BORRELL II no renueva el pacto de vasallaje con el nuevo rey franco, HUGO CAPETO. BORREL II se titula “per la gràcia de Déu duc ibèric i marquès”, lo que significa que no considera que exista dependencia o subordinación respecto a cualquier otro príncipe. (Algunos historiadores opinan que la afirmación de BORREL II, sin contener una declaración expresa de independencia, políticamente se puede tomar como la fecha, dada la primacía del Condado de Barcelona, del nacimiento de la nacionalidad catalana.)

La circunstancia de que la desaparición del dominio real franco sobre los condes y condados del Nordeste de la península Ibérica sea una cuestión de hecho y no tenga una formulación jurídica hasta más tarde, concretamente en 1258 (Tratado de Corbeil, entre S.Luis y Jaime I el Conquistador), es de unas consecuencias transcendentales. La alta soberanía del rey de Francia, por muy inoperante que sea, no por eso ha legalmente desaparecido. Los condes de Barcelona, haciendo honor a la tradición de juricidad que habrá de ser una característica muy acusada de Catalunya, no se atreverán nunca a atribuirse el título de rey; les hubiera parecido una usurpación, pues en estricto derecho no había caducado la realeza del rey de Francia sobre los condados de la Marca. De ahí, que los condes de Barcelona continúen llamándose condes de Barcelona y no reyes. Y hecho este tema tradición, esta costumbre durará para siempre.

BORRELL II, viudo de su primera esposa, LETGARDA, se casa de nuevo con AIMERUD, también viuda que no dará hijos a su segundo marido, el conde catalán.

Durante los siglos IX-X, los núcleos urbanos de los condados catalanes eran escasos y poco poblados. Barcelona, la principal ciudad, no llegaba a 1.500 habitantes. En la Catalunya central, se ha consolidado la pequeña propiedad agrícola. No obstante, hacia finales del siglo X, se extiende la gran propiedad y muchas familias campesinas pierden la independencia económica.

El testamento de Borrell II no establece ninguna limitación a la soberanía de ERMENGOL I de Urgell, y si, en la práctica, este conde estará muy unido con su hermano, esto se deberá a circunstancias ajenas a la juridicidad, como, por ejemplo, al prestigio de la primogenitura, a la comunidad de intereses y probablemente también a motivos de orden puramente personal o psicológico, ya que Urgell no se encuentra ni tan sólo unido en carácter de vasallaje respecto a Barcelona.

RAMON BORRELL I gobierna ya desde el primer momento como un soberano en la plenitud de sus atribuciones. Dispone con absoluta libertad del patrimonio fiscal, da preceptos y privilegios y acuña monedas con su efigie y su nombre, “Raimundus”, señal inequívoca de soberanía.

Fallece BORRELL II.

RAMON y ERMENGOL, hijos de Borrell II y de Letgarda, son todavía muy jóvenes. ERMENGOL I (992-1010), recibe en testamento el condado de Urgell, iniciando la primera dinastía condal de Urgell. RAMON, con veinte años de edad, llamado RAMON BORRELL I (992-1017), recibe el lote esencial de Barcelona, Girona y Osona que se ha mantenido indivisible desde los tiempos de Vifredo el Velloso, es decir, por espacio de más de un siglo. La idea de unidad entre todos los condados va consolidándose lentamente.

En el momento de la llegada al poder de RAMÓN BORRELL I, los catalanes están en paz con ALMANZOR, cuyos ataques se dirigen hacia el occidente peninsular. Esta situación se mantendrá hasta el 1001 sin que quede claro cual de los dos bandos es el que rompe las hostilidades.

Desde el fin del Imperio Romano, al romperse la relación que había entre Italia y los diversos territorios de la Romanía, el latín vulgar, trasplantado por los romanos a Hispania tras su desembarco en 218 aC, ha vivido un proceso de evolución que lo ha llevado a la formación de diversas lenguas: gallego-portugués, leonés, castellano, aragonés y catalán. Ésta última, la lengua catalana, que es la que se habla principalmente en el territorio que se llamará Catalunya Vella, ya se diferencia claramente hacia los siglos VIII-IX. Esta lengua, se extenderá paralelamente a las conquistas de los condes de la Marca, durante los siglos XII-XIII. De otro lado, alrededor del año 1000, se ha conseguido un importante nivel de escritura en los monasterios y en las curias condales, por la existencia de escribanos religiosos y laicos. No obstante, los textos, de tipo jurídico (testamentos, infeudaciones, etc) y eclesiástico, son escritos en latín.