Desde 1990, Albania ha estado orientada hacia el “Occidente”, ha sido aceptada en el Consejo de Europa y en la OTAN, y también ha pedido formar parte de la UE. La fuerza laboral de Albania sigue emigrando a la Unión Europea (UE) y América del Norte.

Mediante un referéndum clandestino, 99% de los albano-kosovares vota en favor de la independencia.

Dimite el presidente de Albania y último jefe de Estado comunista de Europa, Ramiz Alia, tras la derrota electoral de su partido, el Partido del Trabajo, que toma el nombre de Partido Socialista.

El primer trimestre de 1997 fue un momento muy delicado para Albania, en la que en unas pocas semanas el Estado roza la descomposición y la guerra civil. Dos hechos fundamentales desencadenan esta situación: a las caóticas elecciones legislativas en las que resulta ganador el Partido Demócrata de Sali Berisha se le sumó el colapso de unos sistemas bancarios de estructura piramidal que perjudican enormemente al país. La estafa consistía en una serie de depósitos que generaban unos intereses irrealmente altos, y de una dudosa solvencia, que a pesar de ello contó con el estimulo del Gobierno de Berisha bajo el pretexto de la expansión del sistema crediticio. Muchos albaneses confiaron sus escasas propiedades, después de décadas de comunismo, e incluso hipotecaron sus casas para obtener esos intereses.

La situación en Albania desencadena un descontento generalizado que aflora en el saqueo de los cuarteles militares y depósitos de armas. En esta situación de caos y de violencia, antiguas vendetas personales vuelven a aflorar y muchos albaneses inician otra inmigración masiva a Italia como ya realizaron con el derrocamiento del comunismo. Un levantamiento armado, dirigido por “comités de Salvación”, estalla en Vlorë y el sur del país. Saqueos y enfrentamientos ocurren en la capital y las demás ciudades. Argumentando el caos, la ONU aprueba el envío urgente de una “Fuerza de Protección Multinacional” (FPM) de 7.000 soldados liderada por Italia, cuya avanzada desembarca en Durres y Vlorë el 14 de abril. Este caos y rebelión es la causa que el Partido Socialista gane las elecciones de 1997. La FPM dejará el país en agosto.

Aparece el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) que inicia los enfrentamientos con los serbios que acusan a Albania de apoyar a los independentistas albano-kosovares. Entre febrero y marzo se producen cerca de 2.000 víctimas y 250.000 refugiados.

Los republicanos que controlan el Parlamento de EEUU, creen que CLINTON debería seguir el ejemplo de Ronald Reagan en Centroamérica y armar a las víctimas, en este caso los rebeldes albaneses, para evitar poner en riesgo a los soldados americanos. El riesgo que se corre con ello es entrar en una campaña militar sin retorno que encienda el nacionalismo albanés en Macedonia, provocando la misma desestabilización en los Balcanes que se quiere evitar

La OTAN inicia hoy la recogida de armas del UCK, rebeldes albaneses del Ejercito de Liberación Nacional en Macedonia. Esta operación está encargada a 5.000 soldados. La operación lleva el nombre de “Cosecha esencial”. El actual conflicto de Macedonia ha estallado con la revuelta albanesa para reivindicar sus derechos como minoría. Un acuerdo suscrito hace dos semanas contemplan estos derechos, y la OTAN está empeñada en facilitar que el acuerdo se cumpla. El interés de la OTAN es, claro está, evitar la desintegración política y la ruptura de Macedonia. Pero con 40.000 soldados desplegados en Kosovo, cuya vía de suministros es Macedonia, y 20.000 en Bosnia, los gobiernos de la OTAN posiblemente no están dispuestos a aprobar un mayor despliegue en la ex república yugoslava. Por esto se ha optado por una misión limitada, en la que los soldados no actuarán para imponer la paz.

La resolución 1244 del Consejo de Seguridad de 1999 reconoce la soberanía serbia sobre Kosovo y prevé el establecimiento de una autonomía sustancial para los albaneses, de religión musulmana, que se decantan por la independencia. Las posiciones de partida entre ambas legaciones se encuentran lógicamente muy lejanas. El recuerdo de la guerra, con los crímenes de los serbios y la obligada huida de un número considerable de ellos después, es todavía reciente. De ahí que el presidente serbio, Boris Tadic, haya pedido abrir un periodo de gracia de 20 años que permita suturar las heridas. En cambio, para los kosovares, a los que la comunidad internacional exige un esfuerzo en la aplicación de normas democráticas, no hay otra salida que independencia ya. Se sienten los ganadores morales de la criminal guerra a la que los sometió el dictador Milosevic. Y ahora pasan factura.

Las negociaciones directas entre serbios y albaneses kosovares sobre el futuro de Kosovo empiezan en Viena bajo la batuta del encargado especial de las Naciones Unidas, el finlandés Martti Ahtisaari. El objetivo final de estas reuniones es que desemboquen en una solución definitiva para Kosovo, que en los últimos treinta años ha pasado por diferentes situaciones. Fue una antigua provincia autónoma de Serbia dentro de la desaparecida Yugoslavia comunista. Luego, el dictador serbio Milosevic liquidó su autonomía y forzó una política de represión antialbanesa que finalmente desembocó en una desigual guerra entre las fuerzas armadas serbias y un nuevo ejército de liberación kosovar. Desde entonces es un protectorado de la ONU, con tropas de la OTAN. Como consecuencia de esta situación, una buena parte de los serbios que vivían en la provincia huyó a Serbia. Actualmente, sólo quedan en Kosovo alrededor de unos cien mil serbios, de una población total del orden de los dos millones de personas.