Lluis COMPANYS, tras su declaración de Catalunya como «Estat Català de la República Federal Espanyola», telefonea al capitán general de Catalunya, Domènec BATET, máxima autoridad militar, instándole a secundar su proclama. BATET, fiel al poder constituido, habla con Madrid. El Gobierno, ocupado en cerrar varios frentes insurreccionales en toda la Península, le encomienda la tarea de terminar con la rebelión aunque sea a costa de un baño de sangre como le piden los sectores más reaccionarios del ejército, encabezados por el general FRANCO. BATET, catalanista moderado, es fiel a la República.

Reforzada la guarnición local con tropas llegadas de Marruecos, BATET declara el día 7 de octubre el estado de guerra. En consecuencia, Barcelona es ocupada por fuerzas del ejército. La Generalitat, que ha perdido gran parte de sus primitivos apoyos populares por su política de enfrentamiento con las organizaciones obreras, no es capaz de ofrecer una mínima resistencia. Los Mossos d’Esquadra se mantienen del lado de la Generalitat. El local del CADCI es bombardeado y mueren los independentistas Jaume Compte y Manuel González Alba. Unos cañonazos contra el edificio de la Generalitat fuerzan a la rendición. A pesar de que BATET evita al máximo el uso de la violencia, se han producido cuarenta muertos. Las tropas proceden a desarmar a los mossos d’Escuadra. El conseller de Governació de la generalitat, Josep DENCÁS logra huir a través del alcantarillado, pero COMPANYS y los demás consejeros tienen que rendirse. El castigo no se hace esperar. Todos los órganos de la Administración autonómica son suspendidos, y sustituidos temporalmente por un control militar. La abstención obrera de la CNT ha resultado decisiva para el fracaso del 6 de octubre.

Al amanecer del día 8, todo ha terminado en Catalunya. Lluis COMPANYS y sus consellers encarcelados. El gobierno ha decretado el estado de guerra. El coronel Francisco Jiménez Arenas se ha hecho cargo provisionalmente de la Generalitat. El Estatut de Autonomía de Catalunya queda suspendido. Es posible que COMPANYS pensase que, con la proclamación del Estat Català, el gobierno central repetiría las negociaciones de abril de 1931 con la Generalitat, y que ésta podría conseguir, a cambio de la renuncia a la independencia, la aceleración del proceso autonómico. El resultado ha sido otro muy distinto. El gallego Portela Valladares es nombrado gobernador de Catalunya. El Parlament catalán se convierte en un centro de debates, generalmente civilizados, aunque se excucharán también alguna violenta diatriba e incluso insultos por parte de dos diputados «jabalíes», uno de ERC y otro de la Unió Socialista (El nombre de jabalíes se aplica a unos pocos parlamentarios de las Cortes de la República, de Balbontín a Pérez Madrigal…)

En 1934, BLAS INFANTE visita al presidente de la Generalitat de Catalunya, LLuis COMPANYS, preso junto a otros miembros de su gobierno en el penal del Puerto de Santa María.

En las Cortes de España se abre un debate sobre el futuro del Estatuto catalán. Los monárquicos presentan a finales de noviembre de 1934 un voto particular pidiendo su derogación definitiva, mientras que la Lliga presenta otro solicitando su inmediata puesta en vigor. Ambos son rechazados por los grupos gubernamentales.

En la Catalunya de los años treinta, como en el resto de Europa, se produce una gran popularización del deporte. Uno de los más seguidos es el ciclismo, que se difunde mucho con la Vuelta a Catalunya y con el éxito de figuras populares como Marià Cañardo. También hace falta reseñar la gran afición popular al fútbol, en qué destacan, entre otros, el FC Barcelona (presidido por Josep Suñol y Garriga en los años 1935 y 1936) y el RCD Español. Otros deportes más minoritarios son el baloncesto (introducido en Catalunya por el padre Eusebi Millan), el hockey (sobre patines y sobre hierba) y el tenis. También se han difundido los deportes de montaña (el esquí, la escalada y la espeleología), el excursionismo (difundido por la Unión Excursionista) y los deportes náuticos (especialmente los patines de vela).

La represión institucional del gobierno de Madrid contra la Generalitat se concreta en la Ley de suspensión de facultades del Estatut de Catalunya de fecha 2 de enero de 1935. Su artículo primero es contundente: «Quedan en suspenso las facultades concedidas por el Estatuto de Catalunya al Parlamento de la Generalitat, hasta que las Cortes, a propuesta del Gobierno y después de levantada la suspensión de garantías constitucionales, acuerde el restablecimiento gradual del régimen autonómico.» El Estatuto de Catalunya es suspendido de forma indefinida y la Administración central recupera las competencias transferidas en los dos años anteriores a la Generalitat.

Todas las funciones que hasta este momento correspondían al presidente de la Generalitat y a su consejo ejecutivo pasan al gobernador general de Catalunya, Manuel Portela Valladares, nombrado por Madrid. La represión se extiende a diversas instituciones catalanas: el edificio del Parlament es convertido en cuartel, son destituidos muchos regidors y suspendida la ley de Contractes de Conreu cuya aprobación ha sido muy discutida. Además, se prohibe el canto del Els Segadors y La Santa Espina y se detienen, por múltiples causas, a centenares de personas.

Lluis COMPANYS, y sus consejeros comparecen -en la fecha- ante el Tribunal de Garantías Constitucionales por los hechos del 6 octubre de 1934 y son condenados por 10 votos a favor y ocho en contra, «como autores de un delito de rebelión militar, a la pena de treinta años de reclusión mayor e inhabilitación absoluta» que empiezan a cumplir en el penal del Puerto de Sta. María (Cádiz) y en la prisión de Cartagena.

En Catalunya, las conselleries del período de suspensión del Estatut, son ocupadas por hombres de la Lliga Catalana, de la CEDA y del Partit Republicà Radical. Durante este tiempo, se inventa la comarca del Montsià, cuya capital será Amposta, a fin de aligerar el centralismo tortosino y en reconocimiento de esta nueva realidad que es Amposta, eterna vindicadora de todos los ofendidos que han tenido que soportar por los siglos de los siglos la «vegueria» absoluta de los tortosinos