FEDERICO II el Grande (Rey de Prusia) (1740-1786)

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Los rusos se apoderan de Berlín pero lo abandonan a toda prisa ante la presencia de FEDERICO II.


Los rusos llegan a apoderarse de Berlín el 9 de octubre de 1760 y lo incendian, pero lo abandonan a toda prisa cuando les llegan noticias de que el terrible FEDERICO II de Prusia se aproxima con su ejército. Pero FEDERICO pierde fuerza. Por muy bien instruido que esté su ejército, y pese al genio militar de su rey, Prusia es un país pequeño, y no puede seguir luchando indefinidamente con tres naciones distintas, cada una considerablemente mayor que ella. (Prusia tiene una población de 4 millones de habitantes, y sus tres enemigos suman 56 millones.)

La sucesión de Pedro III, que admira a Federico, salva a éste de la situación y firma la paz de inmediato.


FEDERICO II es salvado oportunamente por la muerte de Isabel de Rusia (“Milagro de Brandeburgo”) y la sucesión de PEDRO III (Príncipe de origen prusiano), que firma la paz de inmediato. PEDRO III no goza de plena salud mental y es un rendido admirador de Federico II de Prusia: no sólo abandona a los aliados de Rusia, sino que ofrece a FEDERICO alinearse en su bando. Los franceses, agotados, también firman la paz con Rusia.

La Guerra de los Siete Años (1756-1763) termina oficialmente con la Paz de Hubertsburg (Sajonia).


La Guerra de los Siete Años (1756-1763) termina con la Paz de Hubertsburg (Sajonia) entre Austria, Sajonia y Prusia sobre la base del statu quo. Con esta firma se daba por terminada la guerra de los Siete Años en la Europa central y se confirmaba la posición de Prusia, regida por Federico II, como gran potencia. Esta guerra no aporta a FEDERICO II más que la reafirmación de Prusia en el concierto europeo al retener definitivamente Silesia, situándose en plano de igualdad con Austria. FEDERICO II, por su parte, ya ha tenido bastante, y nunca volverá a participar en una guerra. Queda consagrada, por otra parte, la supremacía marítima y colonial británica. Respecto a Francia la pérdida no es sentida como algo catastrófico. Se conservan los derechos pesqueros en Terranova y la población católica francófona de Quebec recibe un trato de respeto. Por otro lado en el Caribe las pérdidas pueden ser compensadas pues la colonia principal francesa del Caribe, Puerto Príncipe (Haití), produce la mitad del azúcar consumido en todo el mundo, y su comercio con África y las Antillas está en pleno apogeo. Por lo demás, la Guerra de los Siete Años sólo ha causado devastación y agotamiento y, lo que es peor, entre un millón cien mil y un millón quinientos mil muertos.

MARÍA TERESA de Austria inicia la reorganización de sus estados.


MARÍA TERESA, con la esperanza de recuperar Silesia y de reducir a FEDERICO II de Prusia, ha participado en la Guerra de los Siete Años (1756-1763), pero no habiendo conseguido ninguna de las dos cosas tiene que reconocer de hecho la supremacía de Prusia. A partir de este momento inicia la reorganización de sus estados, especialmente dirigida a conseguir su unificación y centralización. Crea nuevos organismos, como el Consejo de Estado y el Tribunal Supremo, radicándolos en Viena, prepara la realización de un catastro e introduce en la administración provincial la burocracia austríaca, que junto con el ejército, la? policia y el clero constituyen los elementos que garantizan la centralización.

Tratado de San Petersburgo. Primer reparto de Polonia entre Rusia, Prusia y Austria.


El tratado de partición de Polonia fue ratificado por sus signatarios -Austria, Rusia y Prusia, el 22 de septiembre de 1772. La preocupación de Austria sobre la fuerza creciente de Rusia puede conducir a otra guerra, pero FEDERICO II de Prusia, ahora un fanático de la paz, encabeza la iniciativa de un arreglo mediante la firma del Tratado de San Petersburgo (Rusia), el primer reparto de Polonia. La insurrección de los patriotas polacos en 1768, que ha dado lugar a la Primer Guerra ruso-turca, todavía en curso, es la excusa de la primera partición de Polonia, que se efectúa en la fecha. CATALINA II (Rusia) obtiene la Livonia interior y algunos territorios de la Rusia blanca (Bielorrusia), al este del Duna, Prut y Dnieper; FEDERICO II (Prusia), Ermeland, al norte del Passarge y la Prusia occidental o Pomerania polaca, menos Torún y Dánzig, que se convertirán en enclaves aislados; por último, MARÍA TERESA (Austria) obtiene la Galitzia oriental y la pequeña Polonia, excepto Cracovia. Polonia, cuyas instituciones quedan garantizadas por las tres potencias, pierde cerca de un tercio de su territorio, cuatro millones de habitantes y toda comunicación directa con el Báltico.

Guerra de sucesión bávara (1778-1779) entre Austria y Prusia.


FEDERICO II de Prusia no acepta ninguna maniobra que pueda reforzar el poder y la influencia de Austria en el sur de Alemania, sobre todo desde que teme que una Austria fuerte pueda interferir en su intención de unir Prusia con los margraviatos de Ansbach y Bayreuth. Por ello, protesta contra el reparto aceptado por Carlos Teodoro. A pesar de estas protestas, Austria se niega a retirarse de Baviera, y en julio de 1778, FEDERICO II el Grande y Enrique, príncipe de Sajonia, invaden el reino Habsburgo de Bohemia; las fuerzas austriacas a las órdenes de JOSÉ II mantienen sus posiciones a lo largo de la frontera entre Silesia y Austria. El enfrentamiento comienza con breves escaramuzas, ya que ninguna de las partes quiere arriesgarse a un conflicto abierto. Los intentos por evitar la guerra se hacen a través de la correspondencia personal entre FEDERICO y MARÍA TERESA y la mediación de Rusia y Francia. Este episodio bélico se conoce como “Guerra de sucesión bávara (1778-1779)”

FEDERICO II el Grande, rey de Prusia, impulsa la formación de la Liga de los Príncipes alemanes.


El dualismo prusiano-austriaco, mantenido en Europa central entre 1740 y 1780 empieza a resultar estrecho para las tendencias progresistas existentes, influidas tanto por nuevas corrientes espirituales en su propio seno como por la proclamación de la Constitución americana. En muchos pequeños y medianos estados surge una opinión pública a favor de un espíritu unificador interalemán, en parte provocado por la política expansionista que ahora muestra JOSÉ II, que desea fortalecer la casa de Austria. FEDERICO II el Grande, rey de Prusia, impulsa la formación de la Liga de los Príncipes alemanes -lo que se llamará la Tercera Alemania- para el mantenimiento del Tratado de Westfalia (Alemania), con la única intención por su parte, de impedir las anexiones proyectadas por Austria. Pero los demás estados esperan de esta alianza algo más que la simple oposición a las aspiraciones de JOSÉ II. Ellos persiguen, ante todo, una renovación política del Imperio, una profunda reforma legislativa y judicial, pretensiones apoyadas por las fuerzas espirituales que pueden desarrollarse libremente en sus estados.

Fallece FEDERICO II el Grande, rey de Prusia, conocido por “el viejo Federico”.


Fallece FEDERICO II el Grande, rey de Prusia, conocido por “el viejo Federico”. Con Federico II, el Grande, Prusia se ha convertido en una pequeña gran potencia europea. Luego acabará siendo el Estado-matriz del Segundo Reich alemán y de la tardía unificación de 1871. Por estar en ese doble origen, Federico el Grande siempre será un referente nacional. Hitler tendrá un retrato de FEDERICO II en el despacho (y luego en el búnker) y no por casualidad Goebbels dirá que “los objetivos que queremos alcanzar son una forma moderna de los ideales de Federico el Grande”, y Churchill dirá que Hitler y el nazismo “son la última encarnación del espíritu prusiano de dominio”. La realidad no es tan simple. En primer lugar porque el nazismo no nacerá en Prusia, sino en el sur de Alemania, de donde provendrá toda su jerarquía –excepto el prusiano Goebbels–, y bajo el liderazgo de un Führer austriaco. Prusianos serán los militares que intentarán el único golpe contra Hitler, en julio de 1944. ¿Y antes? En el XVII ha sido tierra de asilo y tolerancia religiosa para hugonotes perseguidos por la Francia de Luis XIV.

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