CAUSAS DEL CISMA DE ORIENTE.

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El emperador bizantino CONSTANTINO V, se alía con DESIDERIO, rey de los lombardos.


El emperador bizantino CONSTANTINO V, obcecado en su iconoclastía y furioso por la pérdida de ciudades italianas donadas por PIPINO III el Breve a los papas, se alía con DESIDERIO, rey de los lombardos, para recuperarlas. DESIDERIO deja muy claro enseguida que no se siente ya obligado por las promesas que ha hecho al anterior papa Esteban y se dispone a tratar de recobrar las tierras que PIPINO ha donado a la sede de San Pedro. El papa PABLO I suplica a PIPINO que intervenga una vez más, pero el rey de los francos, aunque está dispuesto a presionar a DESIDERIO, no cruza los Alpes ni envía tropas. Tanto DESIDERIO como PABLO tienen, pues, que llegar a un compromiso. Mientras tanto, el emperador CONSTANTINO V, consternado por el hecho de que unas tierras que él considera suyas hayan ido a parar a manos del papa, plantea una amenaza al tratar de establecer sendas alianzas con los lombardos y con los francos. Por otra parte, sigue practicando la política iconoclasta iniciada por el emperador León III tratando de atraer a PIPINO y a sus obispos hacia su política iconoclasta, pero los francos se resisten, para gran alivio del papa.

Ante la gravedad de la situación, el Papa concierta con PIPINO III el Breve una alianza defensiva.


Ante la gravedad de la situación, el Papa PABLO I viaja este año a territorio de los francos, concertando con PIPINO III el Breve en la abadía de S.Denis una alianza defensiva -el Pacto de Quiercy- la primera firmada por un pontífice. Según este pacto, el rey de los francos se compromete a defender a la Iglesia y a entregar, mejor dicho, a «restituir» al Papa, las tierras del imperio bizantino ocupadas por los lombardos.

León III consagra emperador a CARLOS (Carlomagno) quedando de facto restaurado el Imperio romano.


En la fecha, el Papa LEÓN III desempolva astutamente el título de «emperador» que está en desuso hace hace ya tres siglos. CARLOS, asiste, en Roma, a las solemnes celebraciones litúrgicas de la noche de Navidad. Durante la ceremonia, en un gesto que sorprende a todos, LEÓN III toma una preciosa corona, que se halla sobre el altar, y la coloca en la cabeza de CARLOS, consagrándolo emperador (800-814) con la siguiente fórmula: «Vida y victoria a Carlos Augusto, coronado por voluntad de Dios emperador grande y pacífico». El Papa LEÓN se arrodilla ante el emperador realizando así el primer y último acto de homenaje que un papa rendirá ante un emperador occidental, significando el último paso de la alianza del papado con los reyes francos y el abandono definitivo de su alianza con el emperador bizantino. Este acto no fundó un nuevo estado, un nuevo imperio, sino que el papa otorgaba al rey de los francos la posición de defensor de la iglesia, el ser su representante militar. De facto quedaba restaurado el Imperio romano que un siglo y medio más tarde tomará el nombre de Sacro Imperio Romano Germánico y que durará hasta el año 1803.

FOCIO trata de disponer a los obispos francos contra el papa NICOLÁS I.


El clima de tensión Roma-Constantinopla está en parte teñido de motivos políticos y disputas territoriales, en especial en el sur de Italia y Sicilia, donde Constantinopla tiene importantes posesiones. Además FOCIO trata de aprovechar los enfrentamientos que el Papa NICOLÁS I ha tenido con los obispos francos para que éstos se pongan de su lado. Sin embargo, Hicmaro de Reims, cabeza visible de este movimiento, no acepta el juego y defiende la postura romana.

Tras la muerte de IGNACIO, es reconocido FOCIO como patriarca de Constantinopla.


La supuesta armonía entre las iglesias de Occidente y Oriente concluye cuando el patriarca de Constantinopla, IGNACIO, consagra un arzobispo para Bulgaria y es amenazado de excomunión por el Papa. Dispuesto a poner fin a los distanciamientos entre Roma y Bizancio, el pontífice JUAN VIII, tras la muerte de IGNACIO, en la fecha, reconoce a FOCIO como patriarca de Constantinopla (877-886), aunque rechazando las conclusiones heterodoxas por él propuestas años antes. Aparentemente se ha llegado a una reconciliación. Y es que FOCIO ha sabido ganarse las simpatías del emperador BASILIO, el cual le ha nombrado maestro de sus hijos. (La razón de este conflicto intermitente es que el patriarca siempre puede ser depuesto por un emperador y restaurado por el siguiente, en tanto el Papa, desde tiempos de Carlomagno, no tiene un emperador que ejerza el menor poder sobre él.)

MIGUEL CERULARIO excomulga a los legados papales. Se inicia así el CISMA DE ORIENTE que aún perdura.


A partir de la segunda mitad del siglo X, cuando el papado se unió a la dinastía otónica, en Bizancio la fidelidad a la Santa Sede, no tenía ya consistencia alguna. Los cristianos más selectos del Oriente, que siempre habían apoyado la unión con Roma, v. gr., en la lucha contra las imágenes y durante el cisma de Focio, ahora se separan del Papa, porque éste termina por reconocer al mismo Focio, y porque ayuda en más de una ocasión a subir al trono patriarcal a sujetos verdaderamente indignos, como el joven Teofilacto, que fue elegido a los diez años y consagrado a los dieciséis, y que en su manía por los caballos no tuvo reparos en abandonar los oficios del Jueves Santo ante la noticia de que su yegua favorita acababa de traer un hermoso potro. Así las cosas, MIGUEL CERULARIO, en la fecha, reúne un sínodo de la Iglesia de Constantinopla excomulgando a los legados papales. Poco tiempo después, las iglesias orientales se unen a la de Constantinopla y arrastran al cisma a los pueblos por ellas evangelizadas: Serbia, Bulgaria, Rusia, Rumania. Etc. Se consuma así el CISMA DE ORIENTE y la separación entre Roma y Constantinopla es un hecho que aún perdura.