CORONA DE CASTILLA (1230-1716)

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El Tratado de Toledo determina que los infantes de Aragón renuncian a todas sus posesiones en Castilla.


El Tratado de Toledo, establecido el 22 de setiembre de 1436, determina que los infantes de Aragón renuncian a todas sus posesiones en Castilla, a cambio de una compensación económica. Se firma también la paz entre Castilla y Navarra y con todo ello, se pone fin a las reclamaciones de JUAN II de Navarra. Para confirmar la paz, se concierta la boda de la infanta BLANCA de Navarra con el príncipe ENRIQUE, heredero de Castilla.

Es hecho prisionero PEDRO cuando intenta nuevos movimientos a favor de sus hermanos en Castilla.


Cuando el infante de Aragón PEDRO intenta nuevos movimientos para recuperar la perdida posición de sus hermanos en Castilla, es hecho prisionero inmediatamente por el condestable. Su hermano, ENRIQUE, se ve obligado a entregar sus últimas posesiones para recuperar su libertad. Tras ello, los infantes PEDRO, JUAN y ENRIQUE marchan a Italia con su hermano ALFONSO V.

El poder absoluto de ÁLVARO de Luna provoca el enfrentamiento de la nobleza con nuevas purgas.


Tras la boda de ENRIQUE de Castilla y BLANCA de Navarra, el condestable ÁLVARO de Luna, hace considerables gestos de acercamiento a JUAN II de Navarra. Pero el poder absoluto de ÁLVARO de Luna provoca el enfrentamiento de la nobleza con nuevas purgas, enfrentamientos, encarcelamientos y deslealtades hasta llegar a la sublevación de una parte considerable de la nobleza.

Según el Tratado de Toledo, se casan la infanta BLANCA de Navarra y ENRIQUE, heredero de Castilla.


En la fecha, y de acuerdo con lo acordado en Toledo, se casan la infanta BLANCA de Navarra y ENRIQUE, heredero de Castilla. La boda, dada la consanguinidad de los contrayentes, requiere y obtiene la correspondiente dispensa pontificia.

ÁLVARO de Luna llama a los infantes de Aragón con la promesa de devolverles sus posesiones.


Los nobles de Castilla se han hecho con Valladolid y, poco a poco, van aumentando su poder. Después de varias conferencias, ÁLVARO de Luna llama a los infantes de Aragón con la promesa de devolverles sus posesiones. Éstos regresan, pero cada uno lo hace situándose en bandos distintos: JUAN II de Navarra en la Corte, junto al rey de Castilla y ENRIQUE junto a los nobles sublevados. Ante lo desesperado de la situación, ÁLVARO de Luna propone una nueva conferencia, que tiene lugar en Tordesillas. Allí, al tratarse como tema básico la forma en que el rey debe capitular más que de una posible paz, JUAN II de Castilla tiene un gesto de autoridad y la suspende.

ÁLVARO de Luna es enviado de nuevo al destierro y Enrique y Juan retornan al poder.


El gesto real tiene dos consecuencias. Sus partidarios lo interpretan como un deseo de seguir luchando y, ante ello, JUAN II de Navarra cambia de bando. Tras una nueva reunión, esta vez en Castronuño, ÁLVARO de Luna es enviado de nuevo al destierro en su señorío de Ayllón y los infantes ENRIQUE y JUAN II de Navarra retornan al poder.

La actuación de Juan y Enrique en contra de la postura del rey anima a ÁLVARO de Luna a regresar.


Se reúnen Cortes en Valladolid, donde se define el programa de la oligarquía gobernante. La intervención de los infantes en los asuntos portugueses, jugando en contra de la postura de JUAN II de Castilla, y los resultados adversos que consiguen anima a ÁLVARO de Luna a intentar su regreso.

JUAN II de Castilla vuelve a ser prisionero de los infantes aragoneses y ÁLVARO de Luna queda confinado.


Durante cinco meses la lucha abierta se muestra favorable a ÁLVARO de Luna pero, inesperadamente, JUAN II de Castilla es entregado a su homónimo el rey de Navarra. Ante ello, ÁLVARO de Luna tiene que huir apresuradamente. JUAN II de Castilla vuelve a ser prisionero de los infantes aragoneses y ÁLVARO de Luna queda confinado. Así, pues, JUAN II de Navarra, vuelve a hacerse con el mando en Castilla de nuevo al lado de los enemigos del condestable ÁLVARO de Luna.

Los infantes de Aragón son los dueños absolutos de Castilla, poseedores de la persona del rey.


Los infantes aragoneses que han procedido a reformar el Consejo Real de Castilla continúan con su política de intervención en Portugal, apoyando a su hermana, LEONOR, que ha sido despojada de su regencia. La cuestión portuguesa vuelve a ser el fulminante y JUAN de Navarra, que prepara su boda con la hija del almirante Enríquez, da un golpe en Ramaga, expulsa o prende a todos los partidarios de ÁLVARO de Luna y a partir de la fecha, reduce al rey JUAN II de Castilla a una posición casi de cautividad. Los infantes de Aragón son los dueños absolutos de Castilla, poseedores de la persona del rey, JUAN reina en Navarra y es el lugarteniente de ALFONSO V en Aragón, Valencia y Catalunya. ÁLVARO de Luna se constituye en defensor de la libertad.

Esta vez es el príncipe heredero de Castilla, Enrique (futuro Enrique IV), quien da la señal de sublevació


Constituidos una vez más los consabidos dos bandos, es en esta ocasión el príncipe heredero de Castilla, ENRIQUE (futuro Enrique IV), proclamado príncipe de Asturias, quien da la señal, en la fecha, para la sublevación.