ALFONSO I el Batallador, siempre dispuesto a combatir a los musulmanes en su afán de cruzado, escucha el llamamiento que en 1125 le hacen los mozárabes de Granada -el último núcleo importante de cristianos en tierras musulmanas- para que tome dicha ciudad con la ayuda que éstos le prestarán desde dentro. En efecto, ALFONSO I el Batallador marcha con su ejército hasta las puertas de Granada y devasta durante dos o tres semanas la huerta que la rodea. Pero la llegada de importantes refuerzos almorávides le decide a levantar el sitio y retirarse.

Tasfin ben Ali (1143-1145), rey almorávide de Al Ándalus. AL Ándalus ha vivido unos decenios de prosperidad. Los almorávides han impuesto la defensa de la ortodoxia religiosa y cierta pureza de las costumbres. Al contacto con la población de Al-Ándalus sus incultos generales se han refinado y rodeado de eruditos y filósofos. Pero poco a poco se han dedicado a la buena? vida; esta decadencia moral junto al declive militar, la presión de los castellanos y aragoneses, mas los problemas con la población andaluza por el radicalismo religioso, han creado un clima de oposición que en tiempos de Tasfin ben Ali se traducen en una revuelta que dará paso a los Segundos Reinos de Taifa, durante unos 30 años, surgiendo nuevos reyes en Córdoba, Málaga, etc.

En 1148, los almohades subyugan Granada.

Los almohades están instalados en la Península Ibérica desde 1147. En la fecha erigen a Sevilla como su capital y se proclaman los nuevos dueños de al-Ándalus, obligando a los almorávides a concentrarse en la islas Baleares. Los almohades esgrimen argumentos de pureza y vivificación religiosa parecidos a los de los almorávides. También los almohades, al igual que los almorávides, gobiernan desde Marrakech. Son grandes constructores y también se rodean de los mejores literatos y científicos de la época.

También los almohades, al igual que los almorávides, terminan por sucumbir ante la dejadez espiritual y el relajamiento de costumbres que casi siempre ha caracterizado a al-Ándalus. Los cristianos, mientras tanto, no han dejado de fortalecerse a lo largo de los últimos años.

Mientras FERNANDO III recorre en triunfo la comarca granadina, adueñándose de Alhama y Loja, un descendiente de los reyes de Zaragoza, llamado Ibn Hud (que al caer el imperio almohade se ha proclamado Emir) es aclamado en el pueblo alpujarreño de Ugíjar (en el extremo oriental de la provincia) y arroja de Granada a los últimos almohades.

Tras la batalla de las Navas de Tolosa, los cristianos han ocupado sucesivamente las ciudades de Córdoba, Sevilla y Valencia, reduciendo los dominios musulmanes a la actual Andalucía Oriental. Aparece en este momento la figura de Muhammad Nasr, conocido por Ibn al-Ahmar (el hijo del Rojo), cuya familia, desde comienzos del s. XIII, señorea la fortaleza de Arjona (Jaén), procede de la estirpe de los Alahmares descendiente de un compañero del Profeta. Fundará una nueva dinastía y traerá momentos de estabilidad al último reino musulmán de la península con capital en Granada con difíciles relaciones con el vecino cristiano.

Mohamed Ibn al-Ahmar, en 1231, se alza en Arjona contra Ibn Hud, y extiende su poder a la provincia granadina, mientras su rival es asesinado en Almería.

En estos más de 30.000 kilómetros cuadrados que ocupa el Reino de Granada, vive una población de entre 300 y 400.000 habitantes, muy densa para la época, fruto de diversas olas de inmigración desde el norte de África y desde el resto de la península al haberse convertido en el último refugio para los musulmanes. Étnicamente, la población se compone principalmente de árabes puros que descienden de los antiguos muladíes y beréberes norteafricanos. Hay también algunos conversos al cristianismo y pocos mozárabes (recordemos que por cuestiones políticas han sido prácticamente exterminados). Junto a ellos coexisten grupos muy minoritarios como los judíos o los comerciantes extranjeros, mayormente genoveses, y hasta algunos esclavos subsaharianos. Durante este período, se producirá un fuerte impulso organizador que llevará a un notable crecimiento de las ciudades. Granada sobrepasará los cincuenta mil habitantes, Málaga los veinte mil y otras ciudades importantes como Almería, Ronda, Loja, Guadix y Baza se acercarán a los diez mil. Ibn al-Ahmar funda una nueva dinastía, la nazarí, que mantendrá el último reino musulmán del occidente europeo hasta casi el siglo XVI y construiría los palacios de la Alhambra. (La Alhambra denominada así por sus muros de color rojizo ‘Qa’lat al-Hamra’ (Castillo Rojo), se encuentra situada en lo alto de la colina de Al-Sabika).

Mohamed Ibn al-Ahmar, somete las tierras granadinas a su autoridad, y funda, en la fecha, el reino de Granada. El reino se subdivide para su administración y control militar en tres sectores (oriental: actual provincia de Almería, central: Granada y occidental: Málaga) con fortificaciones fronterizas y acuartelamientos que garantizan el control efectivo del territorio. Los habitantes de Arjona proclaman sultán a Mohamed ben Yusuf ben Nasr ben al-Ahmar (el rojo), apoyado por su familia los banu Nasr (nasries o nazaritas), sus parientes los Banu Asqilula y los al-Mawl, extiende su autoridad a todo el territorio.