La primera lucha por la regencia de ALFONSO XI se desarrolla entre facciones que en líneas generales pueden considerarse pertenecientes a dos bandos. Uno encabezado por el infante PEDRO, hermano de Fernando IV y al que está próximo su madre MARÍA de Molina. El otro, más adverso a las prerrogativas reales, está encabezado por el infante JUAN (hermano de Fernando de la Cerda), el protagonista de mil intrigas, y forman parte del mismo FERNANDO de la Cerda, JUAN NÚÑEZ de Lara y el infante FELIPE. Durante las Cortes de Palencia, en 1313, la reina madre CONSTANZA y el llamado infante don JUAN MANUEL se unen al segundo de los grupos. Las ciudades en esta ocasión se encuentran divididas.
CORONA DE CASTILLA (1230-1716)
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Fallece la reina CONSTANZA, madre de ALFONSO XI.
Mientras MARÍA de Molina busca soluciones que eviten la guerra civil y el infante PEDRO defiende la frontera sur, el 13/11/1313 muere la reina CONSTANZA, madre de ALFONSO XI.
Se acuerda que los infantes D.PEDRO y D.JUAN compartirán la regencia de ALFONSO XI.
Después de varias soluciones fallidas, el 1/8/1314 se vencen las resistencias de la nobleza y se alcanza en Palazuelos una fórmula que parece viable. Los infantes PEDRO y JUAN compartirán la regencia de ALFONSO XI y la abuela del rey -MARÍA de Molina- tendrá su custodia. MARÍA de Molina, una vez más, ha sabido utilizar la fuerza de los concejos ciudadanos, que tienen en ella su principal valedor.
Durante la Edad Media, se dirigieron diversas expediciones a las Canarias.
Durante la Edad Media, en que se mantuvo un recuerdo legendario de las Islas Canarias, se dirigieron a ellas diversas expediciones. Así, por ejemplo, el genovés Lancelotto Melocelli se posesionó de una isla a la que dio el nombre de Lanzarote. Años más tarde catalanes y mallorquines organizaron varias expediciones con fines evangelizadores. Las islas Canarias ya eran conocidas en la antigüedad. Los griegos consideraban que en ellas estaba situado el Elíseo, o los Campos Elíseos, por lo que le dieron el nombre de Afortunadas.
Después de pactar con JAIME II de Aragón, el regente PEDRO se lanza contra los musulmanes.
Después de pactar con JAIME II de Aragón, el regente PEDRO -que está casado con María, hija de Jaime II- se lanza contra los musulmanes en 1316. Su propósito es doble: impedir una mayor penetración benimerín y adquirir un prestigio que le ponga por delante del infante JUAN, el otro regente.
La victoria de los benimerines es total. Mueren en la batalla los dos regentes de Castilla, Juan y Pedro.
El 25 de junio de 1319 se produce el gran desastre. Cuando se halla al frente de sus tropas cargando contra los musulmanes en la Vega de Granada, JUAN sufre un ataque de apoplejía y cae fulminado. Su repentina muerte provoca el pánico entre las huestes cristianas y cuando el infante PEDRO intenta detener la desbandada resulta también muerto. La victoria de los benimerines es total y Castilla, sin sus dos regentes, queda sin gobierno.
La comunidad judía española es importante por su número, y aún más por su significación social, en los siglos centrales de la Edad Media.
La comunidad judía española es importante por su número, y aún más por su significación social; en los siglos centrales de la Edad Media integran una buena parte de la burguesía ciudadana; son los judíos fieles servidores de los reyes, que los amparan, y entre los que reclutan a muchos de sus funcionarios; no pocos desempeñan cargos de confianza en los palacios de los magnates como secretarios y administradores. Tanto en la España cristiana como en la islámica brillan los nombres de los filósofos, poetas y hombres de ciencias judíos, en ciertas profesiones liberales, sobre todo en medicina, ejercen casi un monopolio. Pero no hay que pensar que todos son ricos, sabios e influyentes; la mayoría son modestos tenderos y artesanos que llevan una laboriosa y oscura existencia.
Entre cristianos y judíos de la Península Ibérica existe hostilidad permanente que hace estallar un gran número de motines populares.
El inmenso comercio llevado a cabo por los judíos de la Península Ibérica ha aglomerado en sus manos, en el siglo XIV, no sólo la mayor parte de las riquezas de la Península, sino también el crédito y beneficios que de ello resulta ordinariamente. Los cristianos, cuya industria no puede rivalizar con la de aquéllos, pasan a ser deudores suyos y la envidia no tarda en hacerlos enemigos de sus acreedores. Tal estado de hostilidad permanente hace estallar un gran número de motines populares.
MARÍA de Molina, ya muy anciana, muere en medio de una situación de desgobierno en toda la Corona.
El vacío de poder en Castilla-León crea poderes sectoriales hasta el punto de que algunos señores actúan casi como reyes de sus dominios. Tres personajes se reparten el poder territorial y actúan más o menos como regentes: el llamado «infante» JUAN MANUEL -gloria de la literatura al margen de su papel político-; el infante FELIPE, tío del rey, y JUAN el Tuerto, hijo del fallecido infante JUAN. MARÍA de Molina, ya muy anciana, muere el 30 de junio de 1321, en medio de una situación de desgobierno en toda la Corona de Castilla. La última misión de la anciana reina es la de encomendar a la ciudad de Valladolid el cuidado del rey niño ALFONSO XI.
El Concilio de Valladolid prohíbe la Ordalía o Juicio de Dios.
El Concilio de Valladolid que se celebra en el año de la fecha prohíbe la Ordalía o “Juicio de Dios”. Este Concilio se celebra con la intención de hacer efectiva la legislación de los Convenios ecuménicos del siglo XIII. Los documentos que emanan del Concilio vallisoletano, con el que se inicia la reforma de la Iglesia castellana, sentarán las premisas de los sínodos que se celebrarán con posterioridad: devolver al clero la dignidad propia de su estado y dotarlo de una mínima formación cultural serán los dos pilares que sustentarán las decisiones sinodales aprobadas sucesivamente por los arzobispos Albornoz, Carrillo y Cisneros. Ya en 1339, Albornoz volverá a insistir en que ningún clérigo fuere promovido a las órdenes sagradas si, al menos, no sabía expresarse por escrito. También establecerá la necesidad de que , como mínimo, uno de cada diez clérigos por cada catedral estudiase teología, cánones o artes liberales. Alfonso Carrillo exigirá el conocimiento del latín para la ordenación, así como el previo sometimiento a un tribunal examinador, presidido por el obispo o por dos varones de intachables costumbres.

