Finaliza la Guerra Franco-prusiana de 1870/1871. A pesar del heroísmo de París y de Belfort, Francia ha perdido la guerra, en la peor derrota sufrida desde que se enfrentara con Enrique V de Inglaterra cuatrocientos cincuenta años antes. Francia se ve, pues, obligada a firmar, en la fecha, el Tratado de Frankfurt por el que, no obstante la oposición de sus pobladores, Alsacia y el NE de Lorena son anexionados al II Reich de los HOHENZOLLERN que son administradas como Territorio del Imperio (Reichsland Elsass-Lothringen) dotado de cierta autonomía. Francia, además tiene que pagar una indemnización de 5.000 millones de francos-oro garantizados por la ocupación alemana del territorio francés. Se inicia una activa obra de germanización del territorio anexionado.

BISMARCK se equivoca al anexionarse, en la fecha, Alsacia-Lorena; quizá sea su única equivocación. Hará cuanto estará en su mano para pacificar Francia tras la guerra, como ha pacificado Austria. Incluso la animará a conquistar colonias en África y Asia. Nada de eso servira. La pérdida de Alsacia-Lorena (que BISMARCK realmente no necesita) no caerá en el olvido, y convertira a Francia en un enemigo intransigente y lleno de rencor.

La pérdida de Alsacia y Lorena en 1871 nunca será aceptada por Francia. Por ello la política del canciller alemán BISMARCK consistirá en evitar que Francia consiga aliados para un enfrentamiento con Alemania, lo que requerirá que ésta mantenga buenas relaciones tanto con Austria-Hungría como con Rusia, que a su vez son rivales en los Balcanes.

Mientras tanto, Alemania se irá industrializando con rapidez, sobrepasando pronto a Francia y aproximándose a la rivalidad con Gran Bretaña. Incrementará su producción de hierro y acero espectacularmente, se transformará en una de las grandes potencias comerciales del mundo, y sus ciudades crecerán aprisa. Tanto en lo militar como en lo económico, Alemania logrará la supremacía europea; o sea la posición que tuvo Francia con Luis XIV y España con Felipe II.

BISMARCK, prusiano y protestante, está decidido a que en el seno de Alemania no haya fuerza alguna que pueda contrarrestar de manera efectiva la supremacía del estado. Le parece que la Iglesia católica, que ha declarado la infalibilidad del Papa en 1870, que tiene carácter universal, y cuya cabeza no es alemana, resulta sospechosa. En la primera década del Imperio se tomarán enérgicas medidas contra la influencia política de los católicos que defienden a la Iglesia Católica en el Reichstag (Parlamento Alemán) por el partido Zentrum (Centro católico). Esta será la “kulturkampf” (“Lucha cultural”). BISMARCK, apoyado en el partido liberal-nacional, representante de la burguesía, se lanzará contra la Iglesia Católica en una lucha legislativa. Así, el párrafo de la cátedra (10 de diciembre de 1871) preverá penas de cárcel para los predicadores que critiquen al Estado. La Ley del 11 de marzo de 1872 establecerá un control de las escuelas por parte del Estado.

A BISMARCK le preocupa el incipiente movimiento obrero. Ya en 1872, el diputado y líder socialdemócrata Augusto Bebel y otro dirigente del partido, Guillermo Liebknecht, son sentenciados por crimen de alta traición. Este proceso es seguido por prohibiciones locales del partido, persecución de periodistas socialdemócratas y destierros.

En Alemania, el 4 de julio de 1872 los jesuitas son expulsados. Las leyes de mayo de 1873 controlarán la formación y el nombramiento del clero. El matrimonio civil será obligatorio en Prusia en 1874 y el 6 de febrero de 1875 en el Imperio alemán.

Las disposiciones desde el gobierno alemán para controlar la influencia de la Iglesia Católica, conocidas como “kulturkampf”, se concretan en las leyes de mayo de 1873, que sujetan al clero alemán bajo un estricto control del Estado. En respuesta, PÍO IX escribe una carta a GUILLERMO I, que es replicada con otra del canciller en la que considera a los obispos como rebeldes y a los católicos como enemigos. La situación se agrava cuando los obispos alemanes y los diputados católicos expresan su negativa a acatar las leyes de mayo de 1873.

La pérdida de Alsacia-Lorena nunca es aceptada por Francia. Por ello, la política exterior de BISMARCK consiste en evitar que Francia consiga aliados con vista a una nueva guerra contra Alemania. Alemania se ha aliado con Austria, y Rusia teme ahora la fuerza de esta nueva alianza y considera que lo mejor será unirse a ella. En la fecha, se forma la “Liga de los Tres Emperadores”, que une a Alemania, Austria-Hungría y Rusia y que presenta un frente unido contra Francia (y también contra el socialismo). Pero esta unión de naciones no puede durar indefinidamente. En primer lugar, porque Austria-Hungría y Rusia mantienen posturas irreconciliables en relación con los Balcanes, donde una y otra aspiran a dominar. Se suscitarán crisis recurrentes en las que BISMARCK habrá de escoger entre Austria-Hungría y Rusia, y la inclinación hacia el “germanismo” común le impulsará a apoyar al primero de esos países.

BISMARCK empieza a suavizar su política contra la Iglesia Católica: suprime, o deja en suspenso algunas de las leyes. Esto se debe a que el Zentrum (partido que en el Reichstag -Parlamento Alemán- defiende a la Iglesia Católica), se convierte en un aliado necesario, ya que gana en las elecciones al Reichstag en 1874 con un 12% más de votos.