Gil-ROBLES, ministro de la Guerra, nombra al general Francisco FRANCO (que el 15 de febrero ha sido designado comandante en jefe en Marruecos) jefe del Estado Mayor Central del Ejército. La labor coordinadora de FRANCO en los sucesos revolucionarios de Asturias ha sido muy elogiada por los sectores más conservadores de la política y de la prensa.

Dalí volvió a participar en una exposición surrealista en 1936, esta vez de índole internacional, celebrada en Londres. Su conferencia, titulada Fantômes paranoiques authentiques, fue impartida con un traje de buzo, casco incluido. Llegó a la conferencia con un taco de billar y un par de sabuesos rusos, y en su transcurso tuvo que retirarse el casco para poder tomar aire. Comentó al respecto que «simplemente quería mostrar que estaba sumergiéndome profundamente en la mente humana»

España empieza 1936 con 24.693.000 habitantes. Un 48,8 por ciento sin hombres y un 51,2 mujeres.

En 1936, Francisco FRANCO acata el orden establecido y sirve fielmente a la República, igual que lo ha hecho con la Monarquía, aunque no se le puede considerar un ferviente republicano. Ha colaborado con todos los Gobiernos de la República, conservadores y de izquierdas. En enero de 1936 es designado representante del Gobierno de la República Española en los funerales del rey Jorge V de Inglaterra, fallecido el 20 de este mismo mes.

La derecha trata de que FRANCO forme parte de su candidatura en la tercera votación por los escaños parlamentarios de Cuenca. Pero FRANCO no acepta la convocatoria y declara a finales de abril de 1936: “Aun comprendiendo la eficacia de la labor que en el Parlamento podría llevar a cabo, ante la posibilidad de que tan noble propósito se empequeñezca por las torcidas interpretaciones que la pasión política imperante podría hacer, he rogado a todos que se me retire de la candidatura aludida.” Con su negativa, la derecha pierde una importante baza, dada su reputación.

En el Ejército español se realizan diversos cambios y traslados y las autoridades gubernativas, alertadas por militares republicanos, comienzan a vigilar a algunos militares sospechosos. El general FRANCO cesa como jefe del Estado Mayor Central y pasa a la Comandancia Militar de Canarias. El general GODED es destinado a Baleares. El general MOLA cesa como Jefe Superior del Ejército en Marruecos y es enviado a Pamplona, siendo sustituido por el general Gómez Morato. AZAÑA busca con estos cambios alejar y dispersar a aquellos militares a quienes considera menos afines al nuevo Gobierno.

FRANCO, Jefe del Estado Mayor del Ejército, advierte al Gobierno de las divisiones en el ejército. En una carta enviada al presidente del Gobierno, pone de manifiesto las repercusiones de la inestabilidad social en el ejército. Igualmente sugiere que se confiera a los militares la pacificación y el restablecimiento del orden público, con lo cual se evitarían males mayores.

Durante los primeros días de julio se realizan maniobras militares por parte del Ejército español en las plazas del Norte de África. El movimiento constante de tropas hace correr el rumor de que se está preparando un golpe de Estado, algo que el Gobierno se apresura a desmentir, indicando que se trata de simples maniobras militares que entran dentro de los quehaceres habituales del Ejército.

Aunque FRANCO es enemigo de la izquierda, y especialmente de la izquierda revolucionaria, demuestra su prudencia y realismo al negarse a iniciar una revuelta militar en los últimos meses antes de que regresara la izquierda al poder en febrero de 1936. Siempre ha estado en contacto con los conspiradores militares, pero FRANCO ha sido firme en su decisión de no comprometerse con la rebelión hasta que el asesinato de Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, ha hecho que la inminente Guerra Civil sea prácticamente inevitable. En otras palabras, FRANCO se decide a participar en la revuelta que se está tramando, cuando llega a la conclusión de que es más peligroso no hacerlo.

En Las Palmas, el 18 de julio, FRANCO recibe un telegrama en el que se le comunica el levantamiento de la zona militar de Marruecos que queda totalmente dominada por los sediciosos y que estos se ponen incondicionalmente a sus órdenes. Tras los infructuosos intentos del presidente del Gobierno, Santiago CASARES Quiroga, de comunicarse con las autoridades del protectorado español en Marruecos, se cursan instrucciones precisas para que buques de la Marina se dirijan a los puertos andaluces y para que la fuerza aérea esté en plena disposición para despegar en cualquier momento. A las 8 de la mañana, el Gobierno de Madrid lanza por radio el siguiente comunicado: “El Gobierno declara que el movimiento está exclusivamente circunscrito a determinadas ciudades de la zona del protectorado y que nadie, absolutamente nadie, se ha sumado en la península a este absurdo movimiento.”