Por estas fechas, un joven monje, FÉLIX, del monasterio pirenaico de san Saturnino de Tabernoles, deseoso de hacer comprender a los musulmanes, a los cristianos mozárabes influidos por aquellos, y a los paganos indígenas de las zonas fronterizas del Pirineo urgeliano que los cristianos no son politeistas, expone la idea de la adopción de Cristo por Dios Padre, recordando alguna fórmula de la liturgia visigoda que usaba la voz «adoptivo» aplicada a la persona del Hijo (adopcionismo). Con ello renueva antiguos errores cristológicos emparentados con el nestorianismo, el priscilianismo y el arrianismo. El éxito del monje le permite ser elegido obispo de la diócesis de Urgel, y con las facultades que le proporcionará el cargo, perseverará durante diez años en sus actuación apostólica. Propagará el adopcionismo de tal manera que convencerá incluso a Elipando, el nuevo arzobispo de Toledo (784).

Sube al trono bizantino CONSTANTINO VI (780-797). Su madre viuda, IRENE gobernará el Imperio como regente y una de sus mayores preocupaciones será acabar con la iconoclastia. La emperatriz es devota de las imágenes cuyo culto ha practicado en secreto. Ordena que cada cual pueda libremente fabricare y venerar las imágenes.

Una vez sofocados todos los fuegos en Italia, CARLOS impone a su hijo PIPINO como rey de Italia. CARLOS llega a un acuerdo territorial con el papa ADRIANO I: el rey reconoce al pontífice la soberanía sobre los territorios entregados a la Iglesia por sus antecesores y, a su vez, ADRIANO I reconoce a los hijos de CARLOS, PIPINO (nacido en 773) rey de Italia (781-810), y LUIS I el Piadoso (nacido en 778) rey de Aquitania (781-817).

Puede que la principal figura intelectual del Renacimiento carolingio sea el anglosajón ALCUINO de York, discípulo de BEDA el Venerable, el gran santo e historiador eclesiástico, poseedor de una de las mentes más extraordinarias de su época. ALCUINO es diácono y director de la escuela de la catedral de York, antes de convertirse en abad del monasterio de San Martín de Tours. Es nombrado para el cargo por el propio CARLOS en 781, cuando ambos se conocen con motivo de un breve viaje de ALCUINO a Italia. Además de por sus conocimientos en muy diversas materias, ALCUINO de York destaca como profesor de latín, luego de asimilar los excelentes métodos de sus predecesores irlandeses y anglosajones.

CARLOS, rey de los francos, destina mayores esfuerzos a combatir a los sajones que con Witikind al frente se ha levantado en armas. La delimitación de fronteras -donde se producen continuos enfrentamientos- y cuestiones religiosas -los sajones se muestran hostiles al catolicismo al considerarlo un elemento de penetración franca»- son las causas de la guerra. Los cronistas hacen referencia a 33 años consecutivos de lucha, manifestando que los sajones nunca cumplen los tratados y las rendiciones firmados. CARLOS se pone en varias ocasiones al frente de su ejército para luchar contra el peligro sajón, confiando también las tropas a los condes cuando otros asuntos requieren su presencia. La represión de CARLOS es cruel y la Iglesia la desaprueba completamente.

Son bautizados los jefes del pueblo sajón Widukindo y Alboin. A principios del siglo IX todo el pueblo se habrá convertido y se podrá organizar la jerarquía eclesiástica con las diócesis de Brema, Osnahrück, Minden y Verden.

Los eslovenos de Carintia son evangelizados por misioneros provenientes de Salzburgo. La conversión de su príncipe, Chetumar, es el primer paso; la evangelización del pueblo continuará durante el siglo IX por obra de Arno (Primer arzobispo de Salzburgo, fallecido en 821).

Los ávaros, emparentados con los hunos, se convierten espontáneamente al cristianismo al ser sometidos por CARLOS.

En la fecha, se celebra un Concilio mozárabe en Sevilla -presidido por Elipando, arzobispo de Toledo- en el que de nuevo se inicia la batalla teológica sobre el adopcionismo que seguirá en los concilios de Toledo. Y es que a finales del siglo VIII se produce un resurgimiento del adopcionismo, con Elipando y FÉLIX, obispo de Urgell. El monje español Beato de Liébana, junto con el obispo Eterio de Osma y el Reino de Asturias, combaten el adopcionismo (considerado herejía), obstinadamente defendido por Elipando.

Con la colaboración del patriarca Tarasio de Constantinopla y con la aprobación del papa ADRIANO I la emperatriz IRENE de Bizancio, viuda de Constantino V, convoca un nuevo Concilio ecuménico para 787, en Nicea, para tratar de concluir con el tema de la iconoclastia.