Aparte de las persecuciones, iniciadas por Nerón, ya desde el año 65, comienza otra batalla contra los cristianos: la de los filósofos paganos. El cristianismo no ha surgido de un círculo de intelectuales sino todo lo contrario. Las primeras comunidades están integradas por gente sencilla, con poca formación intelectual. Sólo poco a poco el cristianismo irá alcanzando a grupos más cultos. Por otra parte la base de la predicación es también sencilla, sin grandes complicaciones: «Jesús es el Señor. Él es el Mesías prometido, el esperado». Algunos intelectuales paganos arremeten con sus escritos contra el cristianismo.
APOLOGETAS /APOLOGISTAS (Defensores) (Siglos II y III)
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Cerinto y Epifanio escriben contra el cristianismo, negando a Jesús cualquier relación especial con Dios.
Ya en años finales del siglo I, en Asia Menor, Cerinto y Epifanio escriben contra la doctrina cristiana, negando a Jesús cualquier relación especial con Dios.
Los ataques de los filósofos paganos provocan la reacción de los llamados «Apologetas» (defensores).
El número de cristianos aumenta. Se les distingue de los judíos. Estos, que gozan en el Imperio de un estatuto particular, se esfuerzan por hacer comprender que los cristianos ya no son de los suyos. A partir del momento en que constituyen una importante minoría, los discípulos de Cristo plantean dificultades. La discreción de la que rodean su culto hace sospechar lo peor. Consituyen una secta con todo lo que oculta detrás esta palabra. Los ataques de los filósofos paganos provocarán la reacción de los intelectuales cristianos, que en sus discursos y escritos refutan las diversas acusaciones y aclaran las interpretaciones falsas sobre la vida y costumbre de las comunidades. Por su carácter defensivo, a este grupo de escritores se los conoce con el nombre de «Apologetas» (defensores). En efecto, se da el título de «Apologistas» o «Apologetas» a los Padres, en su mayoría griegos, que desde la mitad del s. II hasta entrado el III se dedican sobre todo a defender con sus escritos el cristianismo de cara a los paganos. Son una generación que sigue a la de los Padres Apostólicos (siglo II); pero como género literario la «apología» antipagana sigue despierta durante todo el periodo de las persecuciones.
La mayor parte de los escritos de los apologistas están dirigidos a los emperadores del tiempo.
La mayor parte de los escritos de los apologistas están dirigidos a los emperadores del tiempo. Así, el primer texto apologético con el que se cuenta es el llamado Fragmento de Cuadrato, casi todo él perdido. Se trata de un texto dedicado al emperador ADRIANO. El discurso A Diogneto puede ser datado en las mismas fechas. Otra apología dedicada a ADRIANO es la de Arístides de Atenas. Entre las que se escribieron en tiempos de ANTONINO Pío se cuentan la de ARISTÓN de Pella y las dos de JUSTINO el Filósofo (nacido alrededor del año 100 en Siquén -Palestina-, y que se convirtió siendo profesor en Roma), que escribe dos apologías: una dirigida al emperador en la que pide un trato más humano para los cristianos. Y otra -«Diálogo con Trifón»- en la que defiende al cristianismo frente al judaísmo. TACIANO el Sirio escribe durante el período de Marco AURELIO haciendo una crítica a la filosofía y hasta la cultura griega. Otro apologeta del que, sin embargo, no se conservarán sus escritos es MILCIADES. Atenágoras de Atenas escribe la Súplica a favor de los cristianos. Teófilo de Antioquía escribe a “Autólico” sobre la moral cristiana y refutando una a una las críticas que se daban a los cristianos. Como apologista latino figurará Minucio Félix.
Apologías de Justino.
Gracias a JUSTINO el Filósofo, se poseerá una descripción fidedigna de las celebraciones solemnes de la Eucaristía en el siglo II. Lo primero se leían trozos de las Sagradas Escrituras, se cantaban himnos y se hacían oraciones colectivas por los creyentes, los gobernantes y por todos los hombres. A la oración precedía una alocución del obispo o del sacerdote. La segunda parte de la ceremonia consistía en la consagración, y la tercera en la distribución de la sagrada comunión a los presentes y en llevarla también a los ausentes. De ordinario se recibía la comunión bajo las dos especies, pero podía también comulgarse bajo la sola especie de pan, como sucedía, por ejemplo, en tiempos de persecución, en que los fieles llevaban las especies sagradas consigo a sus propias casas. Aún no había en este tiempo iglesias, es decir, edificios exclusivamente destinados al culto divino.
Muere decapitado en Roma, JUSTINO (100-165). Filósofo cristiano y apologista, nacido en Samaria.
Muere decapitado en Roma, JUSTINO (100-165). En sus famosos libros de Apologías (o defensa del cristianismo) nuestro santo les decía a los gobernantes de ese tiempo: ¿Por qué persiguen a los seguidores de Cristo? ¿Porque son ateos? No lo son. Creen en el Dios verdadero. ¿Porque son inmorales? No. Los cristianos observan mejor comportamiento que los de otras religiones. ¿Porque son un peligro para el gobierno? Nada de eso. Los cristianos son los ciudadanos más pacíficos del mundo. ¿Porque practican ceremonias indebidas? Y les describe enseguida cómo es el bautismo y cómo se celebra la Eucaristía, y de esa manera les demuestra que las ceremonias de los cristianos son las más santas que existen. Las actas que se conservan acerca del martirio de Justino -azotado cruelmente y después decapitado- son uno de los documentos más impresionantes que se conservan de la antigüedad. Junto a él murieron de la misma manera seis compañeros, cinco hombres y una mujer.
IRENEO se preocupa de enumerar los obispos que se han sucedido en Roma desde Pedro y Pablo.
IRENEO se preocupa de enumerar los obispos que se han sucedido en Roma desde Pedro y Pablo. En las Iglesias de Esmirna y Efeso, la serie de obispos permite remontarse también a los apóstoles. En una carta a un amigo, IRENEO recuerda con emoción cómo escuchó en cierta ocasión a Policarpo, obispo de Esmirna, hablándole de Juan, que había visto al Señor.
IRENEO, obispo de Lyo, escribe su famosa obra «Contra los herejes». Se habla de las Iberias. Hace una evocación de la Tradición.
El teólogo cristiano IRENEO, posiblemente el más importante del siglo II, compone un escrito contra las herejías, que se considera el documento más antiguo que habla de la existencia de cristianos en Hispania y que se totula: «Contra los herejes». En él describe un cierto número de doctrinas que considera aberrantes y a continuación hace una evocación de la Tradición: «… la más grande y más conocida de todas, fundada y establecida en Roma por los dos apóstoles más gloriosos: Pedro y Pablo… Es con esta Iglesia, debido a la autoridad de su origen, con la que debe concordar toda la Iglesia, es decir, los fieles procedentes de todas partes, y es en ella donde los fieles conservan la tradición que procede de los apóstoles… Aunque las lenguas son innumerables en el mundo, el poder de la tradición es uno y el mismo; ni las iglesias fundadas entre los germanos creen ni transmiten otra cosa, ni las de las Iberias, ni las de los celtas, ni las de Oriente, ni en Egipto, ni en Libia…». Este texto es muy importante porque nos revela que desde el siglo II para un católico, almenos en Occidente, el criterio principal de la verdadera doctrina es la «comunión con Roma».
La reacción contra el gnosticismo y el montanismo acelera la formación del canon del Nuevo Testamento.
La reacción contra el gnosticismo y el montanismo no sólo alienta el pensamiento sobre la doctrina cristiana, sino que también acelera la formación del canon del Nuevo Testamento, proceso que en lo fundamental, se completa hacia la fecha. La Biblia es en si misma insuficiente para articular de manera clara algunos puntos esenciales de la fe cristiana frente a las distorsiones heréticas. Pero la Iglesia del siglo II es muy consciente de ser la guardiana de una tradición sagrada de la cual las Escrituras son el principal componente, pero no el único. S.IRENEO, ya obispo de Lyon (189-202), escribe una «Refutación» insistiendo sobre la fe apostólica de la Iglesia en la unidad de la creación y la redención, y consecuentemente del Antiguo y el Nuevo Testamento, en el que Cristo como nuevo Adán, recupera a la humanidad perdida.
Se produce la conversión del joven jurista: Quinto Septimio Florencio Tertuliano.
Uno de los más grandes apologistas, Quinto Septimio Florencio TERTULIANO ha nacido en Cartago en 155. Es de familia pagana y en su nativa Cartago ha transcurrido su juventud y ha realizado sus estudios. Pero su alma es un campo de batalla y ansiosamente busca una experiencia definitiva, una causa noble y heroica por la cual vivir. Hacia el 193 se coloca la conversión del joven jurista: mucho debe haber influido en ella el ejemplo de la constancia y heroísmo de los mártires. Inmediatamente dedica su ciencia y sus energías a la defensa de los perseguidos.