En España, a la muerte de LUIS I, la corona, de acuerdo a los términos del documento de abdicación de FELIPE V, debe recaer en el hermano de Luis, el príncipe FERNANDO, pero esto no lo quiere ISABEL de Farnesio, que convence a su marido para que reine por segunda vez. Nadie obstaculiza que FELIPE V retome la corona (1724-1746) en un acto de muy dudosa legalidad. Tal fue el «reinado relámpago». Así, en la fecha, FELIPE V promulga un decreto por el que vuelve a hacerse cargo del trono de España. En realidad, durante el breve reinado de LUIS I, FELIPE V había estado al tanto del gobierno, especialmente impulsado por la ambición de su esposa ISABEL de Farnesio, que no se resignaba a un mero papel de espectadora desde su cercano retiro a La Granja.

FELIPE V hace que se reconozca y jure príncipe de Asturias a su segundo hijo FERNANDO, reuniéndose en Madrid, por primera vez, los representantes de los distintos reinos de España, a lo que se da el nombre de Cortes, asistiendo por primera vez, por haberselo suplicado, diputados de Barcelona, LLeida, Girona, Tortosa y Cervera. Valencianos y aragoneses ya lo hacían desde 1709.

Ya en estos momentos, FELIPE V comienza a dar muestras de enajenación mental, motivo por el que se le conocerá por el sobrenombre de el Taciturno, en contraposición a su reinado anterior a LUIS I, en que se le llamaba el Animoso. En esta etapa deroga el feudalismo predominante en España e inaugura una política más conciliadora. Asimismo, se inicia la pérdida sucesiva de las posesiones españolas en el exterior.

Se produce en España la que se considera mejor cosecha de trigo del siglo y se inicia la expansión del cultivo de cereales, que se detendrá a mediados de la centuria y continuará después de 1765.

El pontífice BENEDICTO XIII interviene en el problema planteado en Francia ante el rey FELIPE V de España y puede arreglar el problema.

El Primer Tratado de Viena ponía fin a una guerra que, entre combates y negociaciones, había durado un cuarto de siglo. Las dos monarquías, española y francesa, se reconciliaban y la alianza entre las dos casas reinantes iba a ser válida hasta la caída de la monarquía francesa. El Papa, que había intervenido activamente tratando de establecer la paz, tenía sobrados motivos de alegría. La recuperación de Gibraltar fue siempre uno de los ejes de la política exterior de FELIPE V. Ya durante la negociación de la paz de Cambrai (1722-1724) pareció que el rey JORGE I de Inglaterra se avenía a ello; y durante las negociaciones del embajador Ripperda ante el emperador de Austria para conseguir el matrimonio del infante Don Carlos con María Teresa, hija del Emperador, se trató la ayuda de Austria a España para recuperar Menorca y Gibraltar, que se confirmó en el llamado Tratado de Viena, firmado entre España y Austria en 1725.

El duque de Borbón, primer ministro de Francia, viendo la grave enfermedad de LUIS XV, para evitar que la corona pasase a la rama de los Orleans, se da prisa en anular el matrimonio del rey de Francia con la hija de FELIPE V de España, María ANNA, que nada más tenía siete años para casarlo con la princesa polaca María CARLOTA de Leczinski, que por su edad y su temperamento prometía sucesión y así se efectuó. El disgusto fue grande por parte del FELIPE V cuando leyó la notificación y la palabra guerra sonó nuevamente.

El proyecto de una nueva unión de Austria y España, como en tiempo de los Habsburgo -una amenaza que ya se hizo patente en tiempo de Carlos II-  alarmaron a las potencias europeas, que obligaron a FELIPE V a cambiar de actitud y a destituir a Ripperdá.

En el mes de abril de 1725, se firma el primer Tratado de Viena entre el emperador del SIRG, CARLOS VI de Austria y FELIPE V de España. CARLOS a cambio de sus derechos como rey de España, recibe de FELIPE V la cesión de todos los derechos que tenía en Italia y en los Países Bajos. Este Tratado fue el verdadero fin de la Guerra de Sucesión y de la persecución de Catalunya que había durado un cuarto de siglo, pues se establecía un eterno olvido, amnistía y retorno de bienes y dignidades para todos los súbditos de una y otra parte. No obstante, este acto de reparación nada más se refería a las personas, porque nada se hizo a favor de las instituciones, que quedaron abolidas. El llamado «Caso de los catalanes» queda, por el Tratado de Viena -de esta fecha-, cerrado para siempre.

La política exterior de España se dirige hacia Austria, y el encargado de hacer realidad el acercamiento es el nuevo primer ministro, el holandés Johann Wilhelm, barón de Ripperdá. Éste proyecta casar al infante CARLOS (futuro Carlos III) con MARÍA TERESA de Austria. ISABEL de Farnesio anhela sobre todo que sus hijos accedan a algún trono europeo. Se firma, al respecto, el Primer Tratado de Viena.