HISPANIA ROMANA (219 aC - 415dC)

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En el valle del Ebro la decadencia del Imperio romano se plasma en el abandono de algunas ciudades.


En el valle del Ebro la decadencia del Imperio romano se plasma en el abandono de algunas ciudades. Bílbilis y otras muchas se despueblan y acaban convertidas en campos de ruínas. Los edificios públicos son desmantelados y los caminos y los puentes se deterioran. Cerca de Fraga se han encontrarán los restos de una de las villae romanas; se denomina villa Fortunatus porque aparece este nombre escrito en un mosaico y se cree que es el nombre del dueño de la villa. La población del territorio actual aragonés, en el siglo IV, disminuye bastante, pues sólo quedan tres ciudades: Tarazona, Huesca y Zaragoza. En las tres se establecerán en los siglos III y IV sendas sedes episcopales. Gracias a esa función episcopal pueden sobrevivir.

Gracias a PACIANO, conocemos mejor la vida de las primeras comunidades cristianas de Catalunya.


Gracias a PACIANO, escritor y obispo de Barcelona (360-386), conocemos mejor la vida de las primeras comunidades cristianas de Catalunya. En esta época el cristianismo es predominantemente urbano y su difusión obliga a construir lugares de reunión y de culto de grandes dimensiones, las denominadas basílicas paleocristianas, que tenian una sala anexa con una piscina, el baptisterio, destinado al bautismo. La base del culto cristiano es la oración en común, el comentario de los textos sagrados y la fracción del pan como conmemoración de la última cena. De la mayoría de estas iglesias no queda casi nada, ya que se han construido otros templos posteriores sobre ellos. De las ruinas encontradas destacan la basílica de Empúries y la de Barcelona (bajo la catedral).

Las islas Baleares se convierten en una nueva provincia hispanorromana.


Durante el gobierno del emperador VALENTINIANO I, en el año 365, las islas Baleares se convierten en una nueva provincia hispanorromana, a partir de la cartaginense, con el nombre de Baleárica (365-385) y capital en Pollentia (Pollença). Unos años después se añadirá una séptima: la Mauritania Tingitana, en África. La inclusión de la región norteafricana en la administración hispana se debe a razones de tipo militar, por el riesgo de incursiones de tribus bereberes nómadas y sin romanizar, tanto en la Mauritania como en la propia Hispania. Por primera vez en la historia, todo el territorio peninsular es puesto bajo una misma autoridad, aunque dependiente de instancias exteriores, en ese caso del prefecto de las Galias, que a su vez responde ante la suprema autoridad del emperador.

PRISCILIANO, nacido en la Hispania Occidental, viaja a Burdigala (Burdeos) para formarse.


En torno al año 370, PRISCILIANO, nacido hacia la mitad del siglo IV en la Hispania Occidental, probablemente en la provincia romana de Gallaecia, viaja a Burdigala (Burdeos) para formarse con el retórico Delphidius. A las afueras de esta ciudad funda una comunidad de tendencia rigorista junto a su mentor y la mujer de éste, Eucrocia. Se le reconoce una relación con la hija de ambos, Prócula, aunque San Jerónimo hace mención a una mujer llamada Gala como su pareja oficial. PRISCILIANO es uno de los personajes del mundo religioso español de los primeros siglos que más tinta hará correr entre los especialistas. Es un hombre culto, atractivo, buen orador que predica una ascética rigurosa para dominar los apetitos. Pero todo ello con una rara mezcla de ritos ocultos y extrañas manifestaciones. Él se considera un elegido de Dios para renovar la Iglesia.

Esta pieza también aparece en ... PRISCILIANISMO (PRISCILIANO)

PACIÁN de Barcelona, 375 dC, dijo: “Cristiano es mi nombre, y católico mi apellido…”


PACIANO de Barcelona, en su carta a Sympronian, dice: “Cristiano es mi nombre, y católico mi apellido. El primero me denomina, mientras que el otro me instituye específicamente. De esta manera he sido identificado y registrado… Cuando somos llamados católicos, es por esta forma, que nuestro pueblo se mantiene alejado de cualquier nombre herético.”

Prisciliano vuelve al noroeste peninsular y comienza su período predicante.


Hacia el 379, durante el consulado en Hispania de Ausonio y de Olybrio, PRISCILIANO regresa de Burdeos y vuelve al noroeste peninsular donde comienza su período predicante. Sus ideas obtienen gran éxito, en especial entre las mujeres y las clases populares, aunque también hay numerosos obispos -Instancio, Salviano- e intelectuales que apoyan su doctrina. Ésta persigue alcanzar la perfección a través del ascetismo y el conocimiento de las Sagradas Escrituras, al tiempo que rechaza las relaciones sexuales, defiende la igualdad de la mujer, desprecia el matrimonio, no acata la estructura jerárquica de la Iglesia y aborrece la ostentación de riquezas. Por otra parte, las llamativas características de sus actos litúrgicos, en los que se cantan y se bailan himnos, atraen a numerosos cristianos. Se dice que el mismo PRISCILIANO oraba desnudo en ocasiones como gesto de mortificación. Ante la rápida extensión de sus enseñanzas, Higinio de Córdoba, el sucesor de Osio, envía una carta informando de la situación al obispo de la sede metropolitana de Emerita Augusta (Mérida, capital de la Dioecesis Hispaniarum), Hidacio.

El Concilio de Zaragoza insiste, como el de Elvira (312), en temas relativos a la continencia clerical.


Por otra parte, el Concilio de Zaragoza que se celebra en la fecha, insiste, como el de Elvira (306), en temas relativos a la continencia clerical, a las vírgenes consagradas, a la observancia cultural y de prácticas ascéticas; precisando y condenando abusos. Así, condena en su primer canon las reuniones de mujeres solas para aprender o enseñar o que asistan a las lecciones de hombres donde no estén sus maridos. Los cánones segundo y cuarto aluden a prácticas comunes: que no se ayune en domingo, que no se falte durante la semana a los cultos en las iglesias, que no se tengan reuniones ocultas o en los montes, en particular en los días que van del 17 de diciembre al 6 de enero. El tercero prohíbe llevarse la eucaristía a casa; ha de tomarse en la iglesia, al comulgar. El sexto rechaza al clérigo que por parecer más observante se hace monje. El séptimo, que nadie se llame “doctor” si no se le ha conferido ese título. A través de estos cánones conciliares se desprende un ideal de perfección, un exagerado cultivo del mismo y las graves deficiencias que lo rodean.

Celebración de un Concilio en Zaragoza. El tema principal: doctrina de Prisciliano.


Las denuncias contra PRISCILIANO provenientes de Hidacio, obispo de Mérida, y de Itacio, obispo de Algarve, ambos apoyados en la autoridad del emperador de Occidente GRACIANO, conducen a la celebración, en la fecha, de un Concilio en Zaragoza. Este Concilio, el primero conocido de la Tarraconense, se saldará con la absolución de PRISCILIANO y sus seguidores, aunque se condenarán algunos de sus ritos, demasiado vehementes para la ortodoxia romana. Tras esta victoria, PRISCILIANO es nombrado, por obispos adeptos, obispo de Ávila. Durante dos años se mantendrá la tregua entre las dos interpretaciones del cristianismo.

Hidacio e Itacio convencen al emperador GRACIANO de que decrete el exilio contra los maniqueos.


De nuevo a la carga Hidacio e Itacio convencen al emperador de Occidente GRACIANO de que decrete el exilio contra los maniqueos. Obtenido éste, lo aprovechan para incluir en él a PRISCILIANO y sus seguidores, quienes deberán abandonar Hispania.

Concluye el Concilio de Burdeos con las condenas a muerte de PRISCILIANO.


Concluye el Concilio de Burdeos con las condenas a muerte de PRISCILIANO -que está en Tréveris solicitando sin éxito el amparo del emperador- y de algunos de sus adeptos. El emperador MÁXIMO envía dos comisarios a Hispania para depurar las sedes episcopales de todo rastro de priscilianismo, iniciándose una cadena de ajusticiamientos y deportaciones que acaban por despertar las iras de sectores de la iglesia oficial descontentos con el curso de los acontecimientos. MARTÍN de Tours, Jerónimo en Roma y Ambrosio de Milán representan una facción dentro del cuadro de ortodoxos leales a Roma, que se ha opuesto desde un principio a la injerencia imperial en asuntos eclesiásticos.