INOCENCIO III (Papa)(1198-1216)

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INOCENCIO III se muestra firme e inflexible contra PEDRO II de Aragón y FELIPE II Augusto de Francia.


INOCENCIO III se muestra firme e inflexible, aun sacrificando intereses políticos, contra PEDRO II de Aragón y FELIPE II Augusto de Francia, que pretenden que el papa anule sus respectivos matrimonios.

FEDERICO II hace al Papa, INOCENCIO III, la concesión de llevar a cabo una cruzada.


FEDERICO II, en la Bula de Oro de Eger, en la fecha, hace al Papa INOCENCIO III las mismas concesiones que OTÓN IV, entre ellas el voto de llevar a cabo una cruzada.

Mientras JAIME continúa en las manos de SIMÓN de Monfort, muere su madre MARÍA de Montpeller


En la fecha, mientras el joven príncipe JAIME continúa en las manos de SIMÓN de Monfort, la reina MARÍA de Montpeller muere en Roma, donde se encuentra suplicando al papa INOCENCIO III que le sea devuelto su hijo.

INOCENCIO III invita a FELIPE II Augusto de Francia a intervenir por lo fuerza contra JUAN sin Tierra.


INOCENCIO III invita a FELIPE II Augusto de Francia a intervenir por lo fuerza contra JUAN sin Tierra. Ante la firmeza del Papa, JUAN sin Tierra no sólo se somete a la Iglesia, sino que declara el reino de Inglaterra y de Irlanda feudo de la Santa Sede obligándose a pagarle un tributo anual de 1.000 marcos de plata. Tales concesiones serán luego ratificadas por la Magna Charta Libertatum (1215). INOCENCIO III evita, en consecuencia, la invasión de Inglaterra por el rey francés.

El papa ordena a SIMÓN de Monfort que entregue al infante (Jaime I).


Después de que una embajada de la Corona de Aragón haya visitado al papa INOCENCIO III, para intentar recuperar al heredero del trono, el papa ordena a SIMÓN de Monfort que entregue al infante. Por fin, en mayo de 1214, SIMÓN de Monfort acuerda la restitución de JAIME I que es puesto bajo la custodia del legado pontificio, PEDRO de Benevento, y de los catalanes de Narbona.

Las prioridades de FELIPE II de Francia están en Bretaña, en Normandía, para ampliar su propio territorio.


El reino de Francia, el pequeño reino francés, está dirigido por el astuto FELIPE II Augusto. Se siente ligado al Languedoc por la herencia carolingia, pero los problemas con sus vecinos del norte, particularmente con Inglaterra, no le permiten hacer ningún paso hacia el sur, ni solo ni cuando tenía a su lado el formidable pretexto de la cruzada. Siempre ha contestado que no a todos los intentos de involucrar a Francia en la contienda, manifestados una y otra vez por el Papa INOCENCIO III. Sus prioridades están en Bretaña, en Normandía, para ampliar su propio territorio a fin de defenderse de ingleses y germanos.

Los ingleses, seguirán conservando en Francia, la Aquitania actual y las islas normandas.


La aspiración de FELIPE AUGUSTO de Francia de unir las monarquías francesa e inglesa se encuentra con la oposición de JUAN Sin Tierra, quien se ve obligado a ceder amplios territorios al rey francés, como Évreux, Berry y parte de la región normanda del Vexin. Los ingleses, seguirán conservando en Francia la Guyena, la Aquitania actual. También conservarán las islas Normandas (Channel Islands para los ingleses) que son “propiedad” de la Corona, más que colonia o territorio y gozarán de autogobierno. Los territorios del norte de Francia entran en la órbita Capeto. La relación de fuerzas experimenta una trascendental inversión: desde 1213 el litoral meridional de Inglaterra se hace vulnerable a los propósitos expansionistas de París. Así, pues, el Imperio angevino ha durado sólo medio siglo. Naturalmente, JUAN no renuncia con facilidad a las provincias, pero está debilitado por la lucha contra el clero en una época en que es papa INOCENCIO III quien posee un poder sin precedentes. Inglaterra se declara feudo del papa.

INOCENCIO III escribe: De todos los anhelos de mi corazón, dos son los que principalmente me acucian en esta vida… la reforma de la Iglesia Universal.


INOCENCIO III escribe: De todos los anhelos de mi corazón, dos son los que principalmente me acucian en esta vida: la recuperación de Tierra Santa y la reforma de la Iglesia Universal. Para conseguir este último, convoca el IV Concilio Ecuménico de Letrán (12º Concilio Ecuménico) que se inicia, en la fecha, y que proclamará sesenta cánones o decretos. El discurso con que, a modo de oración, abre el Concilio en presencia de setenta y dos metropolitanos, cuatrocientos doce obispos y setecientos abades y priores, lo inicia con las mismas palabras que Cristo en la Última Cena: «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer…». Pascua significa paso, el paso del Señor, y tres pasos importantes quería dar el Papa al final de su vida: convocar una nueva Cruzada, emprender la reforma del clero y pasar él mismo de la tierra al cielo

En el IV Concilio de Letrán, se definen mejor varios puntos fundamentales de la doctrina católica.


En el IV Concilio de Letrán se refuerza la disciplina del clero, se definen mejor varios puntos fundamentales de la doctrina católica, como el empleo del término “transubstanciación” para explicar la transformación del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, declarándose este milagro dogma de fe. Por otra parte, establece el que los fieles tengan que confesar y comulgar por lo menos una vez al año, en la Pascua de Resurrección. Afirma, en una síntesis sólidamente trabada, la supremacía del poder espiritual sobre el temporal y el derecho del Papa a intervenir en la vida interior de los estados para hacer respetar la ley divina.

En el IV Concilio de Letrán es repudiada solemnemente la herejía de los cátaros.


En el IV Concilio de Letrán es repudiada solemnemente la herejía de los cátaros, condenando a los “perfectos” y aun a los simples creyentes. También son excomulgados los “Valdenses”. Por otra parte, se reclama la observancia de los antiguos cánones según los cuales está prohibido a los clérigos pronunciar sentencias que impliquen algún derramamiento de sangre.