GALILEO, es perseguido porque su teoría cuestiona la interpretación literal de las Escrituras, pero, sobre todo, porque su método apunta la autonomía del conocimiento científico. Así, pues, como sospechoso de herejía, es obligado a abjurar de sus tesis copernicanas bajo amenaza de tortura (que no llegó a aplicarse). GALILEO lo hace y su declaración le salvará la vida. Pero, claro está, la Tierra se movía en torno al Sol, y ni siquiera el Papa podía cambiar esta realidad. Aunque el Papado ha logrado una victoria a corto plazo sobre GALILEO, esa victoria es pírrica, porque el copernicanismo avanzará hasta lograr su aceptación universal, pese a las condenas de la Iglesia. La fuerza del catolicismo, sin embargo, radica en que la Iglesia aprende de sus equivocaciones. El proceso de Galileo no tarda en demostrarse que ha sido un grave error, y la Iglesia, aun negándose a reconocer su desliz -de momento-, en lo sucesivo se mostrará muy cauta a la hora de oponerse a los hallazgos científicos.

Oliver CROMWELL que dirige el ejército parlamentario, contra el realista de CARLOS I, consigue hacerse con el poder y trata infructuosamente de conseguir que CARLOS acepte las limitaciones constitucionales que le son presentadas. Interpretada la orgullosa y despectiva negativa del rey a admitir la legalidad del juicio como una confesión de culpabilidad, es condenado a muerte como reo de traición. CROMWELL es uno de los signatarios del documento que decide la pena capital.

Es ahorcado el famoso salteador de caminos inglés Dick Turpin, en Knavesmire (York, Inglaterra). Se había descubierto su identidad por su escritura mientras cumplía condena por un delito menor.

Charles Lynch, hijo de un emigrado irlandés instalado en Virginia, en EEUU., fue un respetable y próspero plantador. Partidario de la independencia de EEUU., movilizó todos los medios económicos y humanos de que disponía para luchar contra Inglaterra. En la fecha, encontrándose con escasas leyes escritas y en medio de turbulentos sucesos y multitud de delitos que iban a quedar sin castigo, se dedicó a instaurar un tribunal que juzgaba sumariamente y sin sujetarse a ningún procedimiento a aquellos delincuentes o presuntos delincuentes que caían en sus manos, siendo mayoría los condenados a muerte. La ley de Lynch, como se la llamó, se extendió por todo el país y el verbo “linchar” se hizo tristemente célebre.

Se alza en Valencia el último tablado para ejecutar en público a un condenado a muerte en España.

La Asamblea francesa decreta que toda persona condenada a muerte será decapitada con el artilugio del doctor Guillotin para ahorrarle sufrimientos. Tras las pruebas realizadas con corderos y cadáveres, en 1792 se ejecuta a la primera víctima.

LUIS XVI, rey de Francia, es guillotinado en la plaza de la Revolución, posteriormente llamada de la Concordia, en medio de un gran despliegue de fuerzas y gran concurrencia de patriotas exaltados. En todo momento el “ciudadano Capeto” se comporta con gran dignidad. Sus últimas horas revisten una cierta grandeza, imposible ya de ocultar para la historia: su alocución final al pueblo de París, concentrado en la plaza de la Revolución para el espectáculo, es cobardemente acallada por los tambores: ¡Pueblo, muero inocente de los delitos de los que se me acusa! Perdono a los que me matan. ¡Que mi sangre no recaiga jamás sobre Francia!. Luego, el verdugo, muestra a la enardecida asistencia la cabeza del monarca. Esta ejecución hace imposible todo entendimiento entre la Revolución y la Europa monárquica. En España es recibida con estupor y levanta en todo el país un clamor de venganza. Los lazos dinásticos entre las monarquías española y francesa contribuyen a orientar al gobierno español hacia la guerra.

En Francia, empiezan a surgir disensiones entre los políticos que dirigen el Comité de Salvación Pública. En efecto, la disminución de la tensión interior y las victorias exteriores hacen ya inútil la política del terror, pero hay políticos que no piensan así, por ejemplo ROBESPIERRE. Éste logra desembarazarse de sus oponentes HÉBERT y los hebertistas y DANTON y los dantonistas haciéndolos ejecutar el 24 de marzo y el 5 de abril, respectivamente. Enseguida se ve que ROBESPIERRE va a acentuar el Terror y que lo usará cada vez más para imponerse como único jefe de la Revolución. Entonces, todos los políticos que se sienten amenazados lograrán que la Convención (Asamblea General) vote su condena a muerte.

Es guillotinado en París el químico Antoine Lavoisier. Había sido recaudador de impuestos, lo que le valió la acusación de «corrupción». La frase probablemente apócrifa del presidente del tribunal que lo condena es: «La República no necesita sabios».

La Inquisición condena el levantamiento del pueblo de Madrid del dos de mayo considerándolo un “escandaloso tumulto del pueblo bajo”.