El colapso económico a qué llegó el estado español a final de los años cincuenta provocó una importante emigración de trabajadores sin trabajo a otros países europeos. En Catalunya, el cierre de empresas a final de los cincuenta también incidió en el mismo sentido. Los emigrantes eran sobre todo hombres de entre 15 y 44 años y se calcula que fueron unos 100.000. El país que más acogió fue Francia, destino de cerca del 80% de los catalanes que emigraron. Lo seguía Alemana con la 11% y Suiza con el 6%. Acostumbraban a estarse una media de tres años, tras los que la mayoría volvía a Catalunya. Los años en qué emigraron más catalanes fueron los comprendidos entre 1961 y 1964, hasta que la mejora económica hizo innecesaria la emigración.

En 1961, la fiesta de S.Jordi pasa únicamente a ser una prudente conmemoración.

A comienzos de los sesenta se inicia un proceso de renovación del catolicismo catalán. Este proceso es fruto del lento pero continuado alejamiento de una parte de los católicos respecto el régimen y coincidirá con la sacudida que supondrá a nivel internacional el papa Juan XXIII y el Concilio Vaticano (1962-1965). De esta forma, los aires aperturistas y autocríticos emanados de Roma tienen un efecto especial entre los católicos catalanes progresistas, ya fundido en organizaciones como la Juventud Obrera Católica (JOC), revistas como ‘El Ciervo’, pero sobre todo con la actitud comprometida que los curas jóvenes tomaron en defensa de las libertades y de los pobres, aunque esto supusiera enfrentamientos con el régimen franquista o con la jerarquía eclesiástica.

El Ciervo es una publicación periódica en castellano, editada en Barcelona desde 1951 y dirigida por el periodista e intelectual católico Llorenç Gomis. A raíz del Concilio Vaticano II, acentúa su línea editorial como revista del catolicismo progresista catalán y español, al margen de la jerarquía más immovilista e integrista.

La política económica liberalizadora tuvo efecto sobre las finanzas. La Ley de Ordenación Bancaria de 1962 facilita la aparición de los bancos industriales y la apertura generalizada de oficinas bancarias, a la vez que permite que las cajas de ahorro amplien su negocio y se asimilen, en muchos aspectos, a los bancos comerciales. Al fin y al cabo permite una etapa de euforia financiera, que se prolongará hasta final de los setenta. Con respecto a los bancos catalanes, a parte de los tradicionales, como el Atlántico, el Comercial Transatlántico o el Banco Condal, aparece una nueva entidad, Banca Catalana, con JORDI PUJOL como principal impulsor, que tiene como objetivo reforzar la banca autóctona y utilizarla parar financiar iniciativas privadas de signo catalanista.

El año 1962 fue climatológicamente muy especial. Al mes de septiembre se produjeron las grandes riadas del Vallès y en diciembre la nevada más copiosa que ha caído nunca a la costa catalana, con la nieve a pie de playa; es decir, a lugares no acostumbrados a este tipo de precipitación. La nevada cayó los días de Navidad y San Esteban, en plenas fiestas, y paralizó la vida ciudadana y laboral en las zonas afectadas. El impacto fue especialmente remarcable en la ciudad de Barcelona, que no estaba preparada para un tipo de emergencia meteorológica como aquella. El ayuntamiento no disponía de maquinaria adecuada por retirar la nieve y las curiosas imágenes de esquiadores en el Paseo de Gràcia dieron paso a los inconvenientes que generó la helada posterior.

El 25 de septiembre del 1962 se produce en Catalunya una destructora riada como consecuencia de las lluvias torrenciales que en el clima mediterráneo se dan al empezar el otoño, pero que este año han tenido una virulencia inesperada. La zona más afectada ha sido el Vallès (Barcelona), especialmente Sabadell, Terrassa y Rubí, dónde las riadas han derribado casas, destruido carreteras y hundido puentes, entre otras desgracias valoradas económicamente en 2.650 millones de pesetas (400 millones de euros). Oficialmente han resultado 441 muertos, 213 heridos y 374 desaparecidos. La intensidad de la devastación ha sido tal que ha provocado una oleada de solidaridad, canalizada en gran medida por la radio. Las autoridades han reaccionado con la visita del general Franco y Juan Carlos de Borbón, pero las ayudas prometidas por el gobierno serán escasas y tardías. El popular locutor Joaquín Soler Serrano, ha animado la recogida de dinero y el reclutamiento de voluntarios que ayudarán a hacer habitables de nuevo las zonas inundadas.

Durante la década de los años cuarenta, el sardanisme sufrió muchas restricciones, que despacio fueron desapareciendo en la década siguiente. El 1950 se creó la Obra del Ballet Popular, dirigida por Salvador Millet, que dinamizó todos los ámbitos del folclore catalán. Esta entidad organizó desde el año 1955 los cursos de capacitación sardanista y el 1959, las Jornadas de Estudios Sardanistes. Raíz de las conclusiones a las cuales se llegaron, se promovió la Fiesta Universal de la Sardana que, desde 1960, nombraba cada año una ciudad pubilla de la sardana  con la misión de contribuir a la popularización de la danza. En 1963 se hicieron públicos el Manifiesto sardanista y el Decálogo del  sardanista.

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La evolución ideológica de el abad de Montserrat, Aureli Maria Escarré, favorece que el monasterio se convierta, sobre todo desde el final de la década de los cincuenta, en un espacio de libertad donde se protegen iniciativas culturales y catalanistas. Poco a poco, el mismo abad toma un papel de más protagonismo, que lo enfrenta directamente al régimen franquista. El espíritu renovador impulsado por el papa Juan XXIII ayuda todavía más en la misma dirección. El momento culminante es la entrevista que Escarré concede al diario «Le Monde» y que es publicada en la fecha, bajo el título: «El règim espanyol es diu cristià, però no obeeix als principis bàsics del cristianisme». Obviamente, esto no gusta a FRANCO, que lo forzará al exilio. En la entrevista a «Le Monde», el abad Escarré tiene duras palabras dirigidas al régimen franquista. Niega la campaña de los 25 años de paz y dice que nada más han sido 25 años de victoria. Afirma que Catalunya es una nación entre las nacionalidades españolas y pide un clima de libertad y excarcelación de los presos políticos.

La liberalización económica potencia el turismo como actividad crematística. En Catalunya significa la ocupación del territorio costero para la construcción de hoteles, apartamentos y càmpings que cubran la demanda de sol y playa de los turistas, sobre todo de los europeos. El gran impulso se produce durante los años sesenta. En 1960 han visitado España 6 millones de turistas, y tres años después ya han sido 14, más de un tercio en Catalunya. La Costa Brava ha doblado su oferta de plazas hoteleras entre 1961 y 1964. En el periodo 1966-1971 la oferta hotelera catalana crecerá cerca de un 40% y la de cámping, alrededor de un 64%. Este vertiginoso ritmo de crecimiento, sin controles, tendrá como efecto negativo la ocupación caótica del territorio en muchos lugares.