FILIOQUE

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LEÓN III hace frente a un contencioso de carácter teológico con la Iglesia de Oriente: el «filioque»


LEÓN III tendrá que hacer frente a un contencioso de carácter teológico con la Iglesia de Oriente: la cuestión del «filioque»; es decir, la discusión sobre la procedencia del Espíritu Santo. Sólo del Padre, para los orientales; del Padre y del Hijo, para los occidentales. El papa mantendrá una actitud ambigua, que sólo despejará dos siglos después Benedicto VIII, proclamando la doctrina del «filioque».

FOCIO en un sínodo celebrado en Constantinopla «depone» al mismísimo Papa NICOLÁS I.


FOCIO sigue acusando a la Iglesia de Occidente de haber introducido en el Credo una «falsa proposición»: que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo («qui ex Patre Filioque procedit»). Así, pues, en un sínodo oriental celebrado en Constantinopla este mismo año, «depone» al mismísimo Papa NICOLÁS I, llamándole «hereje y devastador de la viña del Señor». Esto ya es el cisma. Todo el Occidente está de parte del papa. Se escriben varias obras refutando los errores de los griegos. La lucha continuará durante los pontificados de Juan VIII y de Juan X, pero inútilmente.

El foso entre la Iglesia latina y la griega no ha dejado de agrandarse desde el siglo V.


El foso entre la Iglesia latina y la griega no ha dejado de agrandarse desde el siglo V. Las razones son a la vez políticas, culturales y dogmáticas. La Iglesia griega está ligada al poder bizantino. El emperador nombra y destituye a los patriarcas de Constantinopla. Paralelamente, los obispos de Roma se han liberado de la tutela teórica de Constantinopla. Al restaurar el Imperio de Occidente, el papado parece hacer una operación política contra el emperador de Constantinopla. Mucho más grave aparece el foso cultural. Las dos Iglesias ya no se entienden. Oriente ignora el latín, y Occidente mucho más aún el griego. Herederos de una gran cultura, los griegos le son fieles tanto en el terreno profano como en el religioso. En Occidente, el renacimiento carolingio pronto se apaga. También son divergencias litúrgicas y doctrinales las que oponen a las dos Iglesias: el celibato de los presbíteros, el «filioque» en el credo de Nicea-Constantinopla, la concepción del episcopado, el poder del papa, etc. Y aunque estas diferencias doctrinales parezcan insignificantes a la mayoría del pueblo, para los ideólogos de ambas partes han cobrado una gran importancia.

ALEJANDRO IV -papa- (20.12.1254-25.5.1261).


ALEJANDRO IV -papa- (12.12.1254-25.5.1261) Es hombre de costumbres austeras, al punto de elegir para profesar en la fe la Orden franciscana. En un intento por volver al seno de la Iglesia de Roma a los disidentes de Bizancio está dispuesto a permitir que los griegos conserven el símbolo sin la adición de la palabra «filioque», motivo de la separación de ambas iglesias.

El gran logro -aunque efímero- del II Concilio Ecuménico de Lyon es el retorno de la Iglesia Bizantina a la de Roma.


El logro más espectacular -aunque desgraciadamente efímero- del II Concilio Ecuménico de Lyon es el retorno de la Iglesia Bizantina a la de Roma. MIGUEL VIII el Paleólogo, monarca bizantino, ante el doble peligro que para su reino representan los turcos y los cristianos latinos, considera imprescindible volver a la fidelidad romana, como el más seguro medio para conjurar ambos peligros. La unidad se sella en el Concilio entre el Papa y los embajadores de MIGUEL VIII Paleólogo, y todos juntos entonan el Te Deum, repitiendo por tres veces el «filioque». Desgraciadamente para la Iglesia, el clero bizantino y gran parte del pueblo no aceptarán el acuerdo y el cisma continúará a lo largo de los siglos.

Dentro del concilio de Ferrara se consigue poner fin -momentáneamente- al Cisma de la Iglesia de Oriente.


Dentro del concilio de Ferrara, en la fecha, se consigue poner fin -desgraciadamente por poco tiempo- al Cisma de la Iglesia de Oriente. El Emperador JUAN VIII Paleólogo se muestra dispuesto a la unión con Roma, sobre todo porque teme un inminente ataque de los turcos y quiere contar con la ayuda de los príncipes occidentales. La Iglesia bizantina acepta la introducción del «Filioque» y la unión se lleva a cabo. También se alcanza un acuerdo con los jacobitas y con las iglesias de Siria y Mesopotamia, así como con algunos sectores de la Iglesia caldea y la maronita del Líbano. Las últimas sesiones de este concilio se celebran, por razones sanitarias, económicas y militares, en Florencia.