Dentro de la provincia romana de Siria se crea, en la fecha, un nuevo distrito de Judea que abarca a los que profesan el culto de Jerusalén. HIRCANO II se hace etnarca (esto es, príncipe vasallo) y “aliado” de Roma. El apoyo de los judíos inclinados constantemente a favor de CÉSAR en la lucha contra POMPEYO les reporta varias concesiones.

JULIO CÉSAR, en la fecha, se enfrenta a FARNACES II en Zela, en el Ponto occidental, y la lucha es tan rápida y la derrota tan definitiva -sólo dura cinco días- que JULIO CÉSAR envía al Senado el resultado de la batalla resumida en tres palabras: Veni, vidi, vinci  (Llegué, vi y vencí).

Los partos ocupan Siria y Judea alcanzando el Mediterráneo en la fecha.

La Decápolis (Damascus, Canatha, Hippus, Dion, Raphana, Gadara, Scythopolis, Pella, Gerasa y Philadelphia) pasa a estar bajo la autoridad romana de Siria (Hasta el siglo III)

Alrededor de la fecha, “por el camino de Damasco”, se convierte al cristianismo aquel judío llamado SAULO… el que estaba guardando la ropa de los que lapidaban a Esteban (33). Saulo ha nacido en Tarso, una ciudad de Asia Menor, importante lugar de cruce de caravanas. Su formación judía la ha completado con elementos griegos. Es fariseo, de la tribu de Benjamín. Completa sus estudios en Jerusalén, asistiendo a una de las más famosas escuelas para futuros doctores de la ley: la de Gamaliel. Es perseguidor de los nazarenos. En su viaje a Damasco, su vida cambia radicalmente. Una luz cegadora lo arroja al suelo, y se encuentra con aquel al que persigue. Vuelve a Jerusalén. Es bautizado por Ananías bajo el nombre de PABLO, y de perseguidor se convierte en discípulo. Comienza su apostolado entre los hebreos. Tiene que huir y se retira durante tres años al desierto de Arabia, para prepararse para su gran misión.

En la ciudad de Antioquía (Siria), ciudad que se convertirá en el centro de la expansiòn cristiana durante las primeras décadas de su historia, a los seguidores de JESÚS los griegos les han empezado a llamar cristianos (Hech 11;19-26), o sea, seguidores de Cristo lo cual indica que se trata de una comunidad numerosa y conocida en la ciudad. Por eso, la Iglesia de Jerusalén les envía desde allí a Bernabé quien sale para Tarso en busca de Saulo; lo encuentra y se lo lleva con él a Antioquía (Hech 11;22-25). Allí estarán trabajando más de un año.

En esta fecha, bajan a Antioquía (Siria) unos profetas de Jerusalén que anuncian que va a haber una gran hambre por todo el mundo. Los discípulos de Antioquía acuerdan enviar un subsidio, según los recursos de cada uno, a los hermanos que viven en Judea. Y así lo hacen por medio de Bernabé y Saulo (Hech 11:27-30).

PABLO y BERNABÉ regresan de Jerusalén a Antioquía (Siria) e inician su vida misionera con un primer viaje por las costas mediterráneas (años 45-48) (Hech 13-14). Introducen el cristianismo en la isla de Chipre y en diversas ciudades del continente. PABLO se dirige en primer lugar a los judíos en las sinagogas, y después a las «gentes de las naciones» (paganos) sin imponerles las prácticas judías.

PABLO y Bernabé finalizan su primer viaje regresando a Antioquia después de visitar nuevamente algunas de las iglesias que han fundado. En Antioquía hay dos comunidades de creyentes: los que proceden del judaísmo y conservan sus prescripciones, y los que vienen de las religiones tradicionales paganas. Estos cristianos de orígenes diferentes difícilmente pueden comer juntos a causa de las prohibiciones alimentarias del judaísmo; rechazo de ciertos alimentos y preparaciones culinarias, de la sangre… La solución ya no puede demorarse más por lo que regresan a Jerusalén y convocan una reunión -“Concilio de Jerusalén”- para debatir el tema y tomar una decisión definitiva.

Pocas semanas después de haber terminado el Concilio de Jerusalén, PEDRO quiere hacer personalmente una visita a Antioquía y se traslada a dicha ciudad, junto con su discípulo Juan Marcos, el que más adelante será el autor del evangelio de su nombre. Ello le da ocasión de ver que el decreto de la Asamblea de Jerusalén, aunque preciso y claro en su contenido, pronto se ve que resulta incompleto y aun conflictivo. Y la razón es que establece claramente lo que los cristianos procedentes de la gentilidad no deben hacer; pero en cambio deja sin decir qué es lo que los cristianos que antes han sido judíos pueden hacer. El conflicto se manifestará de forma aguda y tras lo que se denominará la “Disputa de Antioquía”, una fracción de la Iglesia, quizá la mayoría que procede de la sinagoga e incluye a algunos sacerdotes, retendrá por un largo tiempo unas prácticas y costumbres que sólo se irán abandonando gradualmente, debido a la presencia de los nuevos convertidos helenistas que no tienen tales tradiciones.