No parece que los cristianos empiezan a ser mal mirados por las autoridades romanas y diferenciados de los judíos hasta el año 65, es decir, unos meses después del incendio de Roma (64). En efecto, en el Imperio se dintingue entre religiones lícitas y religiones ilícitas. El judaísmo está autorizado. Una vez distinguido de éste, el cristianismo entra en la categoría de las religiones ilícitas. De hecho, cuando se buscan responsables de las desgracias de la época, las calumnias provocan casi siempre, revueltas contra los cristianos. Para calmar el furor popular, las autoridades pronuncian condenas contra los supuestos culpables que disminuyen la tensión pública desfavorable y proporcionan víctimas para los juegos del anfiteatro. Este es el origen de las persecuciones. La historia del cristianismo primitivo conocerá diez persecuciones denominadas generales, aunque alguna de ellas es dudosa históricamente, y hasta mediados del siglo III derivarán más de la hostilidad local que de una política imperial específica. La persecución de NERÓN es, pues, la «primera» de estas persecuciones generales y durará unos tres años (65-68) limitándose a la ciudad de Roma.
PERSECUCIONES GENERALES A LOS CRISTIANOS EN TIEMPO DEL IMPERIO ROMANO
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Bajo DOMICIANO, una segunda persecución se extiende contra los cristianos.
Una «segunda» persecución se extiende contra los cristianos en ciertas provincias del Imperio. El motivo para esta persecución es el mismo de siempre: la sospecha, el recelo. Los cristianos se ven obligados a «enterrarse», casi literalmente. Los únicos lugares relativamente seguros son las catacumbas, cementerios subterráneos. Allí asisten a la misa, alumbrados por lámparas de aceite y temblorosas velas. Por eso, desde entonces, dos velas almenos iluminan el altar, mientras se celebra la santa misa, en recuerdo de los fieles de las catacumbas y de cuantos han sufrido persecución a lo largo de los siglos. En las catacumbas entierran, también, a los mártires. Así se inicia la costumbre de colocar las reliquias de algún santo en el ara de nuestros altares. (Hoy en día es dudoso que existiera una persecución general contra los cristianos en tiempo de DOMICIANO. Los casos que se conocen de persecución en esta época son más por cuestiones políticas que no religiosas).
La tolerancia de los romanos hace extraña esa especie de saña que se desata contra los cristianos.
No hay ninguna causa legal que justifique la condenación por el hecho de ser cristiano. Roma siempre ha sido tolerante con las religiones y en todo el Imperio se ha permitido el ejercicio de las religiones tradicionales de las tierras conquistadas, siempre que no interfieran en el orden público. Por eso resulta más extraña aún esa especie de saña que en algunos lugares y en algunas épocas se desata contra los cristianos. En parte se debe a la propia debilidad moral de la religión oficial del Imperio. Por eso los cultos mistéricos que vienen de Oriente, como los de Isis o Cibeles, tienen aceptación entre el pueblo que encuentra en ellos un sucedáneo con el que llenar el vacío oficial. Por otra parte, aumenta el culto imperial. DOMICIANO se hace llamar Dominus et Deus («Señor y Dios»). Por eso, y por otras violencias, se granjea especialmente la enemistad del Senado. En este sentido, no es de extrañar que en tiempo de este emperador los cristianos sean perseguidos y condenados como ateos y reos del crimen de lesa majestad.
Primera muestra de una decisión oficial de Roma frente a la cuestión cristiana.
PLINIO el Joven, sobrino de Plinio el viejo, es amigo del emperador TRAJANO y en el año de la fecha, es nombrado gobernador de Bitinia y Ponto. Desde allí enviará a TRAJANO gran número de despachos sobre asuntos diversos, algunos de nimia importancia, que, en realidad, él mismo debería solucionar. Y entre aquellos miles de asuntos uno destaca por su novedad: «¿Los cristianos tienen que ser castigados por su condición de tales, o porque han cometido algún delito o crimen contra la propiedad del Estado?». La respuesta de TRAJANO constituye la primera muestra de una decisión oficial de Roma frente a la cuestión cristiana: «En principio no deberían ser objeto de persecución si no intentan extender la superstición. Solamente es necesario castigarles cuando su delito sea probado, pero si aún entonces se retractan y adoran a nuestros dioses, entonces deben ser liberados». El emperador TRAJANO, prohibe, más adelante, que se delate a los cristianos, pero sigue considerando el cristianismo como un delito. Quien es acusado públicamente de ser cristiano, puede ser castigado incluso con la muerte. Toda esta situación se ha considerado la «tercera» persecución general contra los cristianos por parte del poder imperial.
Incidente en el valle del Ródano. Reunión anual de la región con motivo del pago de impuestos tribales.
Marco AURELIO considera a los cristianos enemigos naturales del Imperio. En la fecha, desencadena una cruel persecución contra los cristianos. («Cuarta» persecución general). Se suceden graves Incidentes en el valle del Ródano con ocación de la reunión anual de verano de la región con motivo del pago de los impuestos tribales. Se difunden rumores en el sentido de que los cristianos están comprometidos en festines caníbales y episodios de incesto. Presionados, algunos servidores de los hogares cristianos testimonian en ese sentido. Lo que sigue es algo parecido a un tumulto supervisado oficialmente. Muchos cristianos son torturados, en la picota o en los calabozos. Sanctus, diácono de Vienne, tiene que soportar planchas al rojo vivo en los testículos. Los cristianos que son ciudadanos romanos son decapitados. Otros han de pasar frente a una hilera de látigos para entrar en el anfiteatro y después, ante un público principalmente tribal, que no está romanizado, son arrojados a las bestias. Se exhiben las cabezas y los miembros de algunos cristianos, los guardan seis días y luego los queman y arrojan las cenizas al Ródano.
Marco AURELIO desencadena una cruel persecución contra los cristianos (Cuarta persecución general).
La amenaza de los bárbaros hace preocupar al poder romano por conseguir una sólida organización interna y ello es motivo de las persecuciones ya que se ve en los cristianos un elemento de desunión. En una carta del año 177 dirigida a las comunidades de Frigia y Asia, los cristianos de Lyon cuentan las sucesivas persecuciones que sufren durante el reinado de Marco AURELIO. Esta carta será conservada y supone uno de los testimonios más antiguos y valiosos del comienzo del cristianismo en estas tierras.
Decreto de Septimio SEVERO que prohíbe la propaganda a favor del judaísmo o del cristianismo.
El primer indicio de este cambio de frente en la lucha del Estado romano contra los cristianos es un decreto del año 202, del césar Septimio SEVERO, que se encuentra de nuevo en Roma después de permanecer desde el año 197 en Oriente en guerra contra los partos, que prohíbe la propaganda a favor del judaísmo o del cristianismo, así como la conversión a estas religiones. La postura de SEVERO se ha considerado la «quinta» persecución general contra los cristianos. El papa CEFERINO abandona Roma y no volverá hasta que cesen los hostigamientos.
Martirio de Felicidad y Perpetua, cuyo relato nos dice que eran catecúmenas cristianas.
La ley de Septimio SEVERO prohibiendo el proselitismo judío y cristiano, es sin duda la explicación del martirio, en la fecha, de Felicidad y Perpetua, cuyo relato nos dice que eran catecúmenas y que fueron bautizadas en la prisión.
MAXIMINO el Tracio, ordena una tremenda persecución contra los cristianos.
MAXIMINO el Tracio, ordena una tremenda persecución contra los cristianos (la que se considera la «sexta» persecución general), sobre todo contra los miembros del clero. Por ello, son también víctimas el pontífice PONCIANO, desterrado con el antipapa HIPÓLITO a las minas de Cerdeña. PONCIANO es el primer pontífice de la historia de la Iglesia que no permanece en la silla de San Pedro hasta su fallecimiento ya que abdica en la fecha, fecha que además constituye la primera de la historia papal totalmente confirmada por documentos históricos. En las minas de Cerdeña, se produce la vuelta a la Iglesia del cismático teólogo, hoy San HIPÓLITO, que es el autor de «Refutación de las herejías”.
DECIO hace público un edicto por el que todos los súbditos han de participar en un sacrificio a los dioses oficiales.
Participar en el culto de Roma y de Augusto constituye un gesto de lealtad politica. Sólo los magistrados y los soldados tienen que participar obligatoriamente en él. Pero a finales de este año, DECIO, emperador romano, hace público un edicto en virtud del cual todos los súbditos participarán en un solemne sacrificio de propiación a los dioses oficiales. De hecho, en un Imperio amenazado en las fronteras, el emperador DECIO quiere asegurarse la lealtad de los ciudadanos en la retaguardia. Para ello se crea una «Comisión de sacrificios» que extenderá el correspondiente certificado y para quien no participe se establecen penas que oscilan entre la confiscación de los bienes y la condena a muerte. Los cristianos se niegan a rendir culto alguno al emperador. Todo ello, origina la considerada «séptima» persecución de los cristianos (la considerada primera persecución general). Sobre todo se persigue a obispos, presbíteros y diáconos quienes están de antemano condenados a muerte.