JULIO CÉSAR es nombrado «Pontifex Maximus», la mayor autoridad religiosa, y pretor para el año siguiente. Gracias a los juegos y a los dioses, gracias a la plata y al amor, CÉSAR avanza con paso seguro.

MITRÍDATES VI, escondido en Crimea idea un plan para invadir la península Itálica desde el norte, pero sus tropas, al mando de su hijo FARNACES, desertan y MITRÍDATES -en la fecha- se suicida. Al tiempo TIGRANES el Grande de Armenia, se rinde a los romanos. El Ponto es anexionado a Roma y gobernado por FARNACES (63 a 47 aC), y se permite a TIGRANES seguir reinando en Armenia a cambio de convertirse en una leal marioneta de Roma, y como tal actuará el resto de su vida. POMPEYO regresa a Roma triunfador.

La situación de guerra civil en Judea continúa hasta que, en la fecha, se aproxima POMPEYO que acaba de anexionar Siria y considera que la anexión es el mejor remedio para cualquier clase de desorden. Después de la reorganización de los dominios romanos en el próximo Oriente: Ponto, Siria y Cilicia (asimismo la isla de Creta) se convierten en provincias; Armenia, Capadocia, Galacia, Cólquida y Judea pasan a ser estados vasallos que se constituyen en escudo protector. De este modo llega a su final el reino macabeo, al cabo de un siglo de la rebelión que le dio origen.

Jerusalén, ciudad que ya es mencionada en escritos que datan del tercer y segundo milenios antes de Cristo con los nombres de Urusalim (acadio) y Urushamem (egipcio), cae bajo la dominación romana en el 63 aC. Por entonces, el mundo judío está irreconciliablemente dividido entre los aristócratas saduceos y los más populares fariseos. Vulnerable como era a causa de su fragmentación interna, llama la atención de la emergente Roma, que no ve con buenos ojos el expansionismo judío, que pretende convertir a sus vecinos a su propia fe.

Buscando tanto su propio beneficio como evitar una guerra civil, un notable llamado Antípatro y algunos otros nobles que lo apoyan pactan un acuerdo con el general POMPEYO y así Judea pasa a ser un Estado dependiente de Roma. Los romanos eligen a HIRCANO II, asmoneo, que pierde el derecho a recaudar tributos, pero sigue siendo sumo sacerdote. Los judíos pierden, además, las ganancias territoriales de la primera mitad del siglo II aC.

Lucio Sergio CATILINA, político romano, después de fracasar en sus aspiraciones al consulado, decide alcanzar el poder por la fuerza con el apoyo del partido popular en Roma. Pero el cónsul de la República de Roma CICERÓN, descubre los planes de CATILINA y los expone ante el Senado pronunciando los cuatro discursos elocuentísimos que después publicará en el texto llamado «Catilinarias», que han quedado como modelos de elocuencia romana. CICERÓN consigue con ello que gran número de los encartados en la conjuración sean ejecutados sin proceso legal. CATILINA consigue huir pero pero es derrotado y muerto, en la fecha, en la batalla de Pistoya.

A su retorno de Oriente POMPEYO licencia a su ejército y celebra el triunfo; pero el Senado no refrenda la organización pompeyana de Oriente ni accede a la distribución de tierras entre los veteranos de guerra contra Mitrídates.

Los romanos adoran una diosa misteriosa llamada Bona Dea en honor de la cual todos los años se celebra su fiesta en casa del pretor (el que suplía la ausencia del cónsul), con exclusión absoluta de los hombres y con la presencia de todas las principales matronas. Siendo este año CÉSAR pretor la fiesta a la diosa Bona Dea es celebrada en su casa; preside la fiesta su esposa POMPEYA. Publio Clodio Pulcro que la ama, quiere participar en dicha fiesta y se disfraza de mujer, pero es descubierto y expulsado. CÉSAR, al día siguiente, repudia a su esposa, pero cuando se celebra el proceso de CLODIO, con gran estupor de todos se presenta CÉSAR a testimoniar en su favor. Los jueces asombrados de tal contradicción, le preguntan por qué, si cree a CLODIO inocente, ha repudiado a su esposa: «Porque no basta que la mujer de CÉSAR sea honesta; debe también parecerlo». No cabe duda de que, con la jugada de repudiar a POMPEYA, pero no atacar a CLODIO, CÉSAR consigue quitarse de encima, con absoluta limpieza, una esposa que le engaña, mientras asciende, también limpiamente, en el aprecio del pueblo que le ayudará a trepar más y más.

JULIO CÉSAR es nombrado pretor de la Hispania Ulterior, donde ha sido cuestor.

JULIO CÉSAR se casa con CALPURNIA, hija de Calpurnio Pisón, uno de los patricios más influyentes pero simpatizante de los «populares». Esta política matrimonial escandaliza a viejos republicanos como CATÓN, quien les acusa de estar «prostituyendo a la República».