El exilio catalán iniciado a principio de 1939 es cualitativamente significativo, porque el grueso de profesionales, intelectuales y artistas es muy remarcable. La nueva situación no es, sin embargo, la mejor para dedicarse a las tareas creativas. La necesidad de sobrevivir se impone por encima de todo. Aun así, la literatura catalana de los cuarenta pasa, en gran medida, por el exilio, donde esta actividad tiene una gran significación también cívica y política. Por esto se constituirán editoriales, se empezarán a editar revistas y también se pondrán en marcha iniciativas como los Juegos Florales del exilio.

Los catalanes que se exilian a principio de 1939 pasan, la mayoría, a Francia. Al comienzo son recluidos en los campos de concentración franceses. Poco después, cuando empiezan a incorporarse a la vida civil, empieza la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi de Francia. Muchos optarán por incorporarse a la resistencia francesa contra el ejército de Hitler ya sea en los maquis de las ‘Fuerzas Françaises de la Intérieur’ como en las de los “Franco-Tireurs te Partisans”. Para ellos, la lucha antinazi es la otra cara de la lucha contra el franquismo, sobre todo teniendo en cuenta la identificación entre los dos regímenes políticos, pero la mayoría son transportados, en los denominados “trenes de la muerte”, hacia unos campos de concentración en Alemania y Austria, donde los nazis están experimentando con cuerpos humanos y han inventado los tenebrosos y crueles campos de concentración, en los cuales se someten a los internos a todo tipos de vejaciones, trabajos forzados, hambre e, incluso, a la muerte a través de los cuartos de gas y de los hornos crematorios. Unos tres mil catalanes irán a parar a estos campos de exterminio, como Ravensbruck, Dachau, Mauthausen, Treblinka o Gusen. Muchos emprenderán su exilio hacia América, especialmente hacia México, donde también se establecerá la primera representación del gobierno en el exilio.

En la fecha, la situación en la España republicana es desesperada. Intentando aumentar sus efectivos, tremendamente mermados ante el avance de los franquistas, las autoridades republicanas decretan la llamada a filas de los reservistas de la quinta de 1922, a los que por su edad -aprox. 37 años-, se les pone el apelativo de la “Quinta de Juan Simón” o “Los Enterradores”.

En los primeros días de enero de 1939, después de meses de incertidumbre desde la orden del presidente NEGRÍN de evacuar los efectivos extranjeros del ejército republicano, 650 italianos de la Brigada Garibaldi pueden empezar su marcha hacia la frontera. Desde Torelló, donde se encuentran, van en camión hasta Llagostera y después a pie hacia Verges y Castelló d’Empúries, donde son detenidos de nuevo. Finalmente, el 7 de febrero serán autorizados a cruzar la frontera y de allí serán trasladados al campo de Sant Cebriá. Nada más llegarán unos 500.

La disolución específica de la Generalitat es el objeto de una orden de Serrano SUÑER de fecha 15/1/1939. En virtud de esta disposición, las Diputaciones provinciales recobran los edificios y dependencias “en que se presten funciones y servicios que desempeñaba la Generalitat de Catalunya.” En cuanto a los funcionarios de la Generalitat, se respetan a aquellos que cumplían sus cargos con anterioridad a 1931, “los ingresados en el servicio con posterioridad a dicho momento, se consideran cesantes.” Lo mismo queda establecido para los funcionarios de la administración local. El personal sanitario tiene un poco más de suerte.

La entrada del ejército franquista en Barcelona, el 26 de enero de 1939, supone la implantación de un régimen especial de ocupación, muestra evidente de la importancia política que la dictadura otorga a esta conquista. El régimen especial se prolongará hasta el 1 de agosto de este mismo año, con la creación de unos “Servicios de ocupación de Barcelona”, dirigidos por el general de brigada Eliseo Álvarez Arenas. Supondrá, sobre todo, un intenso trabajo represivo de prohibición de todo lo que pueda recordar la Catalunya autónoma y el catalanismo, ya sean equipamientos culturales o monumentales, inspirado por el ministro Serrano Suñer. Una de les dedicaciones preferentes es la prohibición de la lengua catalana en todo tipo de usos, incluso en la correspondencia privada. Se inunda Catalunya de carteles con textos como: “Si eres español, habla español” o “Si eres español, habla el idioma del Imperio”. Al mismo tiempo, se inicia un interés constante por construir monumentos a los caídos del ejército franquista. Catalunya puede darse por tomada, y empieza un éxodo de centenares de miles de refugiados hacia la frontera francesa.

Los días 24, 25 y 26 de enero de 1939 se producen diversos bombardeos sobre Granollers. Cuando las tropas franquistas entran en la capital del Vallés Oriental, el 28 de enero de 1939, sus calles aún rezuman muerte.

Para muchos de los españoles afectos al Frente popular la caída de Catalunya a principios de 1939, significa simplemente el final de la Guerra Civil y el ya inmediato reconocimiento de FRANCO por parte de Francia y Gran Bretaña parece ratificar esta impresión. En realidad, la conciencia de que se ha llegado a esa situación está ya totalmente generalizada aunque la reacción de las autoridades militares y políticas republicanas respecto de ella sea muy diferente, como testimonio de la desintegración a la que se está asistiendo.

Reunión -que será la última- de las Cortes de la República en tierra española, en el castillo de Figueras (Girona), presididas por Martínez Barrio. El Gobierno NEGRÍN es ratificado en sus funciones. En su transcurso, el presidente NEGRÍN expresa las condiciones para la paz: mantener la independencia de España respecto de un posible protectorado ítalo-germano; el derecho del pueblo español a elegir su forma de gobierno, y que ambos bandos renuncien a la represión, pero no recibe respuesta alguna del Gobierno de Burgos.

Ocupación de Girona por los franquistas. Las tropas nacionales llegan a Girona sin prisa alguna, presionando las columnas de refugiados que intentan llegar a la frontera francesa.