JUBILEOS DE LA IGLESIA CATÓLICA

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No se realiza el jubileo de 1875. Roma se había convertido en capital de Italia desde hacía unos años.


Roma se ha convertido en capital de Italia desde hace unos años. El Papa que ha perdido el poder temporal sobre la ciudad y los Estados Pontificios, decide quedarse en Roma encerrándose en el Vaticano, declarándose “prisionero del rey”. La Puerta Santa de San Pedro queda nuevamente cerrada, como en el año 1850. Pio IX, consideró que no se daban las condiciones para una celebración normal del acontecimiento, pero quiso de todos modos convocarlo de manera nueva con respecto al pasado. El Papa extendió el Jubileo a todo el mundo católico y lo celebró en Roma en forma reducida inaugurándolo en la Basílica de San Pedro con la única presencia del clero romano y sin la apertura de la Puerta Santa. Fue por lo tanto un Jubileo, a “puertas cerradas”.

En la Navidad de 1899, León XIII vuelve a abrir la Puerta Santa después de 75 años.


En la Navidad de 1899, León XIII vuelve a abrir la Puerta Santa después de 75 años. 1900 será de nuevo Año Santo. Asimismo, el rey de Italia Umberto I en un discurso al Parlamento hizo casi una “proclamación ” real de Jubileo. Poco a poco la llegada de peregrinos se fue animando.

El nuevo siglo que empieza, celebra el renacimiento del Jubileo.


El nuevo siglo que empieza, celebra el renacimiento del Jubileo. Después de setenta y cinco años se abrió de nuevo la Puerta Santa. León XIII, el 24 de diciembre de 1899, pudo inaugurar el primer Año Santo después del fin del poder temporal del Papa. León XIII, que se había pronunciado sobre una de las cuestiones centrales del tiempo, la social, con la histórica Encíclica Rerum novarum, consideraba también necesario redimensionar la imagen de la Iglesia y del pontificado romano. El Jubileo le ofrecía la ocasión. La preparación logística y la organización fueron apoyadas también, por primera vez, por el gobierno italiano. La apertura de la Puerta Santa se realizó con solemnidad y también en un clima de reconciliación y fiesta. Roma se llenó en esa ocasión, de peregrinos procedentes de todas las partes del mundo.

Año Santo. Proclamado por Pío XI.


Año Santo. Proclamado por Pío XI. Benito Mussolini es el hombre fuerte de la situación, y con él se siguen avanzando contactos para resolver la “cuestión romana”. La solución no llegará hasta 1929, pero este año santo es una señal evidente de que la paz entre la Iglesia y el reino de Italia no está lejos. Es el primer Jubileo del siglo XX. Contemporáneamente al año santo se desarrolló la primera Exposición Misionera Universal con gran éxito. Durante el Jubileo quedó instituida la fiesta de Cristo Rey y tuvieron lugar nuevas canonizaciones: Teresita del niño Jesús, Pedro Canisio y Juan María Vianney, el santo cura de Ars. Y se beatificó a Bernadette Soubirous, humilde pastora del sur de Francia.

1933 es el Primer Jubileo de la Ciudad del Vaticano.


1933 es el Primer Jubileo de la Ciudad del Vaticano. Es también el primer año jubilar retransmitido por la radio. Y como el Papa Pio XI ya no era “prisionero” de nada ni de nadie, volvió a visitar las basílicas jubilares, que ningún sucesor de San Pedro pisaba desde 1870. Las canonizaciones de este años fueron, entre otras: Luisa de Marillac, Bernadette Soubirous y Juan Bosco. Por otra parte, Gema Galgani y Antonio María Claret, fueron beatificados. El Año Santo extraordinario para 1933 será conocido como el de la Redención. Después de haber instituido la fiesta de Cristo Rey y de haber consagrado la humanidad al Sagrado Corazón de Jesús, en la vigilia del centenario de la muerte de Cristo el Papa anunciaba el Año Santo de la Redención. Los tiempos litúrgicos de este Jubileo fueron diversos de los anteriores. En efecto, la apertura de la Puerta Santa fue fijada para el Domingo de Pasión (y no la noche de Navidad), y la clausura para el Lunes de Pasión del año sucesivo. Pío XI creó así un gran acontecimiento religioso centrado en la figura de Cristo Redentor. Este Jubileo fue la primera ocasión, después del fin del poder temporal, en el que algunas celebraciones presididas por el Papa se realizaron fuera de la Basílica de San Pedro.

En el año santo de 1950, son canonizados: Antonio María Claret y María Goretti.


En el año santo de 1950, son canonizados: Antonio María Claret, fundador de las Misiones del Corazón Inmaculado de María y María Goretti, en el que fue el momento más emocionante y glorioso del Jubileo. Pío XII abrió el Año Santo en un horizonte cargado de tensiones y con las heridas de la segunda guerra mundial todavía no cicatrizadas. Un mensaje de paz subyace en el Jubileo del año 1950. Es el año del “gran retorno y del gran perdón” de todos los hombres, también de los más alejados de la fe cristiana. Europa estaba dividida en dos partes y los católicos del Este no podían ir a Roma. No obstante estas dificultades, la participación de los peregrinos fue extraordinaria y la audiencia con el Papa, a partir de este Jubileo, entró a formar parte integrante de la vida de los fieles. Videre Petrum pasó a ser el objetivo de muchos. Durante el año jubilar Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de María, en la Plaza San Pedro en presencia de casi quinientos mil fieles y 622 obispos. Otro aspecto significativo fue el espectáculo ofrecido por la presencia de los peregrinos. Su ejemplo fue definido: “la mejor predicación de este siglo”.

PABLO VI preside la apertura de la puerta santa en la Basílica de San Pedro dando inicio al año santo o jubileo.


Durante su pontificado PABLO VI preside la apertura de la puerta santa en la Basílica de San Pedro desde el 24 de diciembre de 1974 dando inicio al año santo o jubileo de 1975. Este acto de apertura será seguido por televisión aproximadamente por mil millones de personas en todo el mundo.

El Papa Pablo VI ve el Año Santo como una oportunidad de renovación interior del hombre.


“¿Tiene todavía sentido la celebración del Jubileo?”. Esta es una pregunta frecuente entre los católicos del inmediato posconcilio. Después del Vaticano II una celebración jubilar, a muchos les parece anacrónica, ligada a una idea de cristiandad medieval. El Papa Pablo VI siente estos problemas, pero decide no interrumpir la tradición de los Jubileos. El Papa ve el Año Santo como una oportunidad de renovación interior del hombre. Con ocasión de este Jubileo escribe la Exhortación Apostólica Gaudete in Domino, con la intención de poner las celebraciones jubilares bajo el signo de la alegría. Los tres puntos fundamentales de este Año Santo son: la alegría, la renovación interior y la reconciliación. Un observador seglar de la historia de la Iglesia escribe a propósito del Jubileo del año 1975: “Fue un gran éxito”.

 

“¡Abran las puertas al Redentor!”. Con estas palabras Juan Pablo II introdujo la Bula que convocaba el Jubileo de la Redención.


“¡Abran las puertas al Redentor!”. Con estas palabras Juan Pablo II introdujo la Bula que, el 6 de enero de 1983, convocaba el Jubileo de la Redención. El motivo de este Año Santo extraordinario fue el 1950 aniversario de la muerte de Jesús que el Papa entendía celebrar en continuidad con el Jubileo extraordinario de 1933 y en vista del Jubileo del Jubileo del año 2000. Es decir, como una anticipación del Jubileo de este fin de milenio. El Jubileo extraordinario tuvo la función “de llevar a cabo una digna preparación para el “Año Santo del 2000”.

Apertura del Jubileo del año 2000.


Jubileo del año 2000, desde 24 de diciembre de 1999 al 6 de enero de 2001. Al igual que otros años jubilares anteriores, fue una celebración por la misericordia de Dios y el perdón de los pecados. La principal innovación de este Jubileo fue la adición de muchos “jubileos particulares”, celebrados simultáneamente en Roma, Israel y otras partes del mundo.