Fallece FRANCISCO I, emperador de Austria (último emperador del Sacro Imperio Romano Germánico). Austria continúa siendo la fuente de toda reacción en Europa central. Aunque nada puede hacer para evitar la Revolución de Julio en Francia o la segregación de Bélgica, en buena medida por la oposición británica, mantiene una sujeción estricta sobre Italia y Alemania, y desde luego se esfuerza por mantener la propia Austria y sus dominios completamente al margen del liberalismo. El sistema Metternich ha declinado ligeramente tras el Congreso de Verona, pues ya no se han celebrado más congresos y Prusia aspira cada vez más a encabezar la parte de Alemania no sujeta a Austria. Con todo, el dominio de Metternich sigue siendo efectivo.

Conocido también como la Convención de 1839, el Tratado de Londres es firmado en la fecha. Entre los países signatarios están el Reino Unido, Austria, Prusia, Rusia, Francia y los Países Bajos. En el tratado se reconoce la independencia de Bélgica del Reino Unido de los Países Bajos dominios a los cuales pertenece en virtud de las negociaciones del Congreso de Viena (1814-1815), donde el territorio de la futura Bélgica fue ubicado como un estado “tapón” para evitar en lo posible una nueva expansión de Francia por Europa como había sucedido durante el imperio de Napoleón Bonaparte. En el documento se especifica que Luxemburgo es partido en dos, la parte Occidental se integra en Bélgica y la Oriental en Holanda. El Tratado de Londres de 1839 reconoce, pues, a Bélgica como estado independiente y se acuerda en el artículo VII, sin duda la disposición más importante por las repercusiones posteriores, que el nuevo país se mantendrá perpetuamente neutral. El pacto quedará roto, sin embargo décadas más tarde y ya en el siglo XX, cuando Alemania el 4 de agosto de 1914 invade territorio belga como paso previo a la invasión de Francia durante la I Guerra Mundial.

A lo largo del S XIX, al desarrollarse el nacionalismo entre los pueblos de Europa, los nacionalistas húngaros se enfrentan a los austríacos y, al mismo tiempo, intentan magiarizar las minorías no húngaras que forman parte del reino. Estas minorías, formadas por eslovacos, rutenos, rumanos, servíos y croatas, totalizan más de la mitad de la población de Hungría y están sometidas a la nobleza húngara.

El descontento italiano no es el único problema de Austria. Hungría, de la que se ha apoderado arrebatándosela al Imperio otomano ciento cincuenta años antes, también muestra agitación, y cada vez se resiente más del enorme peso del dominio austríaco. Este nacionalismo húngaro es articulado de manera muy efectiva por Lajos Kossuth. Durante la década de 1840, sus discursos y escritos mantendrán el fervor de los húngaros. (Resulta paradójico que mientras considera inadmisible que los austriacos dominen a los húngaros, insiste en que éstos deben dominar a las minorías, como los croatas y los eslovenos. Ésta es una de las muchas ocasiones en que las personas se muestran liberales para lo que les conviene y conservadoras en lo que concierne a los demás.)

La existencia de numerosos Estados separados en Alemania, cada uno de los cuales procura crear una universidad como forma de mantener su prestigio, determina una activa vida cultural que a menudo rebasa las tendencias reaccionarias de la época, de manera que Alemania acaba dominando el progreso de la ciencia durante el siglo XIX. Sin embargo, las revoluciones son aplastadas con prontitud. En Austria se disuelve una asamblea liberal y se impone una constitución que proporcione un gobierno muy centralizado, aunque representativo. Hungría, que ha proclamado la República, es sometida por la fuerza. En Prusia, FEDERICO GUILLERMO IV impone una Constitución autoritaria. Mientras tanto, el Parlamento de Frankfurt redacta una Constitución liberal para una Alemania unificada bajo un emperador hereditario. Austria rehusa permitir que sus posesiones alemanas sean incluidas, así que la asamblea decide con disgusto que Austria quede excluida. Ante la carencia de una alternativa, ofrecen la corona a FEDERICO GUILLERMO IV de Prusia, quien la rechaza con arrogancia. La asamblea se dispersa ante el fracaso.

Gran Bretaña logra persuadir a Austria, Prusia y Rusia de que se unan a ella para enviar un ultimátum a Muhammad Alí (15 de julio de 1840), instándole a limitar su gobierno a Egipto y el sur de Siria. Muhammad, apoyándose en Francia, rechaza el ultimátum. Entonces Gran Bretaña bombardea Beirut, desembara tropas en Siria y expulsa de ésta a Muhammad Ali. Francia, bajo Luis Felipe, prefiere no luchar, y Muhammad Alí ha de reducir sus dominios a Egipto. Está claro que el Imperio otomano se ha debilitado hasta el punto de convertirse en un simple peón manejado por las ambiciones encontradas de las potencias europeas. Nicolás I de Rusia hace cuanto puede para convencer a Gran Bretaña de que el Imperio debe ser repartido entre las potencias, como se hizo con Polonia unos cincuenta años antes. Nicolás se refiere al Imperio otomano como «el hombre enfermo de Europa», y sin duda considera que es preciso librarse de aquella miseria. Pero Gran Bretaña no se muestra de acuerdo, y por eso libra la guerra de Crimea (aliada con Francia y Cerdeña), a fin de garantizar que el Imperio otomano permanezca intacto.

Por motivos principalmente económicos, en Setiembre de este año, Inglaterra, Austria, Prusia, Rusia y Turquia inician una guerra contra MOHAMED ALÍ que gobierna en Egipto y es dueño y señor de un imperio árabe que alrededor de Egipto ocupa dos millones de km2.

En febrero de 1846 se prepara la insurrección en las tierras polacas para conquistar la emancipación nacional de Polonia. Los iniciadores principales de la insurrección son los demócratas revolucionarios polacos (Dembowski y otros). Pero, debido a la traición de los elementos de la nobleza y la detención de los dirigentes de la sublevación por la policía prusiana, la sublevación general es frustrada, produciéndose únicamente algunos estallidos revolucionarios sueltos. Sólo en Cracovia, sometida desde 1815 al control conjunto de Austria, Rusia y Prusia, los insurgentes logran el 22 de febrero de 1846 obtener la victoria y formar un Gobierno nacional que publica un manifiesto sobre la abolición de las cargas feudales. La insurrección de Cracovia es aplastada, en la fecha. En noviembre de este mismo año, Austria, Prusia y Rusia firmarán un acuerdo de incorporación de Cracovia al Imperio austríaco.

Empieza la Jornada de los Cigarros (motín de los fumadores) en el que será violentamente boicoteado el tabaco austríaco. Será antecedente de las «Cinco jornadas», que expulsarán al gobernador austríaco Johann Josef Wanzel, conde de Radetzky.

En estas fechas la dieta de Hungría ha estado reunida durante varios meses, estudiando reformas constitucionales, y, como es costumbre, discutiendo nuevos medios de evitar que la influencia alemana penetre en Hungría. Entonces, llegan las noticias de la revolución de febrero en París. El partido radical de la dieta húngara despierta. Su dirigente, Lajos (Luis) Kossuth, pronuncia, en la fecha, un apasionado discurso sobre las virtudes de la libertad. Este discurso se imprime inmediatamente en alemán y se lee en Viena, donde la inquietud ha aumentado también, a causa de las noticias de París. En Hungría la dieta promulga las Leyes de Marzo, por las que los privilegios de la nobleza son limitados y, asimismo promulga un completo separatismo constitucional dentro del Imperio, aunque reconociendo todavía a la Casa de los Habsburgo.