días que el rey de Francia ha salido de Perpinyà.


A pesar de su convocatoria contra los franceses, PEDRO III no consigue reunir las tropas que precisa. Las condiciones, tanto en Catalunya como en Aragón, no son las mejores para afrontar una guerra tan decisiva: malas cosechas durante varios años, empleo de muchos recursos en las campañas sicilianas, problemas por resolver con la nobleza aragonesa… Cuando ya hace dos días que el rey de Francia ha salido de Perpinyà en dirección sur. PEDRO el Grande ordena a los catalanes que se concentren en Figueres y con un pequeño número de caballeros sube al coll de Panissars y ordena hacer hogueras para simular que le acompaña un gran ejército. Consigue parar momentáneamente a las tropas enemigas. El rey ha cursado una gran convocatoria de sus tropas: 100 nobles catalanes y 60 aragoneses junto a las milicias de 140 municipios con vituallas para cuatro meses. Los magnates aragoneses se muestran reacios, pero cuando la invasión por Perpinyà amenaza la situación de las tropas catalanas, se produce una progresiva incorporación de los contingentes aragoneses, incumpliendo lo ordenado por los jefes de la Unión.

El avance francés queda detenido momentáneamente y el frente se estabiliza.


Por todo ello, el avance francés queda detenido momentáneamente y el frente se estabiliza. Las tropas francesas empiezan a desanimarse y algunos cruzados regresan hacia sus tierras. Entonces, FELIPE III y el cardenal legado envían una embajada al rey PEDRO por la que le comunican que por orden divina ha de renunciar a sus estados y entregarlos a CARLOS de Valois quien tomará posesión de los mismos por derecho de conquista, tal como ha establecido el Papa MARTÍN IV. PEDRO les responde que deberán luchar para obtenerlos.