Las naciones europeas temen ahora que la familia de los Habsburgo sea demasiado fuerte si además reina en España. El miedo a un imperio parecido al del siglo XVI de Carlos V lleva a Inglaterra a buscar la paz con LUIS XIV y reconocer a FELIPE V, cosa que hace desestimar los principios de La Haya de 1698 y precipitan un congreso de paz. Ésta será la razón principal de que en el tratado de Utrecht se permita a FELIPE V seguir siendo rey de España.
TRATADO DE UTRECHT de 1713
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Victoria de Denain (1712) de las tropas francesas sobre las Provincias Unidas.
La victoria de Denain (1712) de las tropas francesas sobre las Provincias Unidas hace que se inicien, en la fecha, las conversaciones de paz en Utrecht (Holanda). En estas conversaciones, FELIPE V rechaza el mantenimiento de las instituciones catalanas. En las conversaciones no participa ninguna representación catalana. Estos acontecimientos y los debates consiguientes para conseguir el final de la guerra de Sucesión, hacen que este tema sea conocido en las distintas cancillerías europeas como «el caso de los catalanes».
Cuando LUIS XIV declara la guerra a los holandeses, Orange es un territorio neerlandés dentro de Francia.
Cuando LUIS XIV declara la guerra a los holandeses, Orange es aún un territorio neerlandés dentro del reino borbónico. El Rey Sol aprovecha la ocasión para zamparse el enclave y para destruir algunas cosas, entre ellas las murallas y el castillo que habían ordenado construir los holandeses con las piedras del teatro romano y edificaciones antiguas. Total, unos y otros contribuyen a «modernizar» Orange. El Tratado de Utrecht de 1713 reconoce el dominio francés, ejercido de hecho, y acaba con el original mantenimiento del enclave holandés en Provenza. De la etapa holandesa no hace falta buscar, no queda nada. En Orange se mantiene en pie el muro del teatro del que LUIS XIV dijo que era «el muro más bello de Francia»
Los Tratados de Utrecht ponen fin a la Guerra de Sucesión española. Sicilia es cedida al duque de Saboya, Víctor Manuel II.
En la fecha, los Tratados de Utrecht ponen fin a la Guerra de Sucesión española. Son firmados por Francia y España, por una parte, y por Inglaterra, Holanda, Portugal, Saboya y Prusia, por la otra, previa renuncia de FELIPE V a la corona de Francia y la de los príncipes franceses a la de España. FELIPE V es reconocido rey de España y de las colonias americanas (1713 – 1724) (1724 – 1746). Completado con otros tratados posteriores. También por el Tratado de Utrecht, España, cede Sicilia al duque de Saboya, Víctor Amadeo II, a título de rey (1713 – 1720). Para compensar la definitiva renuncia de CARLOS VI de Austria al trono español, la nueva dinastía hispánica (FELIPE V de Borbón) le cede, las posesiones italianas de Milán, Nápoles y Cerdenya y, por otra parte, todo lo que resta de las posesiones españolas en los Países Bajos (Luxemburgo y Flandes). Este último territorio se convertirán en unos ambiguos «Países Bajos austriacos», generalmente apagados y silenciosos, pero con bruscos estallidos de pasión nacionalista, donde CARLOS VI tendrá que aceptar tropas de las Provincias Unidas en 8 plazas fuertes como protección ante Francia.
Inglaterra obtendrá, por el Tratado de Utrecht, privilegios comerciales y extensos territorios en América.
Inglaterra obtendrá, por el Tratado de Utrecht, privilegios comerciales y extensos territorios en América (tierras de la Bahía de Hudson -donde pueden cazarse animales de piel preciosa-, Acadia -que cambia su nombre por el de Nueva Escocia- , Saint Kitt’s y Terranova) que harán que comience su imperio colonial.
En el Tratado de Utrecht, Portugal es recompensado con la cuenca del río Amazonas.
En el Tratado de Utrecht, después de la guerra de Sucesión, Portugal es recompensado con la cuenca del río Amazonas, que pasa a formar parte del Brasil, desoyendo las reclamaciones de España al respecto. En consecuencia, el Brasil se convierte en la nación más vasta de Iberoamérica, con notable diferencia respecto de las demás.
Según el Tratado de Paz y Amistad, firmado como armisticio entre Inglaterra y España en Utrecht, se cede el peñón de Gibraltar a Inglaterra.
Por el artículo X del Tratado de Paz y Amistad, firmado como armisticio entre Gran Bretaña y España en Utrecht el 13 de julio de 1713 se procede a la cesión a Inglaterra, de la ciudad y del castillo de Gibraltar que lo ha conquistado el 4 de agosto de 1704 en nombre del pretendiente austriaco a la Corona de España. Aparentemente es el precio a pagar por el reconocimiento de FELIPE V como rey de España. Se trata de una atribución inmobiliaria referente a construcciones superficiales, pero jamás del suelo que lo sustenta, no hay cesión de la soberanía, ni jurisdicción territorial, ni comunicación por tierra con el resto de España. Y además se especifica que «si en algún tiempo a la Corona de la Gran Bretaña le pareciere conveniente dar, vender o enajenar, de cualquier modo la propiedad de la dicha ciudad de Gibraltar, se ha convenido y concordado por este Tratado que se dará a la Corona de España la primera acción antes que a otros para redimirla». (Por lo tanto, dado que España nunca ha renunciado a recuperar el peñón, queda excluida la salida independentista gibraltareña).
El emperador CARLOS VI (CARLOS III de Aragón) inicia las negociaciones de paz con LUIS XIV.
A pesar del Tratado de Utrecht, la lucha aún sigue entre Francia y el Imperio. El emperador CARLOS VI firma el 6 de marzo el Tratado de Rastatt. Este tratado se suele incluir también dentro de la serie de tratados de Utrecht y será ligeramente modificado por el Tratado de Baden del 7 de septiembre. Supondrán el fin de la Guerra de Sucesión Española entre Francia y Austria. CARLOS VI no renuncia a sus derechos, pero al retirarse de la lucha, deja, de hecho, la corona a su oponente FELIPE V. Con este Tratado las tropas austriacas abandonan Catalunya, y también lo hacen diversos altos funcionarios reales, empezando una corriente de exiliados catalanes a Viena, que continuaría en los años siguientes y que afectó también a los austracistas de los otros reinos hispánicos. Barcelona no acepta los acuerdos y sigue empeñada en tener al archiduque como Rey, cuando ya el emperador Carlos VI no quiere tener ningún derecho sobre Catalunya. (Hasta 1729 se mantendrá un Consejo de España en Viena)
El tratado de Rastatt supone el fin de la Guerra de Sucesión Española entre Francia y Austria.
El tratado de paz entre Francia y Austria se firma en Rastatt en 6 de marzo de 1714. El emperador CARLOS VI ve reconocida la posesión de Países Bajos Españoles (aumentados con Tournai, Yprés, Menin y Furnes), Nápoles, Milán, los Presidios de Toscana, y Cerdenya, mientras que Francia conserva Landau, Estrasburgo y Alsacia, pero pierde Brisach, Kehl y Friburgo. El tratado de Baden concretará puntos del tratado de los tratados anteriores de Utrecht y Rastatt, y los electores de Colonia y de Baviera serán restaurados en sus territorios y dignidades dentro del Imperio, mientras que Francia evacuará Lorena.
El pueblo inglés deja sentir repetidamente su preocupación por los que habían sido sus aliados.
El pueblo inglés -aunque no su gobierno- deja sentir repetidamente su preocupación por los que habían sido sus aliados y a los que por razones de Estado se han abandonado de una manera que los propios ingleses consideran poco digna. El sentir popular de los ingleses halla eco en la Cámara de los Lores cuando, en la fecha, se discute nuevamente el «caso de los catalanes» y se hace una nueva petición a la reina ANA I para que interceda en favor de sus ex-aliados. Dos días después contesta la reina diciendo que desde que se había firmado la paz (de Utrecht) no había dejado de interceder en favor de los catalanes «para evitarles, en la medida de lo posible, los infortunios a que se hallaban expuestos por la conducta de aquellos que más obligación tenían de ayudarles.» Con estas palabras acusa implicitamente al emperador de Austria, pero los ingleses no tienen la conciencia muy tranquila y cuando Barcelona se vea obligada a capitular, los ingleses lo considerarán casi como una vergüenza nacional. Voltaire afirmará que «se reprochaban el haber abandonado a los catalanes, como los romanos abandonaron a los saguntinos».