Desde el principio se pone de manifiesto la resistencia del pueblo madrileño, que hace caer los focos de la sublevación de la capital. En los primeros momentos la prioridad es derrotar al ejército sublevado y para ello el pueblo reclama armas, viviéndose una jornada decisiva el dia veinte de julio, con la toma del cuartel de la Montaña, hecho que significa el triunfo de la reacción popular. Madrid se convierte desde ese momento en el objetivo mas codiciado por los rebeldes, y en su seno, la euforia popular se divide, entre la guerra y la revolución.

Comienzan a formarse las milicias obreras y los Comités Ejecutivos Populares empiezan a asumir el poder local en los municipios reemplazando a las autoridades. Los meses siguientes se caracterizarán por la ausencia de control gubernativo, con asesinatos de dirigentes y simpatizantes de la derecha y vandalismo anticlerical.

Por la mañana la avioneta que ha venido a buscar a SANJURJO despega sin problemas entre los matorrales, y el piloto -el falangista Juan Antonio Ansaldo- la conduce a un aeródrorno improvisado donde espera el general con su uniforme y condecoraciones. Han acudido a despedirle los miembros de su numerosa corte de familiares, amigos y simpatizantes. El equipaje que llevaba es voluminoso y pesado, y así se lo hace notar el piloto, sin que SANJURJO se de por enterado. El aparato rueda por la improvisada pista en Cascaes con los aplausos de los que presencian la partida de quien vuela a España decidido a salvarla. Despega sin aparente dificultad, y cuando parece haberse perdido tras una arboleda próxima, una explosión y una columna de humo negro anticipan a los atónitos asistentes que algo grave acaba de ocurrir. Cuando acuden a la carrera al lugar del desastre, ya un pastor que cuida su ganado en las inmediaciones ha logrado rescatar de entre los restos al piloto malherido. El pasajero, en cambio, agoniza, o quizá ya ha muerto. SANJURJO es enterrado en Lisboa, en presencia de altas personalidades del régimen salazarista, y en 1939 sus restos serán trasladados a Pamplona. José SANJURJO y Sacanell contaba 64 años de edad y su prestigio militar lo señalaba como jefe indiscutible para dirigir el alzamiento. En Larache le pusieron el sobrenombre de León del Rif.

A primera hora de la mañana de la fecha, a través de las emisoras de Radio Castilla, en Burgos, se emite la primera alocución a favor de la sublevación. La guerra ha comenzado.

Incendio -en la fecha- por parte de unos «incontrolados» de la iglesia parroquial de El Prat de Llobregat (Barcelona/España) y de la documentación del archivo parroquial. Inicios de la Guerra Civil española de 1936

El Parlament català «donades les circunstàncies» se ve obligado, en la fecha, a levantar la sesión del día. No se volverá a reunir hasta el 18 de agosto de 1937

Al tiempo que explora la vía oficial alemana, FRANCO decide tantear las posibilidades que le ofrece Johannes Bernhardt, un reputado comerciante prusiano que, instalado en el protectorado español en Marruecos, mantiene unas amistosas relaciones con la oficialidad allí destacada. Tras sostener dos entrevistas con FRANCO, este miembro de la Auslandsorganisation (el organismo nacionalsocialista que atiende las necesidades de los alemanes en el extranjero) acaba aceptando el encargo de viajar a Berlín en busca de una ayuda militar que se hace cada vez más perentoria. Lo hace en compañía del capitán Francisco Arranz, enviado personal de F?RANCO, y de Adolf Langenneim, jefe del partido nazi en Tetuán, quienes revisten la misión de un carácter más oficial.

Iniciada la guerra, queda rápidamente muy claro que «dos Españas» se han encontrado y no parecen en modo alguno dispuestas a perdonar sus diferencias. El diario ABC del 21 de julio ofrece su opinión sobre estas diferencias: «Frente a una España comunista señalada como Rusia Roja, se sitúa la llamada España Sagrada la conservadora, la de los valores eternos.» Por un lado están monárquicos, carlistas, falangistas, gran parte de los militares africanistas y los representantes del capital; todos ellos con la bendición de la jerarquía de la Iglesia. Frente a ellos se sitúan republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas, la clase trabajadora en general, una gran parte de la clase media y algunos sectores de los conservadores, como era el caso del PNV vasco o de la derecha nacionalista catalana. La frase simplista de una España roja y otra salvadora no puede servir nada más que a los intereses de quien la utiliza. Y sus connotaciones causan el efecto buscado. Por un lado la República y por otro el fascismo. La tragedia es ya inevitable y se avecina una contienda terriblemente sangrienta.

El día 21 de julio, MOSCARDÓ declara el estado de guerra y se producen los primeros enfrentamientos. Aviones gubernamentales bombardean la ciudad -primer bombardeo de la guerra sobre una ciudad- y los sediciosos se repliegan hacia el Alcázar, una vetusta y sólida fortaleza, haciendo acopio de víveres, municiones y un elevado número de armas. MOSCARDÓ reúne en el Alcázar a algo más de mil hombres, entre militares, guardias civiles, cadetes y paisanos voluntarios. Los acompañan familiares de los sublevados y algunos rehenes. Se racionan viveres y provisiones en previsión de un largo asedio. Desde los primeros momentos, la defensa del Alcázar frente a los ataques gubernamentales adquiere un gran valor simbólico.

El Gobierno de la República dispone la baja en el Ejército de los generales FRANCO, GODED, Cabanellas, Queipo de Llano, Fanjul y Saliquet.