El pirata Cara-Mustafá ataca los dominios litorales y costas de los reinos de FELIPE II con una pequeña escuadra de seis bajeles, retirándose con sus mercenarios a la fortaleza del Peñón de Vélez (norte de África), tras abundantes rapiñas. El peñón constituye un lugar inconquistable y acuden a él todos los corsarios del Mediterráneo una vez efectuadas sus incursiones. El comercio marítimo vive, por tanto, una situación de permanente sobresalto e inseguridad. La conquista del peñón se reclama como urgente por todas las potencias con alguna importancia mercantil o marítima.

FELIPE II visita el Monasterio de Poblet (Lo visitó en varias ocasiones). Al visitar las sepulturas de los reyes de Aragón y condes de Barcelona, se le ocurre hacer lo mismo en el Monasterio de S.Lorenzo del Escorial que ha empezado (1563) a construir para conmemorar la victoria de San Quintín.

La tensión entre catolicismo y herejía halla, ampliando su campo a judaísmo e islamismo, todo un muro de incomprensión en el que la doctrina única no se atreve a buscar soluciones por temor a ser tachada de equívoca. FELIPE II extrema en España su celo y sus recelos, consciente de que si su monarquia cae en manos de los reformistas no podrá en modo alguno llevar a cabo su lucha en la Europa del norte ni la defensa del Mediterráneo. Muchas gentes eclesiales sufren, antes y después de Trento, de ese rigor que ocasiona las iras del Vaticano y la frontal beligerancia entre catolicidad española y mundo renacentista.

En Melilla tienen lugar Los sucesos del Morabito

En 1564, un grupo de colonos hugonotes franceses se establece en Florida septentrional, pero los españoles, al mando de Pedro Menéndez, los matan a todos. (Según explicará, no porque eran franceses, sino porque eran protestantes.) En 1565, Pedro Menéndez funda la ciudad de San Agustín de la Florida, la más antigua de origen europeo en el actual territorio de los Estados Unidos.

FELIPE II preside en Barcelona un Auto de Fe.

A FELIPE II lo que realmente le preocupa es el problema de su sucesión al trono y al dominio de sus estados. Su hijo CARLOS cada día está peor. María Tudor no le había dado hijos. Tampoco Isabel parece ser fértil tras casi tres años de vida marital. El rey se acuerda entonces de MAXIMILIANO II, su único aliado en la defensa de las fronteras de Europa. A falta de un primogénito digno, pensará en sus sobrinos. Por otra parte, el rey desconfia de las tendencias protestantes de MAXIMILIANO II. Escribe, pues, a su primo y hace que sus hijos RODOLFO y ERNESTO vengan a España con el pretexto de visitarle. Todo debía ser hecho con naturalidad, de forma que sus deseos no fueran públicos, si él no se veía forzado a llevar a cabo tan resolutiva y dolorosa determinación.

FELIPE II, usando de su prudencia, no reclama, a la muerte de Fernando I, la corona del imperio germano; se limita a saber que su primo MAXIMILIANO será coronado y acepta esta sucesión directa como natural a la necesidad de sus deseos. MAXIMILIANO II es su aliado como ya lo ha sido FERNANDO I. Madrid-Viena constituian un eje seguro de estrategia y el imperio y la monarquia católica aunaban sus alianzas familiares sin necesidad de discordias ni de tensiones de índole personal. España y Alemania gozaban, pues de la herencia de los Austria. Los embajadores cruzaban sus fronteras, visitaban una y otra corte.

Una potente escuadra – noventa y tres galeras y sesenta bajeles fletados por España, el Papa, los Doria, Malta y Toscana, con un total de 9.200 soldados- parte de Málaga a la conquista del peñón de Vélez (norte de África). Dada la situación estratégica de Vélez y su fácil defensa interior el empeño de tan potente armada está muy justificada para mayor seguridad. El corsario Cara-Mustafá, confiando en la imposibilidad de la empresa española, sale con sus naves en dirección a las costas italianas para saquearlas y deja por toda guarnición a doscientos de sus turcos. Pero más de diez mil hombres caen sobre sus murallas y la guarnición tiene que darse a la fuga. Mustafá queda así, por su confianza, falto de este decisivo bastión capital en el Mediterráneo. El triunfo español causa tanta confianza que ya se piensa en derrotar a los corsarios sin esperar a que estos se repongan.

Miguel López de Legazpi sale de México al mando de una expedición para conquistar y colonizar las Filipinas. No sin resistencia, se establecerá en el archipiélago en nombre de España.