Desde la toma de Toledo (1085) y ante la presión y exigencias de ALFONSO VI, los reyezuelos Al-Mutámid de Sevilla , Al-Mutawakkil de Badajoz y Abd-allah de Granada, solicitan ayuda al sultán almorávide YUSUF ibn Tashufin, señor del Magreb. El título de emperador de ALFONSO VI da que pensar a los almorávides, pues deja traslucir su propósito de unir bajo su mando a la España cristiana y Al Ándalus. Los almorávides con capital en Marrakech, llevan velo como sus hermanos tuareg y son defensores intransigentes de la pureza de la doctrina “maliki”.

En Valencia ha sido depuesto del trono Al-Qadir, quien lo recupera con la ayuda del CID.

Los reinos de las taifas formadas tras la descomposición del Califato de Córdoba entre los años 1012 y 1031 se ven obligados en múltiples ocasiones a pagar parias, o sea, tributos a los cristianos a cambio de que estos les dejen en paz. Por supuesto, los cristianos no ignoran que las tierras musulmanas son más fértiles que las suyas, pero prefieren explotarlas indirectamente a través de los impuestos y parias. Es la gallina de los huevos de oro. Las parias se convertirán en un ingreso regular, con el que contarán las haciendas reales. Algunos reyes incluso las incluirán en sus testamentos. La explotación de las parias será la que explica, más adelante, que los cristianos tengan dinero para acometer las grandes construcciones románicas y hasta para acuñar moneda propia en lugar de usar ovejas, cerdos y bueyes como sus abuelos.

Durante estos años, junto al esplendor fugaz de las cortes de los reyezuelos taifas, donde se bebe en abundancia el vino tan prohibido por el Corán, destaca, en poderoso claroscuro, el colectivo de los alfaquies, es decir, el clero musulmán. Aquellos varones severos se escandalizan de la decadencia de las buenas costumbres, de las fiestas, de las chanzas, y hasta de los poetas que en lugar de componer obras edificantes dedican su arte a pergeñar poemas de amor o a recitarlos en los festines cortesanos a la luz de la luna. El clero musulmán ve, por otra parte, desvanecerse su poder e influencia a medida que la sociedad se vuelve menos observante de los preceptos coránicos y más laica. Por el contrario, este clero, había quedado impresionado de la acendrada fe demostrada por los fanáticos almorávides.

En 1090 Yusuf ibn Tashufin desembarca en al-Ándalus por tercera vez. Yusuf ibn Tashufin declara la guerra a Sevilla y al resto de Taifas andaluces, por su impiedad y costumbres anticoránicas, para lo cual, después de cruzar el Estrecho y conquistar Tarifa (noviembre de 1090), asciende por el valle del Guadalquivir deponiendo a los emires considerados traidores al islam. También es depuesto Abd-allah de Granada. Yusuf ibn Tashufin (1090-1106), primer rey almorávide intenta de nuevo unificar al-Ándalus.

El CID Campeador ha pasado al campo de la literatura universal constituyendo con D.QUIJOTE y D.JUAN la trilogía de personajes mundiales aportados por España. Pero de los tres sólo el CID, tuvo existencia real. La historia valenciana del S. XI es en realidad la de la intervención de gentes extrañas en sus problemas, debido principalmente al origen de los reinos de taifas por gentes procedentes de Córdoba y huidas del desastre general que supuso el final del Califato. Dentro de esta serie de intervenciones de gentes extrañas, hay que colocar la más famosa de todas: la del CID CAMPEADOR. Finalmente, El CID, se hará famoso gracias a la escuela patriótica, a la literatura, a Menéndez Pidal y a Charlton Heston…

Fallece Abd al-Malik, rey de la taifa de Albarracín, le sucede su hijo Yahya, a quien los cronistas describen como un hombre de carácter débil y de inteligencia escasa. Su reinado apenas durará un año, y en el transcurso del mismo se verá obligado a pagar parias al rey ALFONSO VI Castilla.

Muere Jimena, esposa del CID. Su cuerpo es depositado junto al de su esposo en el monasterio de Cardeña.

Los almorávides entran, en la fecha, en la ciudad de Santa María de Oriente (Albarracín). Ahí acaba la independencia de Albarracín-Santa María de Oriente, un reino de leyenda. Los almorávides son unos poderosos guerreros que propugnan la vuelta a los valores más puros y originarios del islam, y que han conquistado todo el norte de África y desde finales del siglo XI están incorporando a su imperio a los reinos de taifa de la Península. También, en plena euforia expansiva, se apoderan de Fraga.

Los mallorquines musulmanes añaden a sus recursos naturales la práctica normal de la piratería por las costas del Mediterráneo occidental. Para acabar con esta práctica de los mallorquines, y para redimir cautivos cristianos, el papa PASCUAL II autoriza la convocatoria de una cruzada que, bajo la dirección de Pisa, reúne naves y contingentes de Lucca, Florencia, Pistoia, Siena, Roma, Volterra, Córcega, Cerdeña y Lombardía. La expedición, en la fecha, sale de Pisa y hacia finales de mes las naves llegan a una tierra que se cree poblada por infieles, pero que resulta ser el país de los “christicolas Catalanensis”, probablemente la actual costa de Blanes. Comprobado el error, los expedicionarios tramitan un mensaje al conde RAMON BERENGUER III “que gobierna fuertemente Barcelona, Girona y otras ciudades”, reclamando su colaboración.