GREGORIO VII (Papa) (Hildebrando) (1073-1085)

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Se inicia la “Querella de las investiduras” que no acabará hasta 1122. La nobleza está contra el rey.


Asegurada la situación política de su reino por su victoria sobre los sajones, y ayudado por eclesiásticos complacientes, ENRIQUE IV -que es un joven de 25 años que pasa de momentos de eufórica energía a otros de depresión en los que se culpa de errores reales o imaginarios, conformando, en suma, una personalidad neurótica e inmadura-, rechaza la carta del pontífice suscitándose una vivísima controversia, sobre todo en Alemania, porque mina desde su base un equilibrio político uníversalmente aceptado. Se inicia la “Querella de las investiduras” que no acabará hasta 1122. ENRIQUE IV tiene en su contra la nobleza que está deseosa de alzarse contra él.

Enrique IV no ha previsto la fuerte resistencia papal, y de ahí se origina la catástrofe.


ENRIQUE IV no ha previsto la fuerte resistencia papal en el tema de las investiduras, y de ahí se origina la catástrofe. Reúne a sus fieles en Maguncia y fracasa en su intento de que los congregados elijan nuevo papa. Mientras tanto, los príncipes alemanes, capitaneados por RODOLFO duque de Suabia, se reúnen en Tribur y exigen a ENRIQUE IV que abdique si, en el plazo de un año, no le es levantada la excomunión; en notable gesto, invitan a GREGORIO VII a hacerse presente en Alemania. Hombre tan político como religioso -más de lo primero que de los segundo según sus detractores- el papa se pondrá de inmediato en camino, aceptando una invitación un tanto sorprendente pero que él debe juzgar beneficiosa para la Iglesia en su ya tan larga lucha contra los poderes temporales.

LADISLAO I, el Santo, accede al trono de Hungría (1077-1095). Inicia la expansión al Sudoeste.


Tras un prolongado período de debilidad que sigue a la muerte de Esteban I, LADISLAO I el Santo (1077-1095) accede al trono de Hungría. Inicia la expansión al Sudoeste, y hacia 1100 Hungría controlará la costa adriática, ocupando las que hoy llamamos Croacia y Bosnia. También avanzará por Transilvania, hacia el Este, y considerará que sirve a sus intereses apoyar al Papa GREGORIO VII contra el emperador ENRIQUE IV.

GREGORIO VII se dirige a Alemania aceptando la invitación de los príncipes alemanes.


GREGORIO VII se dirige a Alemania aceptando la invitación de los príncipes alemanes. Muy cerca de los Alpes, GREGORIO VII es informado de que ENRIQUE IV, al frente de hombres armados, ha penetrado en Italia. Convencido de que quiere promover un violento enfrentamiento con él, el papa decide retirarse al castillo parmesano de Canossa (en los Apeninos) perteneciente a la duquesa Matilde, tía de ENRIQUE IV y de acendrada fidelidad a la Iglesia.

El emperador, permanece durante tres días implorando perdón descalzo sobre la nieve.


Cuando el emperador se presenta ante el papa en el castillo de Canossa, en la fecha, no le cubre armadura alguna sino el sayal de penitente. Permanecerá durante tres días implorando perdón descalzo sobre la nieve, hasta que GREGORIO VII accedá a permitirle la entrada y concederle su perdón.

GREGORIO VII perdona a ENRIQUE IV. La humillación imperial es una clara afirmación de la autoridad papal.


GREGORIO VII perdona a ENRIQUE IV. Sabe que el perdón le va a costar muy caro, pero como representante de Cristo en la tierra no puede obrar de otra manera. El sometimiento de ENRIQUE IV al Papa, significará para el imperio una pérdida de jerarquía que no logrará recuperar jamás. Desde entonces, el Emperador y el Papa se enfrentarán como dos poderes en pie de igualdad.Sin embargo, la humillación imperial es una clara afirmación de la autoridad papal, de la que GREGORIO es uno de sus más valiosos sostenedores. Él afirma la suprema potestad de la Iglesia aun sobre la autoridad civil, potestad justificada por la misión confiada a la misma Iglesia, que procura, por encima de cualquier otro valor, y cualquier otro bien, el bien espiritual de los pueblos. Los papas llegarán a alcanzar una autoridad (el papa nombra los obispos a partir del siglo XIII) que ya no perderán desde entonces. Así, en los siglos XII y XIII, los papas considerarán que, a causa de su autoridad espiritual, tienen el derecho y el deber de intervenir en los asuntos temporales, y, por tanto, les corresponde corregir la conducta de los reyes, puesto que éstos son pecadores como todos los demás hombres. Por consiguiente, habrá dos representantes de Dios en la tierra, el papa y el emperador. Obviamente, uno de los dos sobrará.

De regreso a Alemania, ENRIQUE IV se encuentra con la oposición de los príncipes. Guerra civil.


De regreso a Alemania, ENRIQUE IV se encuentra con la oposición de los príncipes, que han visto
con malos ojos su humillación. Éstos, reunidos en Forschheim, eligen rey de Alemania a RODOLFO, duque de Suabia, quien inmediatamente promete al papa plena sumisión en lo referente a la cuestión de las investiduras. Esta elección provoca la guerra civil, que hace sentir sus efectos en toda Alemania, principalmente en Suabia.

El Papa GREGORIO VII, toma con ardor la uniformidad de los sagrados ritos en todas partes.


El Papa GREGORIO VII, toma con ardor la uniformidad de los sagrados ritos en todas partes, y juntándose a los deseos del Pontífice la persuasión de la reina doña INÉS, primera mujer del rey don ALFONSO VI, conviene el rey en que se deje el rito gótico o mozárabe por el romano. Como por parte del pueblo se siente mucha repugnancia en la novedad se decide acudir al combate singular o “Juicio de Dios”. Éste se verifica el Domingo de Ramos del año 1077 y aunque el caballero que defiende el rito mozárabe, llamado Juan Ruiz, del linaje de los Matanzas, vence al que defiende el Oficio romano, el rey no quiere darse por vencido, y desde el año siguiente se introduce en los reinos de Castilla y León el Oficio romano, dando origen este proceder al refrán español: “Allá van las leyes, do quieren reyes”.

Con la intervención del papa Gregorio VII, es otorgada entre los condes mellizos una carta de división.


La misión de expandir los condados corresponde a los dos condes mellizos RAMON BERENGUER II y BERENGUER RAMON II. Pero muy pronto tienen desavenencias por motivo de la herencia. Interviene para poner paz el Papa GREGORIO VII y, finalmente, en la fecha, es otorgada entre ellos una carta de división. En ella se llega a precisar los días que cada hermano ha de vivir en el palacio de Barcelona.

GREGORIO VII excomulga a ENRIQUE IV, lo declara destituido de autoridad y reconoce a RODOLFO de Suabia.


GREGORIO VII excomulga a ENRIQUE IV, lo declara destituido de autoridad y reconoce a RODOLFO de Suabia.