SANTOS, MÁRTIRES Y BEATOS DE LA IGLESIA CATÓLICA

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Fallece S.BEDA el Venerable (673-735), doctor de la Iglesia, benedictino anglosajón.


Fallece BEDA el Venerable (673-735), doctor de la Iglesia, benedictino anglosajón, célebre maestro del monasterio de Jarrow, tan sabio como humilde que gozó de gran autoridad durante toda la Edad Media. Entre sus obras hay que destacar : – “Historia eclesiástica de la nación inglesa” y Sus “homilías” que fueron un manantial al que acudían todos los predicadores. Ha señalado las deficiencias del calendario juliano, sostenido que la Tierra es una esfera y mantenido que las mareas obedecen a la influencia de las fases lunares. Tiene entre sus discípulos a celebridades como Rabano Mauro, ALCUINO y Juan Scoto. Antes de su muerte son leídos sus tratados y homilías en las iglesias.

Fallece Juan DAMASCENO, el último de los Padres de la Iglesia oriental.


La Iglesia oriental que se va separando cada vez más de Occidente sigue caminos propios en la ciencia eclesiástica. Pero la tónica general es de absoluta decadencia. Da sus últimos resplandores con Juan DAMASCENO, el último de los Padres de la Iglesia oriental que fallece en la fecha. Este santo Padre, había nacido en Damasco, abandonando su puesto de funcionario administrativo del Califa para hacerse monje en el monasterio de San Sabas en Jerusalén. Su obra científica es un resumen de todo el progreso teológico de los siglos anteriores. Escribió también muchas homilías y tres Apologías sobre el culto de las imágenes.

Ante la creciente islamización, varios cristianos de Córdoba insultan a Mahoma buscando el martirio.


En la numerosa comunidad mozárabe de Córdoba surgen dos fundamentalistas, el obispo EULOGIO y el escritor ÁLVARO, que comprueban día a día, consternados, la creciente islamización de la sociedad. EULOGIO y ÁLVARO no pueden consentir tal cosa, así que consiguen que trece aspirantes al martirio, se presenten ante la autoridad islámica para insultar a MAHOMA. Es un modo expeditivo de buscar el martirio puesto que en el islam la blasfemia está castigada con la muerte. Ocurre lo que tiene que ocurrir: las autoridades religiosas dictan sentencia y los blasfemos, en la fecha, son ejecutados. Al olor del martirio, el fundamentalismo cristiano crece y nuevos aspirantes a mártires dan en presentarse ante los jueces. Como este movimiento crea un problema de orden público y envenena las relaciones entre las dos comunidades, el propio ABDERRAMÁN II ha de tomar cartas en el asunto y solicita la convocatoria de un Concilio en Toledo, sede de la máxima autoridad religiosa cristiana. Recafredo, obispo de Córdoba, no está de acuerdo con estas provocaciones y convoca el Concilio.

Los Obispos prohiben a los fieles que provoquen a los musulmanes buscando el martirio voluntario.


En el Concilio que en la fecha se celebra en Córdoba a instancias del propio ABDERRAMÁN II, los Obispos prohiben a los fieles que provoquen a los musulmanes buscando el martirio voluntario. Pero no servirá de nada.

El cuerpo de Sta. Eulalia, es trasladado en un tosco sepulcro a la iglesia de la Santa Cruz.


Habiéndose encontrado por el obispo Frodonío de Barcelona, escondido el cuerpo de Sta. Eulalia en Sta. María de las Arenas, éste es trasladado en un tosco sepulcro a la iglesia de la Santa Cruz. A partir de este momento se llama a esta iglesia de la Sta Cruz y Sta Eulalia.

Una vez que la dinastía carolingia empieza a decaer, también decaen sus disposiciones monásticas.


La reforma de San Benito Aniano no proviene del interior del monaquismo. Es algo impuesto desde fuera. Por consiguiente, una vez que la dinastía carolingia empieza a decaer, también decaen sus disposiciones de reforma monástica. A finales del siglo IX aparecen de nuevo los abades laicos, que viven en el monasterio con sus mujeres y con sus hijos; con sus soldados y con sus perros de caza. La vida de los monjes se contagia de las costumbres poco edificantes de sus huéspedes habituales. Ni existe clausura ni disciplina monacal de ninguna clase.

A finales del siglo X, se propone a San Sebastián como patrono de los soldados.


A finales del siglo X, se propone a San Sebastián como patrono de los soldados En el Antiguo Testamento la guerra es siempre una guerra santa; porque para los hebreos, religión y Estado se identifican. Cristo, en cambio, exalta a los pacíficos. Cristo no condenó nunca directamente la gue-rra, pero condenó el espíritu de odio y de venganza. Para los germanos, en cambio, la idea central de su ética consiste en el heroísmo bélico. La vida pacífica es despreciable para ellos. Es suna concepción enteramente pagana que permanece en estos pueblos incluso después de su conversión al cristianismo. Lo mismo que la Iglesia ha bautizado gran número de supersticiones, creando procesiones y bendiciones, también tiene que bautizar la guerra y el espíritu de venganza de estos pueblos, poniendo la espada al servicio de la Iglesia. La espada es algo sagrado si se emplea en defensa de la religión cristiana.